Jon Sistiaga es un veterano periodista español, corresponsal de guerras.
Es un periodista a secas, sin más ni más.
Empezó muy joven, a sus 16 años, en una pequeña redacción del País Vasco. Empezó ilusionado al ver una redacción cargada de reporteros y adrenalina.
Y su carrera le ha llevado a cubrir los más intensos acontecimientos en distantes latitudes.
Cubrió el genocidio en Ruanda, las guerras en Afganistán e Irak. Vio morir compañeros. El miedo, dice en el sitio JotDown.es, parte del periodista.
Sus pasos le han llevado, también, hasta Los Angeles cubriendo la multimillonaria industria del porno o a Argentina a seguir a las temidas barras bravas futboleras.
Hoy le teme al momento del buen periodismo. Pierde valor, dice, en muchos sitios. Los reporteros experimentados quedan atrás y se improvisa en las salas de redacción, cuando más se necesita de seriedad, honestidad y honradez como estándares del mejor periodismo.
“Estamos viviendo una época en la que se prescinde de los periodistas de mayor prestigio y experiencia porque son salarios elevados que van en contra de los costes de mantenimiento de la empresa. Se contrata a supuestos periodistas por ochocientos euros; gente muy joven a la que se le llama “polivalente” porque puede trabajar en diferentes dispositivos y hacer diferentes cosas a la vez, y a esta gente se le pide que lo haga todo, todo a la vez, muy rápido y por muy poco dinero, con lo cual se está produciendo una depauperación del periodismo que es alarmante. No podemos quejarnos luego del estado de nuestra sociedad cuando este cuarto, quinto o sexto poder que es el periodismo, que debería ser el vigilante de la política, que debería ser la “policía social” contra los políticos corruptos y los que no toman las decisiones adecuadas, no está cumpliendo su función”, sentencia.