Con el desafío de clasificar a Costa Rica al Mundial Rusia 2018, el técnico Oscar Ramírez quiere sellar la leyenda de su carrera. Pausado, pensativo, contenido en emociones, afirma muy bien sus pies en la tierra.
Edgar Fonseca, editor PuroPeriodismo.com
San Rafael de Alajuela, Proyecto Gol-Es el reto de su vida. Y lo asume sin dudas. Sin pestañear.
El reto mayor de su ya vasta carrera deportiva de 33 años en el fútbol profesional de Costa Rica, primero como jugador y luego como técnico.
Oscar Ramírez Hernández, de 52 años, recién cumplidos, me atendió con calma al mediodía de aquel nublado, oscuro y lluvioso jueves 24 de noviembre, horas antes de que el huracán Otto golpeara con furia en el norte del país.
Una modesta silla, con una pizarra blanca a sus espaldas, en el pequeño y oscuro auditorio de la Federación Costarricense de Fútbol en el proyecto Gol, San Rafael de Alajuela, le sirvió de emplazamiento por dos días consecutivos al director técnico de la Selección Nacional de Fútbol, para atender a una legión de periodistas locales a quienes concede espacios de 15 minutos y a quienes escucha y responde con paciencia y atención.
Ramírez no deja de paladear esos seis puntos iniciales cazados ante Trinidad y EE.UU. en la primera ronda de la hexagonal eliminatoria de CONCACAF hacia el Mundial Rusia 2018 pero no cae en triunfalismos. “Es peligroso”, dice, y así se lo infunde a sus jugadores y a la afición.
Bautizado con fuego, a sus 26 años, con la primera Copa Mundial a la que asistió el país en Italia 90, Ramírez sostiene que, en acontecimientos como esos, sobresale el carácter del jugador costarricense.
“En Italia nos menospreciaban”, recuerda para contraponer los logros deportivos desde entonces y el reto sobre sus espaldas de dar continuidad a la gesta de Brasil 2014. “De que no haya un bajonazo”, se cuida.
“A Keylor lo tuve en Saprissa en una etapa donde él era un muchacho joven. Le pateaba a marco. Tuve a Randall (Azofeifa), tuve a Bolaños (Christian), novatos. Ellos me conocen y saben cuál es mi forma. Igual con la gente de Alajuela, con algunos muchachos más nuevos, al intercambiar con ellos juntos, tengo que ser simple, verlos normales, como seres humanos”, me responde cuando le pregunto cómo hace para manejar un combinado con jugadores que tocan el cielo en el Real Madrid o se curten en la liga local.
Ramírez habla de frente, a veces más rápido, en tono bajo. Gesticula poco. Nada que ver con La Volpe, grandilocuente. Ni con Pinto, estridente.
Ramírez habla, eso sí, convencido del mensaje que transmite, de su experiencia y trayectoria y del promisorio momento que vive en el arranque de la hexagonal.
Sacrificio, mucho estudio, trabajo fuerte y responsabilidad, son sus ejes en la tarea. Una tarea ante la que una afición y un país entero vuelcan hacia él sus ojos cada vez que entra a las gramillas eliminatorias, hace una leve genuflexión, roza el zacate, se persigna y da otro paso en el reto de su vida…
La cuadrangular de la muerte
¿Se imaginó usted en el inicio del proceso encontrarse con un despegue tan auspicioso en cuanto la eliminatoria de esta hexagonal?
-Uno planifica para hacer las cosas bien. El tiempo para enfrentar la primera cuadrangular, la “cuadrangular de la muerte”, donde estaba Jamaica, Haití y Panamá, era muy corto. Me dio cierta referencia y a la vez ver el trabajo, lo que se planificaba y la citación principalmente del grupo hacia un estilo, es decir. Hay cosas que venían de un proceso anterior y hay un análisis que se hace. Hay cosas también muy similares a las que yo realizaba, que yo venía manejando y me encuentro similitudes, por ejemplo más en lo defensivo. Sí sentía en algún momento que necesitaba un poco el tema de la posesión del balón. He insistido mucho que es una forma de controlar partidos, no dejársela mucho al rival. Entonces fui buscando un estilo también consciente que había que hacer cierta transición de acuerdo a lo que yo quería, porque se necesita cierto tipo de jugador también. Algunos me servían, otros ir mirándolos y darles la oportunidad que se mostraran y, a la vez, ir tomando decisiones. Se planificó bien la cuadrangular. Se logró lo que se hizo y fui conociendo también más al grupo, que es importante y, a la vez, el grupo hacia mi persona. Lo importante es que ellos están muy contentos con lo que se quiere, con el estilo. Ellos disfrutan venir acá y estar en el país y, a la vez, trabajar de la forma como lo hacen y con el sentido de lo futbolístico. En este primer microciclo de la hexagonal, sabíamos, por ejemplo lo de Trinidad. El Caribe siempre nos ha costado, el entorno, la humedad, siempre ha sido una limitante a enfrentar. Había una manera de controlar eso con la posesión. Viendo un poco que Trinidad regalaba de alguna manera control de juego, siendo su virtud las transiciones de defensa a ataque, donde realmente era la conexión con el público, esa parte había que neutralizarla. Lo aplicamos muy bien en el primer tiempo y luego con el desgaste y con los muchachos pues vino ese triunfo allá. Sí visualizamos, que podíamos traernos esos tres puntos.
