Colombia: las mujeres cazan capos

507

El General-r-Rosso José Serrano, quien hace 20 años encabezó en el ejército de Colombia la captura de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, los temidos capos del Cartel de Cali, destaca en una entrevista con la periodista María Isabel Rueda el papel secreto que jugaron mujeres oficiales para hacer caer a los poderosos narcos. Informe especial de El Tiempo de Bogotá.

Añade: “¿A Gilberto lo capturan siguiendo al contador?

Sí. Una de las ‘chinas’ (oficiales de policía) que venía trotando detrás del flaco se despistó cuando entró a una de dos casas que eran iguales a entregarle las cuentas a Gilberto. Ella detectó a cuál, por el perfume. Ya lo teníamos ubicado, pero teníamos que capturarlo. Y como sabíamos que en el bloque había gente que apoyaba a los Rodríguez, me inventé un atentado para poder sacar el bloque sin que nadie pensara que íbamos por la captura de Gilberto. Cuando me llama Barragán: “Mi General, lo tenemos”. Llegué a su casa, estaba ahí sentado, con su esposa, y pienso: realmente no era Al Capone.

¿Muchas ‘chinas’ pilas de la Policía participaron en esa y otras capturas?

La mujer es mucho más eficaz en Inteligencia, porque pasa más desapercibida. Yo fui vivo en escoger a varias mujeres para que me ayudaran en ese oficio. ¿Usted sabe cómo cogimos por ejemplo a (Alejandro Bernal Madrigal) ‘Juvenal’, el de la Operación Milenio? Con unas mujeres que le infiltramos… Él tenía una oficina de turismo en un piso, y unas mujeres policía le pusieron de fachada una oficina de ventas abajo. Ellas lo esperaban en el primer piso y se dejaban ‘echar el ojo’. ¿Qué iba a sospechar Juvenal que eran policías? “Uyyy tan lindas”, no sé qué. “¿Cuándo suben a la oficina?” Y ellas, cortejándolo.

¿Qué fue lo primero que le dijo a Gilberto Rodríguez cuando lo capturó?

“Hermano, ¿a usted qué le pasó? ¿Cómo fue que se dejó coger?” Ya en el avión rumbo a Bogotá, le pedí que me mostrara las manos, porque nos metieron el cuento de que se había cambiado las huellas. Cuando le digo: “Oiga, ¿pero usted sí es Gilberto, no?” Y cuando él me contesta: “Sí, soy yo”, descansé”.

Leer más