Centenares de miles de personas se manifestaron en varias de las grandes ciudades de Brasil en una protesta que se inició la pasada semana contra la subida de precios en los transportes, pero que en las últimas horas se ha ampliado hacia una muestra de rechazo a la corrupción política y la violenta represión policial, así como la gestión que el Gobierno de Dilma Rousseff ha hecho de la organización de la Copa Confederaciones y el Mundial de Fútbol de 2014, en los que se han invertido miles de millones de dólares