Estoy donde pensaba
-En su trayectoria de más de 33 años en el fútbol de Costa Rica, ¿este proceso rumbo a Rusia 2018 es su mayor reto personal profesional?
-Sí, claro. Siento que he caminado una etapa de futbolista, luego de asistente y tener experiencia como entrenador, desarrollarme como entrenador es la parte que me queda. Se me da un reto tan importante como es asistir a un mundial, asumir una selección que viene de un mundial muy bueno, darle continuidad. Que no haya un bajonazo, que no haya una situación “equis”, darle estabilidad, irle incrustando jugadores nuevos, el estilo que le gusta a ellos, con los resultados, también. Es un crecimiento y una parte de conocimiento que me da para pensar en grandes cosas, al momento de asumir. Lo visualicé, lo contemplé, después el desarrollo y lo que es la cancha nos ha ido dando la razón. Ahora estamos en esto. Usted me preguntaba por lo seis puntos: sí los contemplamos, sin jugar de pretencioso, pero sí visualizamos que podíamos sacar los tres puntos en Trinidad y ganar el partido acá a Estados Unidos que es una regla, ganar en casa y buscar puntos afuera. Y ahora también, ahora que se avecinan estos dos partidos de marzo, todo este proceso que hemos tenido, jugar un mano a mano contra Colombia, contra Rusia, me da tranquilidad, sin pasar a algo de presuntuoso, de saber que podemos buscar esos partidos, sacar algunos puntos ahí, que nos daría una estabilidad tremenda en el siguiente microciclo, que nos tocarían dos partidos en casa. Entonces sí, sí hay una planificación, sí se buscan las cosas y gracias a Dios que nos confirma que se ha hecho bien.
Estoy para guiarlos
-Usted mencionaba el manejo de un grupo que viene de una gran performance en el reciente proceso de Brasil. ¿Qué significa para un técnico como usted, combinar esa mezcla de valores con figuras como Keylor Navas, Bryan Ruiz, Joel Campbell y otros jugando en ligas de Asia, de Francia, de Estados Unidos, incluso del mismo ámbito local?. ¿Qué significa lograr esa amalgama y al final salir a la cancha?
-Sí, es un reto muy bonito. Tal vez hay un lenguaje futbolístico y creo que voy, también, al sentimiento futbolístico, para hablarlo de alguna manera. Cuando uno habla con los muchachos, siento o trato de meterme en la persona que tengo al frente, tratar de sentir lo que ellos están razonando y hacerles ver que esa sensación la tuve en cierto momento, que es una experiencia, un consejo o una pregunta que están sintiendo para saber qué es y poder guiar. Usted me hablaba de Keylor, lo tuve en Saprissa en una etapa donde él era un muchacho joven, le pateaba a marco. Tuve a Randall (Azofeifa), tuve a Bolaños (Christian), novatos. Ellos me conocen y saben cuál es mi forma. Igual con la gente de Alajuela, con algunos muchachos más nuevos. Al intercambiar con ellos, tengo que ser simple, verlos normales, como unos seres humanos. Está el sentimiento de jugador, me ayuda mucho a que esa comunicación sea entendible y con sentimiento, que no es algo demarcado, obligatorio. Me gusta ser flexible. Quiero sentir lo que ellos piensan. Por ejemplo, hay decisiones tácticas, donde la toma de decisiones es muy de ellos. Se trabaja sobre una cosa, pero todas las situaciones no son iguales, puede venir una, pero que ellos tengan la tranquilidad de que pueden tomar la decisión, sabiendo que lo están haciendo para buscar el beneficio. Muchas veces hay técnicos que limitan y dicen “es así” y al jugador a veces le cuesta porque no todas son de una misma forma.
