Vilma Ibarra, directora Hablando Claro
Los intereses geopolíticos no dieron opción alguna a la postulación de un país pequeño, tradicional aliado de Estados Unidos, para llegar a la Secretaría de la ONU.
Amén de justificaciones ya expuestas, las razones para explicar el traspié de la candidatura de corto aliento de Christiana Figueres probablemente nunca trascenderán. Pero, sí hay espacio para algo de especulación.
Lo que no requiere de interpretaciones, es que nos sacaron del juego. Costa Rica llegó al primer sondeo el 21 de julio con solo cinco votos de “desaliento” para incrementar a ocho en el segundo y a 12 en el tercero. En ese momento (29 de agosto) al menos dos potencias del Consejo de Seguridad no estimulaban la candidatura tica; una conclusión producto de la matemática pura, entendiendo que en las rondas participan los cinco permanentes y 10 no permanentes. Era el momento del retiro, aunque la salida se produjo después del cuarto sondeo.
De acuerdo con Nicolás Boeglin experto en Derecho Público Internacional, éste es un caso inusual: “o bien un capital inicial de simpatía se tornó en algo muy distinto, o bien, diplomacias mucho más aguerridas que las de Costa Rica lograron su cometido sin ningún tipo de contemplación, dejando muy expuesta la candidatura de Costa Rica”. Contemplación parece ser un término adecuado. La elección del Secretario General es un match complejísimo, desprovisto de consideraciones y subjetividades, en el que impera el juego de poder de los miembros permanentes.
Moscú tenía varias razones para no ver bien una candidatura costarricense. Un país muy cercano a los Estados Unidos, que incluso llevó recientemente al Presidente Solís a externar en la Casa Blanca la incomodidad nacional por el rearme nica con respaldo ruso. Y en respuesta, la donación más generosa de las últimas tres décadas del gobierno de Obama.
Por supuesto, Nicaragua es un socio pequeño, pero no insignificante de Putin.
Como si fuera poco, las relaciones entre San José y Moscú ya venían debilitadas: en 2014 nuestro país abanderó con Alemania, Canadá, Polonia, Ucrania y Lituania, un proyecto de resolución sobre Crimea. Figueres calificó como consistente esa postura nacional y argumentó más allá, “no solo Rusia sino también Ucrania están enfrentados en el Consejo de Seguridad; estoy segura que eso tuvo su papel en el grupo de los 15”. Finalmente, el país no tuvo representante diplomático en la capital moscovita hasta hace muy pocas semanas, lo que potenciaba un veto no expreso.
En todo caso, de acuerdo con la exaspirante, la candidatura de un país desarmado tampoco resultaba viable. “Desafortunadamente creer que los temas globales se solucionan a través de las armas es una actitud que comparten muchos países y que no comparte Costa Rica”.
De la mano con el desaliento ruso por la nominación tricolor, resultaba muy previsible que, al menos China, un fuerte aliado de Moscú, no tuviera motivación alguna para darnos impulso.
¿Habrá una mujer al frente de la ONU? Por ahora es un albur. Algo más se sabrá en el sexto sondeo de octubre, cuando se utilicen papeletas distintas para identificar las inclinaciones de los miembros no permanentes, respecto de las intenciones de los cinco permanentes; los que tienen poder de veto.
De los 12 postulantes iniciales, quedan 9. Pero ni el portugués Antonio Guterres, un experimentado de la burocracia internacional, que encabeza la lista, está seguro. ¿Será acaso el más neutro?
En el delicado juego de intereses de la geopolítica del Consejo de Seguridad, hoy hay un poco de apertura con sondeos, debates y entrevistas, pero el juego sigue siendo el mismo: depende del aspirante que calibre mejor los intereses de los cinco y, en ese sentido, nuestra candidatura fue mal calibrada.
En palabras de Carlos Murillo, especialista en Relaciones Internacionales: “Es una lección para la diplomacia costarricense y para quienes formulan su política exterior, pues se hace indispensable reconocer que el país carece del prestigio que tuvo en el pasado en el concierto de las naciones”.
Pero Christiana Figueres es empeñosa y no admite arrepentimientos “Era una causa noble y una propuesta inspiradora, pero no estaban listos…”.