Una marioneta de Daniel Ortega

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El periodista Carlos F.Chamorro, director del sitio Confidencial de Nicaragua, retrata a la comisionada Aminta Granera jefe de la Policía Nacional, ficha de confianza de Daniel Ortega, que está en el ojo del huracán público tras la masacre perpetrada de dos niños y un joven a manos de comandos antinarcóticos en el barrio Las Jagüitas de Managua.

Dice Chamorro: “Granera debió haber renunciado en septiembre de 2011, al vencerse su período legal de cinco años en el cargo. Ciertamente, su gestión ya estaba totalmente desgastada, pues luego de alguna resistencia inicial se sometió por completo a la cooptación política del régimen. La policía había dejado de ser un cuerpo profesional que aplicaba la ley a todos por igual, para convertirse en una institución cuasi partidaria con distintos raseros para tratar a los opositores al régimen. Pero su salida entonces al menos le habría heredado a la institución el sagrado precedente del respeto y la obediencia a la ley. En cambio, Granera aceptó la ilegalidad de la prolongación de su mandato, sepultando la tradición institucional del relevo del mando y no tuvo el coraje que exhibieron sus antecesores, otros jefes policiales que en su momento le dijeron no al poder político.

¿Qué la motivó a actuar de esa manera, si nadie la obligó a quedarse en el cargo? ¿La ambición personal pura y dura, o el arrebato mesiánico de considerarse imprescindible para velar por la seguridad ciudadana de la nación? ¿El temor a represalias de El Supremo por los compromisos políticos adquiridos, o el cálculo de las millonarias ventajas económicas acumuladas, que ahora exhibe con ostentación? Posiblemente, una combinación de todos estos factores ajenos a los intereses de la Policía Nacional, a la cual le infligió un daño irreparable”.

 

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