Esta es mi huella
-¿Cuál es la huella que desea dejar en el futbolista costarricense y el fútbol de Costa Rica tras vivir una experiencia como esta eliminatoria?
-Estoy en medio de dos corrientes: la muy técnica, la muy futbolera, la de los setenta para atrás, donde la habilidad, el buen fútbol, el toque era nuestra identificación y desarrollé, también, la parte física, táctica, del 80 para acá. Tengo las dos corrientes. No soy ni muy físico, táctico, ni muy futbolero. Tengo un equilibrio donde siento que hay que rescatar un poco el tema de balón, que es muy nuestro y que la gente antes disfrutaba mucho, sin ser de lucirse, porque hay gente que lo hacía para lucirse, sin importarle el equipo. Hay momentos para lucirse, haciendo un beneficio para el equipo. Esa parte de identificación el jugador tiene que tenerla clara y luego viene la táctica que ya es el tema de sistemas. Tengo esas dos corrientes, soy equilibrado en eso, y es lo que quiero plasmar. Que el equipo sepa tener el balón, jugar futbolísticamente bien como equipo y luego lo táctico, que hay momentos, porque un partido nunca es igual, ni “presionante”, ni solo tener la bola, sino que son momentos. El fútbol es muy determinante para tener vos más confianza, para seguir en lo que te está funcionando o, ante la adversidad, hacer variantes o el mismo sistema para volver a buscar la equidad. Hay un juego mental colectivo, que muchas veces es lo que más cuesta.
La llama de Italia
-De esa vasta trayectoria suya, en el fútbol de Costa Rica y el fútbol internacional, hay acontecimientos en particular que marcan a los equipos, a una selección, a un jugador. Usted es de la generación de Italia 90, ¿lo marcó Italia 90?
-Sí, claro, en el tema de saber jugar en equipo. Una de las cosas que mejoramos fue eso, decirnos las cosas de frente. También, muchas veces las reuniones aquellas donde se hablaba, se hacían comentarios y la unión, de ahí parte mucho la historia. El otro día, en una charla explicaba un poco lo del famoso William Walker, que venía con ejercito preparado y que nosotros siempre campesinos vamos y enfrentamos y los derrotamos. El tico tiene mucha capacidad. Lo que nos cuesta muchas veces es unificarnos y que, con esas fuerzas, hacerlas lo más fuerte todavía con esa capacidad que tenemos y enfrentar muchas situaciones. Cuando nos ha tocado muchas veces, como ahora que pasó en el mundial, o como nos pasó en Italia, que nos menospreciaban, el tico se cerraba y quería demostrar y se hacía de una forma colectiva. Ha hecho sucesos deportivos importantes, y alguna gente se cuestiona, y dice ¿cómo?, ¿si ellos no tienen esto?, ¿no tienen lo otro?, y ¡nosotros con esto y lo otro y hacen esto! Es una historia que está marcada con hechos reales, deportivos. Podemos hablar de Italia y, ahora, lo de Brasil.
Hombre precavido…
-Como técnico, este quizá es uno de los puestos más crueles laborales, hoy están, mañana no. Acabamos de ver la experiencia de Klinsmann, ¿cómo analiza usted esa experiencia en una función tan caliente?
-Es un tema de no aflojar, en el buen sentido de la palabra. Hay que crear una metodología. Hay que crear un trabajo que te dé. Muchas veces mucha gente me dice :“es que estudia mucho”. Es que yo necesito saber, trato de meterme en lo que piensa el técnico rival viendo partidos, tal vez una capacidad mía innata de que al ver partidos, me voy metiendo y comprendo mucho de lo que quiere o lo que está tratando de manejar el técnico con su selección, veo lo mío, comparo y hago deducciones y dónde poder golpear, de acuerdo a una planificación del partido. Esa parte me da mucha tranquilidad. Igual se la expreso al jugador, porque yo se la comunico visualmente, lo hacemos en cancha. Entonces el jugador ya ha jugado el partido antes de llegar a ese partido; ya en los entrenamientos lo ha visualizado como se puede desarrollar. No lo agarra de sorpresa ninguna situación. A veces pequeños detalles individuales que son innatos del rival que es muy difícil, pero se trata de detectar, entonces se advierte, se contempla. Por eso es lo de estudiar. Toda esa parte no puedo disminuirla, no puedo creerme que ya saben, que lo otro, sino tengo que mantener una constante, que me da la tranquilidad y viendo lo que ellos desarrollan para pensar que van por buena senda.
