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El régimen castrista, violador sin par de derechos humanos, rompe otro dique de su aislamiento diplomático regional y asume la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Como bien lo denuncia el diario La Tercera de Santiago, Chile, sede de la primera cumbre de la Celac, es una “vergüenza” para el continente ser testigo de esta oficiosa habilitación del castrismo.
Son pocas las voces que desde la diplomacia, la política y los medios regionales alzan su tono, con cierta entereza, en estas horas, para cuestionar tanto cortejo hacia un régimen que se mantiene como brutal depredador de los derechos fundamentales de sus ciudadanos sin dar respiro a la oposición, a la disidencia, a la libre expresión.
La presidencia pro tempore de Cuba en Celac se da y se entiende en ese marco de cinismo, realismo se apuran a justificar algunos, que caracteriza hoy las relaciones y la realidad política regional, con la notable ausencia y marginación de Estados Unidos.
Un continente que es testigo así del asentamiento de la cofradía bolivariana con la Venezuela chavista a la cabeza y en séquito: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Argentina.
Con Chile, por contraste, enrumbado a consolidarse entre las primeras potencias regionales, junto a Brasil y Perú despegando tras la pesadilla terrorista y de corrupción que padeció.
Una región donde la Colombia de Juan Manuel Santos navega medrosa para evitar provocar a su incómodo vecino y paga caro el costo de los diálogos de “paz” cobijados, con algo más que descaro, en el malecón habanero.
Mientras México, con el retorno de su PRI, trata de descifrar el acertijo de violencia desenfrenada heredado.
¿A cuál Latinoamérica le apunta el “nuevo faro” de la Celac?
¿A aquella que ha luchado a brazo partido por consolidar sus instituciones democráticas o a esta que fomenta el chavismo, aupado desde La Habana, con sus cortesanos en La Paz, Quito, Managua o Buenos Aires?
¿A aquella que superó las peores dictaduras derechistas o a esta que desmantela, en asalto populista a plena luz del día, en el marco de las libertades democráticas “burguesas”, todo basamento institucional?
Como bien apunta el diario La Tercera de Santiago el encumbramiento diplomático de una tiranía en un organismo que, como Celac, se supone debe prohijar las instituciones democráticas, es una hora de “triste paradoja” para el continente.
Una hora para que naciones demócratas como Costa Rica, que asume la presidencia pro tempore de dicho organismo el año entrante, alcen su voz con firmeza, claridad y contundencia, sin temor, ni vergüenza ni claudicaciones.
Y que ese verbo de seda que usa la presidenta Chinchilla en ocasión de su “cordial y afable” encuentro con Raúl Castro en Santiago no nos traicione mañana a los ticos en la defensa de las “profundas convicciones” demócratas, irreconciliables hasta hoy con las de los carceleros de La Habana.
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