El Salvador , ¿utopía o engaño?

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Ricardo Chacón *

Por cuestiones del destino me ha tocado viajar al extranjero; explicar qué pasa el país y hacia dónde va en el futuro cercano es difícil de explicar. ¿Qué hacer y qué decir?, es el dilema.

Las preguntas de rigor, ¿cómo está su país?, después de la guerra fratricida, ¿han logrado la tranquilidad y paz cotidiana?… es la constante que uno se encuentra luego de decir que procede de El Salvador. Hombres y mujeres, con poca o mucha formación académica, tienen alguna referencia de nuestro El Salvador.

Unos, sin duda alguna, su referencia a El Salvador tiene que ver con el “Mágico” González; no tienen idea del recuerdo que dejó este salvadoreño en España. En un pueblecito alejado del “mundo”, en Mogarraz, en los alrededores de Salamanca, un hombre sencillo me pregunta, ¿usted es de El Salvador, qué es del mago González?… Qué le digo yo, impactado por la interrogante, por ahí está, todavía activo y vivo en El Salvador, ¡qué más le podía decir!

Otros, sin más, recuerdan El Salvador por la guerra fratricida. Un español me pregunta al respecto, ¿contra quién pelearon… había un intento de invasión? Sin más, le respondí: era una guerra entre salvadoreños… Al instante me repregunta, ¿cómo, entre hermanos… y quién ganó? Qué le iba a responder… Pero otro más fue más allá y me increpa, ¿qué son las maras, y es cierto que dominan el país?…

Otros más, saben y tienen en su conciencia que la izquierda latinoamericana, representada por el FMLN, está en el poder, pero su duda existencial es si realmente esta izquierda está haciendo los cambios… qué podía responderle…

Me encontré con un búlgaro, jubilado hace 12 años por su país, beneficiado por ser ingeniero de aviones de guerra. En la actualidad, es guardia de seguridad en una cadena de tiendas de España y está esperando jubilarse en tres años más ya como ciudadano español. Su interrogante, ¿por qué Cuba, antes socialista y ahora alineándose a los estadounidenses, ya no envía a Europa azúcar y no hace trueque con los carros de Europa del Este? ¿La democracia capitalista ha llegado a Cuba?, me interrogaba este ciudadano, nacido en Bulgaria, ahora español pero soñando con volver a su tierra donde está su anciana madre en una casita comprada con el sudor en España.

Cómo presentar mi país en el extranjero es mi dilema. Lo más sencillo es fingir demencia y asegurar que no pasa nada, todo está tranquilo; sin embargo, las noticias internacionales son fulminantes y no es posible que la gente no sepa que El Salvador es uno de los países más violentos del mundo… que su gobierno de izquierda no ha logrado con creatividad y honradez terminar con los graves problemas de inseguridad, pobreza y marginación; incluso que los actuales funcionarios han sido incapaces de generar al menos unas prácticas de transparencia y honradez.

Pero, me preguntaban con insistencia, ¿qué hace la gente normal para vivir?, ¿cómo sobreviven en un país sumamente violento y con un gobierno de izquierda incapaz de solucionar los graves problemas?… Esto es todavía más difícil de explicar a un europeo medio, trabajador, que paga sus impuestos y recibe beneficios sociales de seguridad, salud, educación y vivienda con bastante eficiencia… Lo que puedo decir es que la mayoría de salvadoreños trabajan duro, muy duro, que se levantan temprano todos los días, tienen que sortear un tráfico pesado para llegar a sus centros de trabajo. Que reciben un salario que con grandes dificultades lo estiran para que alcance para el pago de comidas, casa, estudio, ropa y por si sobra algo para diversión y algún gustito.

¿La escuela pública satisface las necesidades de las familias, la salubridad es buena?… son interrogantes más precisas que hacen, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de europeos que tienen resuelto con cierta solvencia la educación y la salud. ¿Qué responder?… hay que hacer malabares para explicar la deficiente atención en el Seguro Social y que muchos salvadoreños tienen que acudir a la salud pública en el Rosales o el Zacamil, donde la atención es sumamente precaria, que faltan medicinas y que una cita puede ser atendida en tres o cuatro meses…

La educación es deficiente, muy deficiente; los que sobresalen lo hacen porque son fuera de serie, que a pesar de las dificultades pueden superar los obstáculos y llegar a lugares impensables en las mejores universidades del mundo desarrollado, pero no se trata de una política de estado sino de excepciones que nacen del talento del salvadoreño.

¿Y la vivienda popular cómo es?… ¿Los créditos… y el incentivo a las micro y pequeñas empresas es eficiente?… No sé qué responder y me incomoda, porque la gente del extranjero, como todo el mundo, quiere saber de los demás…

Pregunta existencial: ¿me avergüenzo de mi país… niego ser salvadoreño…? Una salida es fingir demencia, hacerme el disimulado, dicen algunos otros, no decir nada y callarme, otros más mentir y decir cuestiones que unos más… otros menos, decir las deficiencias y dificultades… Bueno, lo que me sale del corazón es decir lo que veo, lo que siento y desear que en un futuro cercano podamos ser mejores, tener un país más decente, más tranquilo, más seguro, más honrado. Utopía, sueño, engaño… no sé, a lo mejor decir lo que pasa sin dejar de lado ese optimismo, propio de los salvadoreños trabajadores.