Costa Rica, presidenta, imagen, indulgencia

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Don Francisco Chacón, Ministro de Comunicación de la administración Chinchilla, es un hombre de verbo franco, sincero, diáfano, rozando a veces la candidez en ese mundillo de la política, que no es el suyo.

Por lealtad con la presidenta dejó su curul y se encaramó en un toro tan furioso como los del redondel de Zapote.
Dirigir la tarea de comunicación e imagen de este gobierno no es fácil. Se nos antoja casi titánica dado el descrédito que a lo largo de su gestión se ha ido labrando la administración.

Han sido tantos y tan frecuentes los yerros de conducción política en los que ha incurrido este gobierno que, a estas alturas, se le vienen encima como un pesado lastre para el reconocimiento de lo poco que haga en la opinión pública y en el concierto del diálogo político, matizado en estos tiempos por la mezquindad y el filibusterismo.
Del alza salarial a los diputados, abortada con fórceps, en los albores del gobierno, al disparate de la destitución del magistrado, uno tras otro episodio han sedimentado un grave deterioro en la imagen de la presidenta y de su gestión. Las encuestas no mienten. Ni perdonan.
Pero, con justa razón, la presidenta no querrá dejar la función pública, como tampoco lo quisieron sus antecesores, con un declive tan pronunciado en el reconocimiento público.
Se le avecina un año 2013 revoltoso a la presidenta para tratar de salvar algo de su imagen.
Es un año electorero y el margen de maniobra de la administración se reduce y revuelve al vaivén de las migajas políticas por compartir en un escenario infartado por las aspiraciones, ambiciones y los saldos de cuenta. Y en esto la administración Chinchilla ni siquiera anda bien con los suyos. Salvo que recomponga in extremis su comunicación con fuerzas influyentes de las que se alejó abruptamente para perder todo norte político en este cuatrienio
El Ministro Chacón dice que la cuantiosa campaña de comunicación que se proponen este 2013 no tiene como derrotero la imagen pero él es consciente de que ese es el primer atributo a tomar en cuenta, junto al de la credibilidad tan venida a menos.
Y por ahí deberá lidiar con todo tipo de embestidas propias y ajenas. Veremos si,  a la vuelta de la esquina, a la vuelta de estos 16 meses que le restan a este gobierno se le hace el milagro a la gobernante de salir del abismo en imagen y reconocimiento en que hoy la tiene postrada la opinión pública, sin ninguna indulgencia que valga.
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