Edgar Fonseca M., editor de www.PuroPeriodismo.com
Las FARC de Colombia –que el lunes firmaron un acuerdo de paz tras 52 años de guerra– le seguían los pasos a empresarios colombianos radicados en el Atlántico de Costa Rica y sospechaban de vínculos paramilitares en el país, admitió Raúl Reyes, entonces número dos de dicha organización, durante una entrevista concedida en un campamento de San Vicente del Caguán en el 2000.
“Tenemos información”, dijo Reyes, quien fuera uno de los máximos jefes políticos y militares de las FARC, durante una entrevista que concedió al periodista Edgar Fonseca, entonces jefe de redacción de La Nación, el miércoles 13 de diciembre de 2000, en uno de los campamentos de la guerrilla en San Vicente del Caguán, Caquetá, Colombia.
Reyes pereció el primero de marzo de 2008, a los 59 años, en un bombardeo de la aviación colombiana a un campamento en Santa Rosa de Sucumbíos, Ecuador, fronterizo con Colombia. A lo largo de, por lo menos 10 años, mantuvo intensos nexos con políticos y académicos de Costa Rica e incluso vivió aquí al menos en 1998.
Una frase suya de 2007, detectada en su agenda personal tras el bombardeo en que murió, ratificó las pretensiones de las FARC en Costa Rica y levantó alarmas al más alto nivel de gobierno, según confirmó en su momento el entonces Ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias.
El 23 de octubre de 2007, Reyes escribió que el trabajo de las Farc en Costa Rica “avanza por buen camino pese al gobierno de derecha” y ubicó al país como el lugar donde se realizarían actividades de importancia para la guerrilla en el marco de la Coordinadora Continental Bolivariana”. Ver: Costa Rica, cabeza de playa de las FARC
La presencia de las FARC en Costa Rica se asentó con esporádicos incidentes de autoridades con algunos de sus miembros, hasta llegarse a decomisar $480 mil que tenía la organización en una casa de seguridad en San Bárbara de Heredia, como fondos destinados a un plan de propaganda regional del grupo.
En febrero de 2016 trascendió uno de los más recientes y sonados capítulos de la conexión San José cuando el Fiscal General de Colombia y el Fiscal General en San José confirmaron que familiares de Jorge Torres Victoria alias Pablo Catatumbo, uno de los negociadores clave de las FARC en La Habana, poseen propiedades de lujo en Costa Rica valoradas en al menos $30 millones.
El informe 2016 de la Estrategia de Control Internacional de Narcóticos, INCSR, del Departamento de Estado de EE.UU. ratifica la penetración de las FARC en Costa Rica, por tráfico de drogas y armas.
Contacto en el Caguán
Viajamos a Bogotá el lunes 11 de diciembre del 2000 gracias a un contacto que facilitó mi movilización y la del fotógrafo Carlos Borbón desde San José, primero hasta el aeropuerto internacional El Dorado y luego hasta el pequeño poblado de San Vicente del Caguán, a una hora de distancia, aproximada, en vuelo de la empresa local Satena.
En aquella húmeda localidad al sur de Bogotá, parecida a Turrialba, –en ese momento declarada “zona de distensión”, un territorio de unos 21.900 kilómetros cuadrados, a 210 metros sobre el nivel del mar y de 60 mil habitantes–, nos recibieron contactos de la guerrilla.
Nos hospedamos en el centro de la pequeña ciudad. Aprovechamos la tarde y noche para recorrer sus calles.
En algún momento notamos un barullo de camionetas de la guerrilla. Nos acercamos y vimos que había llegado Alfonso Cano, uno de los comandantes.
Cuando nos identificamos como periodistas y le pedimos conversar se retiró molesto. Cano murió en un ataque militar el cuatro de noviembre de 2011.
Dos guerrilleros armados de fusiles nos condujeron la mañana siguiente, aquel miércoles 13 de diciembre, en una camioneta color verde olivo en un largo viaje por inmensas y solitarias llanuras hasta el campamento.
Llegamos tras unas tres horas de recorrido. En el trayecto, no dejamos de pensar los riesgos que corríamos en aquella remotidad.
En el camino, y en medio del son de vallenatos en alguna radio local, el conductor nos dio una primer pista de que sabían más de lo que imaginábamos de Costa Rica. “¿Y cómo está todo por Alajuela?, me soltó en algún momento del recorrido el chofer, dándome a entender que conocía la ciudad de los mangos. Yo voltié mi mirada al fotógrafo, con mi ceño fruncido y con un leve dejo de inquietud.
En Alajuela, según informes que trascendieron luego, operó una casa de seguridad para asistir a combatientes en recuperación de las FARC.
Con Marulanda no
Nuestro objetivo era entrevistar a Manuel Marulanda, Tirofijo, principal comandante de las FARC, y así lo habíamos gestionado en San José, pero, finalmente, fue Raúl Reyes, cuyo nombre real era Luis Edgar Devia Silva, quien daría la entrevista en la que reflejó su intensa y estrecha relación por años con figuras públicas en Costa Rica.
