“Décadas de desabastecimiento y rigores económicos nos han llevado a un plano de sobrevivencia donde los alimentos son el centro, la obsesión, y la meta de millones de seres que habitan esta isla”, denuncia desde La Habana, la bloguera disidente Yoani Sánchez, editora del sitio 14ymedio.com.
“Esa ofuscación –añade– muchas veces no nos permite ver más allá, porque “con la barriga vacía, quién va a pensar en política”, diría cualquier filósofo materialista”.
“El problema es que “hambre una vez, hambre siempre”. Cuando una lengua de fuego sube por el esófago, unos granos de arroz ocupan el centro de los sueños húmedos y unas migajas de pan se convierten en el techo de vuelo, es inmoral hablar de algo que vaya más allá de saciar el apetito”.
“Hemos quedado condenados, como pueblo, a la masticación, los jugos gástricos y la digestión. En ese proceso hemos perdido lo que nos hace humanos para pasar a ser criaturas de corral, más pendientes de la campana que anuncia la cena que de nuestro derechos a la libre asociación o expresión”, expone Sánchez.