Canciller tico denuncia hostilidad de Ortega

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Relaciones distantes. Relaciones frías. Y relaciones con mucha frecuencia tensas. Así resume el Canciller de Costa Rica, Manuel González Sanz, el estado de los nexos bilaterales con Nicaragua en medio de un recrudecimiento de fricciones e incidentes con autoridades del vecino país que afectan a ciudadanos e intereses costarricenses.

El canciller González denunció la creciente hostilidad del régimen del presidente Daniel Ortega de Nicaragua, actitud que, asegura, se intensificó desde el inicio de la campaña electoral  mediante la que el gobernante sandinista intenta reelegirse por tercera ocasión en noviembre.

El titular de la diplomacia tica ratificó la preocupación del país por el proceso electoral que se avecina en Nicaragua sin plenas garantías institucionales y sin observación internacional como la descartó Ortega hace pocos días.

“Cuando usted empieza a ver que todas esas divisiones de poderes, esas líneas divisorias, se empiezan a poner borrosas, por supuesto eso lo que refleja como consecuencia es una concentración de poder, y la concentración de poder va en contra de la libertad, es tan simple como eso”, sentenció González.

Caliente aún la tinta tras el fallo de la Corte Internacional de La Haya que saldó en diciembre anterior  a favor de Costa Rica, una aguda disputa bilateral por la invasión a la costarricense isla Calero, en el extremo fronterizo del Caribe, y mientras trasciende una nueva demanda de Nicaragua, reclamando derechos sobre la isla Bolaños, una porción territorial de 25 hectáreas cuya soberanía reclama el país, en la bahía Salinas, extremo fronterizo Pacífico, el canciller González no ocultó su malestar por los más recientes incidentes, provocaciones y fricciones.

“Lo que recibimos los costarricenses es una serie de agravios totalmente injustificados que no son nada constructivos”, puntualizó González al fustigar la airada reacción de Ortega por el retiro temporal del país del Sistema de Integración Centroamericano SICA.

Así lo expuso durante una conversación de 45 minutos que concedió la tarde del lunes cuatro de julio en su despacho de la Casa Amarilla al periodista Edgar Fonseca, editor del sitio PuroPeriodismo.com., en la que, además, abordó los ejes clave de su gestión de política exterior, superada la primera mitad de la administración Solís; el eventual ingreso de Costa Rica a la Alianza del Pacífico y el posible impacto en la región de las próximas elecciones en EE.UU. así como el efecto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Recibimos agravios

-Sensible y de creciente percepción en cuanto a intensidad, las relaciones bilaterales acá en el entorno inmediato nuestro, con Nicaragua. Han pasado prácticamente siete meses de la sentencia de La Haya. Usted en algún momento dijo: “la sentencia y la tinta de esa sentencia aún no ha secado”, una frase bastante alegórica. ¿Cómo resume en estos momentos el estado de las relaciones bilaterales Costa Rica – Nicaragua?

-Hay que ser muy sincero, y como dicen popularmente: “uno no puede tapar el sol con un dedo”. Tengo que serle honesto: son relaciones distantes, son relaciones frías, con mucha frecuencia tensas, si se quiere. No encontramos una receptividad para que esta relación, de parte del Gobierno de Nicaragua, para que estas relaciones sean menos sensibles y menos tensas, más bien lo que vemos, desde el inicio de la etapa electoral en este país, como usted sabe, tienen elecciones presidenciales el próximo mes de noviembre, es un incremento de incidentes o provocaciones que ocurren prácticamente en el día a día, entre Costa Rica y Nicaragua, porque siempre se utiliza, porque lamentablemente, esa relación para llevar agua a su propio molino, para capitalizar situaciones a lo interno de ese país. Prueba de ello fue las declaraciones poco constructivas del presidente de ese país, hace escasas dos semanas, después que tuvimos la visita del Presidente Juan Orlando Hernández (de Honduras), y que estábamos precisamente dialogando sobre las circunstancias y los esfuerzos que hacía Honduras para que Costa Rica se reincorporara a los foros políticos del Sistema de Integración Centroamericano, y el presidente se fue muy optimista, y nosotros también porque veíamos su buena fe, su deseo de que todos como hermanos centroamericanos pudiéramos procurar un sistema, un SICA, más fuerte, más claro, más transparente. Sin embargo llega a su visita a Nicaragua pocas horas después de estar en Costa Rica, y lo que recibimos los costarricenses es una serie de agravios totalmente injustificados que no son nada constructivos. A pesar de eso, que lo dejamos de lado, siempre con la mira de trabajar por un mejor sistema de integración, bajo la presidencia de Honduras decidimos regresar, porque consideramos que en la declaración que, finalmente se emitió, se plasma por lo menos una vez más la voluntad política de construir un sistema, sobre todo más transparente. Hay mucha información que falta, hay mucha desorganización, esto no se trata de responsabilizar a personas o países sobre otros. Simplemente consideramos que hay que actualizar un sistema, cuya concepción tiene ya 25 años, y que tampoco responde a la realidad centroamericana.