En diciembre de 1998 mantuvo conversaciones secretas con una misión diplomática de EE.UU. encabezada por Phil T. Chicola, entonces director de Asuntos Andinos del Departamento de Estado, según un documento desclasificado de seguridad, divulgado por el organismo independiente Archivo Nacional de Seguridad de George Washington University.
Reyes tuvo las conversaciones con los norteamericanos en un apartamento de Alvaro Leyva, un influyente político y empresario colombiano quien vivió refugiado en Costa Rica. En aquellas reuniones secretas, que se prologaron dos días, 13 y 14 de diciembre, también participó una mujer llamada “Olga”, al parecer compañera de Reyes e hija de Marulanda, quien supuestamente resultó herida en el bombardeo en que murió Reyes.
De contextura mediana, barba canosa, de 50 años, –en ese momento–, padre de tres hijos, exfuncionario administrativo de la Nestlé en Colombia, Raúl Reyes se unió a las FARC en 1980.
De lento y cadencioso hablar, nativo del departamento del Huila, su rostro, miradas y palabras no denotaban en nuestra conversación de diciembre del 2000, al líder de uno de los más temidos y violentos grupos guerrilleros internacionales, responsable de miles de secuestros y relacionado con el negocio del narcotráfico a escala mundial.
Fue cuando abordamos sus nexos con Costa Rica que lanzó la amenaza a los empresarios colombianos radicados acá. Su advertencia trascendió en momentos en que crecía la llegada de colombianos al país escapando de la violencia de la guerra y del narco.
Reyes nos concedió la entrevista en un pequeño rancho rodeado de tupida vegetación, cubierto por mantas de yute verde, bajo vigilancia de celosos guerrilleros. Conversamos por aproximadamente hora y media, al cabo de lo que nos invitó acompañarlo a almorzar carne de res embutida en rodajas, acompañada de una copa de vino tinto. Hacía un sol radiante aquel miércoles en el Caguán.
A diferencia de las miserables condiciones de la guerrilla nicaragüense de los años setenta y ochenta, encontramos a un comandante guerrillero y a sus asistentes dotados de todo avance tecnológico: parabólica, Internet, computadoras. Así coordinaron nuestra llegada.
–¿Hacia donde van las FARC en su proyecto con Colombia?, le pregunté y respondió:
–Las FARC tienen como objetivo el poder para gobernar a Colombia. Ese es el objetivo final.
–¿Es eso realista?
–Absolutamente.
Lejos estaba de imaginar Reyes, la escena de este lunes por la tarde en Cartagena de Indias, de la firma de la paz del gobierno y las FARC y la eventual inserción del exgrupo guerrillero a la vida política del país.
(Adjunto la conversación Reyes)
Espionaje a empresarios
La guerrilla marxista FARC de Colombia está atenta a la emigración de ciudadanos de ese país hacia Costa Rica; sabe de algunos empresarios que se han establecido en el sector agrícola del Atlántico y sospecha de vínculos paramilitares aquí.
“Tenemos información”, dijo Raúl Reyes, uno de los máximos jefes políticos y militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, grupo subversivo que combate desde hace 36 años. Hizo esta referencia a periodistas de La Nación en un campamento del grupo en una zona semiselvática, 600 kilómetros al sur de Bogotá.
No aportó más detalles, pero su referencia es importante en momentos en que las autoridades nacionales han verificado un incremento en la presencia de colombianos que buscan residencia en el país.
Según Reyes, ellos mantienen representación en el país, aunque en estos momentos los nexos con instancias oficiales no son tan intensos como lo fueron durante la administración anterior.
Durante la conversación, el jefe subversivo negó que costarricenses combatan junto a las FARC en Colombia. Dicho movimiento insurgente ve a Costa Rica como un país prioritario en cualquier opción de búsqueda de paz.
Precisamente aprovechó la entrevista para dar gracias a autoridades costarricenses que han colaborado en años recientes con las gestiones para hallar una solución política al conflicto colombiano.
Muy agradecido
Reyes no escatimó elogios al ex presidente José María Figueres Olsen en cuya administración (94-98), las Farc, dijo, contaron con espacio para desarrollar labor política.
Reyes incluso vivió aquí de febrero a junio de 1998 en “misión clandestina” aunque, manifestó, bajo conocimiento y autorización gubernamental.
El jefe de las Farc amplió su agradecimiento al excanciller Fernando Naranjo, a la exviceministra de la Presidencia y hoy diputada del PLN Alicia Fournier y al asesor Guido Sibaja.
Tanto por Figueres como por cada uno de los otros tres ex funcionarios preguntó a qué se dedicaban en estos momentos. ¿Está Guido de catedrático? inquirió al tiempo que mencionó que dicho exfuncionario viajó en al menos una oportunidad a los campamentos guerrilleros.
Reyes, considerado el portavoz político de las Farc, también agradeció los contactos y la atención que han tenido en sus gestiones por parte de los expresidentes Rodrigo Carazo, Rafael Angel Calderón y Oscar Arias.
Aseveró que en ese proceso se han reunido en la casa de Carazo y en la de Arias, aunque dio a entender que con este último no congeniaron mucho por “su carácter”.
Ver también: Los tentáculos de las FARC en Costa Rica
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