La nadadora estadounidense Diana Nyad logró su hazaña al cruzar el peligroso estrecho de la Florida, de La Habana a Cayo Hueso en 52 horas. Cammy Clark y Christina Veiga reporteras de El Nuevo Herald plasman un minucioso relato de la protagonista y su vivencia. Crónica rica en contenido humano, testimonio y descripción del acontecimiento.
Cayo Hueso — La nadadora de larga distancia Diana Nyad se incorporó cuando el agua se hizo demasiado poco profunda para seguir nadando, y caminó las pocas yardas que la separaban de Smatheres Beach y de la historia.
En su quinto intento, y 35 años después de haberlo intentado por primera vez, Nyan logró su sueñ aparentemente loco, y se convirtió en la primera persona que nada a través del traicionero Estrecho de la Florida –de La Habana a Cayo Hueso— sin la ayuda de una jaula para protegerla contra los tiburones, que sirve de rompeolas.
Fue recibida por cerca de 2,000 personas en la tierra y en el mar, en barcos, kayaks y paddleboards. Agitaban banderas con el arco iris y estadounidenses. Un hombre sopló una concha de caracol.
Su tripulación y la policía trataron en vano de detener a la multitud que atravesó las barricadas cuando Nyad terminó el viaje de 110 millas que comenzó el sábado por la mañana desde la Marina Hemingway, en Cuba, y terminó justo antes de las 2 p.m. del lunes: exactamente 52 horas, 54 minutos y 1.,6 segundo, de acuerdo con su equipo.
Nyad parecía una zombie, con la cara quemada por el sol mirando al frente mientras daba los últimos pasos. Tenía los labios hinchados y la boca lastimada por el dispositivo que usó para protegerse de las medusas venenosas. Cuando la oficial de récords, entrenadora y buena amiga suya Bonnie Stoll la abrazó, le dijo: “Lo hiciste”.
Sí, lo hizo. A los 64 años de edad.
“Creo que es un poco loca, pero hay que estarlo para lograr esto”, dijo su amiga Lois Ann Porter, que fue una de las tres personas que supervisaron la nutrición de Nyad durante la natación.
Nyad sujele ser una gran conversadora, pero dijo sólo unas pocas palabras después de llegar a la playa. Pero la multitud hizo silencio por unos breves segundos para escuchar lo que tenía que decir :
“Tengo tres mensajes: Uno es, nunca, nunca debemos darnos por vencidos”, dijo con la voz afectada por la inflamación de la garganta y los labios.
“Dos, que nunca somos demasiado viejos para perseguir nuestros sueños”.
Hizo una pausa. La multitud gritó : “¡Eso es!” y “¡Amén, hermana!”
Nyad continuó : “Tres, que esto parece que es un deporte solitario, pero es un equipo”.
Nyad tenía una flotilla de cinco embarcaciones con un equipo de apoyo de 35.