-¿De qué depende el restablecimiento pleno de la normalidad de relaciones con el régimen de Managua?

-Tiene que haber una voluntad de las dos partes, y sobre todo, dar muestras de confianza, de credibilidad. Los países se relacionan bien o mal sobre la base de la credibilidad, eso es una realidad que he podido palpar de primera mano, y las relaciones interpersonales entre los jerarcas, entre las autoridades son esenciales para que exista una buena relación entre los países. Eso también es una realidad. A pesar de que vivimos en tiempos de tanto desarrollo tecnológico, el contacto entre las personas, la afinidad, el compartir intereses, el poder hablar francamente de los puntos en los que hay elementos comunes, y también francamente de aquellos en los que hay discrepancias, es fundamental para la relación entre los estados. Nosotros tenemos relaciones con muchos países con los que hablamos con mucha sinceridad. La diplomacia no es solo apretones de mano, darse abrazos y tomarse una foto en una reunión de presidentes o cancilleres, o emitir declaraciones que, como dicen: “el papel aguanta lo que le pongan” y, al final, pueden quedar solamente en declaraciones muy bonitas. No, la diplomacia hoy por hoy implica la defensa de manera muy proactiva de los intereses nacionales, como lo he dicho en distintas ocasiones, y de ahí también el deseo de tener mucho más impacto en nuestra política exterior. Una silla que deja Costa Rica libre es una silla que inmediatamente es ocupada por otro país, que no necesariamente la ocupa porque va ir a defender los mismos principios y valores que nuestro país defiende en los ejes principales de su política exterior. Creo que depende fundamentalmente de la palabra confianza, ese es el elemento, y la confianza se construye en el día a día.

-Usted citó que, en el marco de las elecciones de noviembre, han notado un incremento de ciertas manifestaciones e incidentes. Incluso,  el país ha denunciado el bloqueo a pescadores en Bahía Salinas. Si usted pudiese plantear una excitativa al régimen de Managua, en el sentido de confluir, de buscar esos espacios de confianza, ¿cómo la estaría planteando?

-Creo que hay que evitar ese tipo de incidentes. Le puedo hacer una lista larga de incidentes que no han sido provocados por nuestro país. Usted acaba de mencionar uno, muy importante, de gran relevancia especialmente en una zona marítima, que es copropiedad, con dominio de los dos países, tanto los pescadores ciudadanos nicaragüenses como costarricenses tienen libre navegación en esa bahía, haciendo la aclaración eso sí, la isla Bolaños siempre ha sido y siempre será territorio costarricense. Así está definido en los tratados, de modo tal que en cuanto a la isla en sí, no debe existir la menor duda de la soberanía que ejerce el estado costarricense. Un ejemplo, también lamentable, de épocas muy recientes, la detención de un ciudadano costarricense, que participaba pacíficamente en una manifestación sobre el tema del canal, y que fue injustamente y arbitrariamente detenido. Los ejemplos también de ciudadanos costarricenses que fueron detenidos el año pasado, por ejemplo, un señor de apellido Tiffer, un ciudadano costarricense-mexicano de apellido Gil Trejos, constantemente son…El mismo tema de los migrantes ha generado mucha tensión, no solamente con Costa Rica, sino en el área centroamericana. Recuerde que tuvimos que hacer todo un operativo, y en eso agradezco mucho la colaboración brindada por El Salvador, Guatemala y México, para que nos brincáramos a Nicaragua, y que todos los migrantes cubanos que habían quedado varados en Costa Rica, entre los meses de noviembre y marzo de este año, pudieran continuar su paso hacia los Estados Unidos, como era su objetivo, cuando algunos de ellos pasaron la frontera por voluntad propia, jamás incentivados por Costa Rica, fueron agredidos por el ejercito, fueron devueltos al territorio costarricense. En fin, siempre es una actitud de recurrir a situaciones, manifestaciones que no construyen, que no ayudan, y vamos a ser vecinos por el resto de nuestra historia, mejor llevarnos bien que llevarnos mal.

