Edgar Fonseca M, editor www.PuroPeriodismo.com
Si un mérito se llevará al final de sus días esta administración es que –sin querer queriendo– destapó la olla de grillos de los millonarios privilegios acumulados, a lo largo de las tres últimas décadas, al alero de eso que algunos inciensan como el “pacto social” o “Estado solidario”, cocinado, gobierno tras gobierno, con todos los gremios en las instituciones.
¿Por qué sin querer queriendo?
Porque para nadie es un secreto ese profundo tufo gremialista, populista, que impregna hasta los tuétanos a este gobierno.
Ese tufo que, un día les hace decir que le meten tijera a tanto abuso pero, otro, al menor triquitraque sectorial les hace retroceder o hacerse de la vista gorda… Un tufo que estancó al país.
Pero ante la debacle fiscal en el horizonte, este gobierno no tuvo más remedio que denunciar desde un primer momento, como uno de los disparadores de la crisis, esa odiosa acumulación de gollerías y prebendas, esa piñata de pluses multimillonarios sobre los que hoy se montan, como emperadores, dirigentes y gremios de todos los calibres.
La opinión pública se empapó, con no poca perplejidad y creciente indignación, del óleo de privilegios gremialistas que tiene las finanzas estatales al borde del colapso.
Que si pago extra por matrimonio, que si pago extra por defunción, que si pago extra por llegar temprano a trabajar…insólito, que si pago extra por trabajo riesgoso, que si pago extra a cúpulas sindicales inamovibles, intocables, y así, granjería tras granjería, plus tras plus, como esa de que en las universidades, tan solo al año de trabajar, ya un empleado puede reclamar, mondo y lirondo, 15 días libres ¿?
El encadenamiento de tanta gollería no solo volvió inmanejable el orden de las finanzas públicas sino que detonó la indignación pública. Cuando más se amenaza con más impuestos, cuando más se amenaza con socar la faja, claro… a los “ticos de a pie”.
No le pudo caer en peor momento al Poder Judicial la discusión sobre el tope a su controversial sistema de pensiones.
Y no pudo ser más infortunada la salida del magistrado presidente de la Sala IV al amenazar con la “democracia de las calles”, tal le entendimos, si alguien osa tocar sus beneficios.
Ni la opinión pública ni las finanzas del país soportan un plus más, una gollería más, una prebenda más.
La opinión pública está “hasta la coronilla” de conocer cómo, en este país, con el afán de preservar el fementido “pacto social” o “Estado solidario”, se consolidan castas gremialistas intocables, a costa de un mayúsculo golpe a los recursos estatales.
Eso tiene que tener freno algún día antes que caigamos en la vorágine de Grecia o en el desastre de Venezuela.
PD-Nos parece sensata la decisión de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de no atrincherarse en una defensa a ultranza de beneficios sectoriales. Sería una costosísima batalla con un daño irreparable a la imagen institucional.