“Me dijiste que por ser gay iba a ser una persona vergonzante. Yo guardé silencio durante casi todo el tiempo. Me dijiste que ser heterosexual se lleva incluso en los genes, que las cosas son así porque son así. Y me dijiste que esta decisión me iba a hacer infeliz toda la vida. Mi mamá pecó por ingenua. No esperaba esa reacción. Tenía las mejores intenciones. Por mi lado, tenía razón al desconfiar, al resistirme a contarte eso por mí mismo, incluso aunque más de una vez había escuchado a tu esposa decirle a familiares y amigos: “a él no le molestaría que alguno de sus hijos fuera homosexual”. Qué bajo poner a otras personas a mentir por ti, que ni siquiera fueras capaz de aparentar por ti mismo”, destaca la carta de un hijo a su padre divulgada en la revista Semana de Bogotá con ocasión del Día Internacional contra la Homofobia.
“Por mucho tiempo te guardé rencor. Creo que ya no. Creo que el tiempo y la distancia me ayudaron, no a olvidar pero sí a perdonar. Me ayudaron a entender que la discriminación puede esperarse hasta de la persona más liberal, que es como a ti siempre te ha gustado mostrarte en público. Más aún, entendí que un golpe tan duro puede venir también de las personas que nos aman”.