-Usted lo acaba de mencionar, se va a un nuevo proceso electoral, eventualmente significa la continuidad de este régimen, de Daniel Ortega, con el cual habría que continuar en relaciones de alguna u otra manera. ¿Cómo aprecia Costa Rica, desde su posición de política exterior, este proceso hacia el cual va Nicaragua, sin observación internacional, con un aparato institucional bastante disminuido internamente, en cuanto al tribunal de elecciones, contraloría, fiscalía, poder judicial, jueces, con una oposición deslegitimada desde el mismo aparato electoral?

-Con gran preocupación. Somos defensores de las misiones de observadores en todos los procesos electorales. Costa Rica siempre los ha recibido. Consideramos que más bien hemos ganado de su presencia, de sus recomendaciones, de que puedan vivir con nosotros la fiesta democrática que significa un proceso electoral en nuestro país. Nunca hemos tenido ningún temor que de que nos observen de que vean como se comporta nuestra gente, nuestros centros electorales, el funcionamiento del Tribunal Supremos de Elecciones. Nos enorgullecemos más bien de que vengan y compartan con nosotros ese proceso. De modo que cuando un país se cierra a la observación internacional, llama la atención y es algo de lo que no podemos compartir. El Presidente Solís ha sido muy claro, desde que se supo la oposición de ese gobierno de recibir observadores internacionales, de manifestar su preocupación. Usted hace referencia también a una serie de elementos que son palpables, que ya han sido denunciados internacionalmente por distintos organismos, sociedad civil, y esos son principios, son maneras de actuar que nosotros no compartimos. No es parte de nuestra idiosincrasia, no es parte del día a día que vivimos en este país, y no es parte de la vida cotidiana de muchos otros países que creen en un respeto a sus ciudadanos, un respeto a la democracia y un respeto a la libertad, donde la libertad de expresarse, la libertad de pensar diferente, de actuar diferente está resguardada por la constitución pero también por la vivencia del día a día. No es solamente lo que diga la ley o lo que diga una constitución, es cómo se vive la institucionalidad de un país en el día a día, cómo se respeta la separación de poderes, cómo se tiene un Poder Judicial fuerte e independiente, autónomo. Eso es fundamental para los equilibrios de un Estado de derecho verdadero. Cuando usted empieza a ver que todas esas divisiones de poderes, esas líneas divisorias, se empiezan a poner borrosas, por supuesto eso lo que refleja como consecuencia es una concentración de poder, y la concentración de poder va en contra de la libertad, es tan simple como eso.

-Usted dice que observa Costa Rica con preocupación de lo que está pasando en Nicaragua, ¿por qué?

-Porque un pueblo libre, un pueblo sano, un pueblo contento con su país, con sus conciudadanos, trabajando armónicamente con su institucionalidad, va a ser un pueblo que viva más feliz, y pueda aspirar a mejores condiciones de vida. Sabemos que cuando en el pueblo nicaragüense decrecen sus condiciones de vida, también se genera un efecto que es un incremento en la migración de esa ciudadanía a territorio costarricense, y si bien es cierto hemos sido solidarios y receptivos de esta migración durante casi 40 años, no es sostenible, no es sostenible en las cantidades de miles de miles de personas que año a año vienen a Costa Rica, se quedan, su ingreso a Costa Rica por primera vez y también se queda. Esto no es sostenible para nuestro país, y puede eventualmente afectar también los programas sociales que tenemos. Entre mejor esté el pueblo nicaragüense, entre  mejores condiciones económicas tenga, entre mayor poder adquisitivo tenga, será gente que ya no venga a quedarse a vivir, sino que venga de turismo a Costa Rica, que hagan inversiones, que compren más nuestros productos. Nos conviene, como países vecinos, que cada uno de los dos esté lo mejor posible.

Mañana: ¿de qué depende el ingreso de Costa Rica a la Alianza del Pacífico?

1 COMENTARIO

  1. Isla Bolaños es territorio costarricense y hay que defenderla a sangre y fuego. No hay que caer en el juego de aceptar que hay a que ir a la haya a litigar su legitimidad.

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