El triunfalismo es peligroso
-Finalizado el partido ante Estados Unidos, esa paliza de 4-0, que se considera histórica, usted dijo que no había que entrar en triunfalismos. ¿Cómo contener cualquier expectativa en ese sentido en el grupo porque la eliminatoria es larga?
-En el fútbol sabemos que esto del triunfalismo siempre es una variable muy peligrosa. Acordate de aquella eliminación en Estados Unidos en el último minuto, ya se tiene esa experiencia. Hay gente grande que también la tiene y, de hecho, al comunicársela a ellos es reafirmar algo que saben. Igual los medios de comunicación con la afición. Está bien que la afición disfrute el momento, porque son momentos que hay que disfrutar, pero sabiendo que necesitamos como lo están haciendo. Hay un hecho que marca mucho, aquella famosa eliminatoria donde la nevada, la injusticia, el que nos estaban oprimiendo, hizo que la afición se unificara con los muchachos de la selección y dar ese apoyo constante. Creo que es un amarre, que Dios quiera que siga, porque es así. Creo, también que hay una generación de aficionados que ya entienden que estamos luchando contra grupos poderosos, no se si llamarlos televisivos o de organización, donde es más valioso 100 millones, 140 millones que apenas cuatro y medio. Toda esa situación nos ayuda a unificarnos. Creo, como se dio el otro día, la afición fue con esa parte de ayudar constante. El jugador lo siente, apela a dar su mejor rendimiento todavía y eso cuesta mucho. Por eso cuando los ticos nos unimos y vamos todos para adelante, sin molestarnos entre nosotros, es fuerte. La experiencia me ha dicho que vamos en una senda, y eso es lo que te digo de la afición, de mantener esa constante. Van a haber momentos difíciles, donde las cosas no salgan, porque es fútbol y son momentos que se dan, pero si mantenemos eso, nos va ayudar mucho.
A Honduras vamos por puntos
-Habla de momentos difíciles. La eliminatoria es larga, de altos y bajos, con adversarios como México, Panamá y hay un cierto morbo en esta eliminatoria, enfrentar a Pinto en Honduras. ¿Cómo ve usted esa eventualidad de encontrarse con quien acaba de hacer todo un performance en Brasil?
-En lo personal no tengo ningún resentimiento, ningún enojo, ni nada, simplemente es un colega que estuvo en el anterior puesto, bueno, estuvo Chope primero, y el segundo, asumo yo. El tema es lo externo, como terminó el cese de él y todo, ciertos nubarrones ahí en el aire. En lo personal no me tengo por qué meter, sino que simplemente sigo haciendo con Panamá o con Estados Unidos o con lo otro. Tal vez si ese morbo, en algún momento, está incidiendo en algo o siento cierta inquietud de los jugadores, tendré que ver. Lo tengo contemplado, ya he hecho mi ejercicio de cómo tratar de controlar, porque no nos serviría. Sería un tema de un revanchismo tonto. Son momentos del fútbol, quedan muy buenos recuerdos, puede que hayan quedado algunos malos, pero todo pasa y la vida sigue pero nosotros tenemos que tener la cabeza bien clara en cuanto a lo que va a ser ese partido, porque sí necesitamos traernos puntos de ahí.
-¿Qué debe esperar la afición de la labor de Óscar Ramírez al mando de la selección nacional de fútbol?
-Mucho sacrificio, mucho estudio, sé que es un trabajo muy fuerte, de mucha responsabilidad. Que eso sí lo tengan claro, que voy a hacer mi mayor esfuerzo para que se siga dando como se está dando, y que ocupo de ellos. Que los jugadores sientan su apoyo. Es un apoyo muy bonito, incondicional que se da. Conscientes de saber que no es molestarnos entre nosotros, abuchearnos, silbar a los nuestros jugadores, sino que es contra el rival. Que hay muchos intereses. Que en la economía del país es importante que la selección vaya a un mundial. Hay muchos campos que se rehabilitan otra vez o se fortalecen. El país está contento y necesitamos esa parte de apoyo incondicional. El jugador lo entiende muy bien y trata de expresar lo mismo hacia ese apoyo. Toda esa parte nos ayudaría muchísimo a que se dé la clasificación.
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Una leyenda
“Ser leyenda de un club es algo especial, pero serlo de dos, que además son rivales, es algo que pocos consiguen. Es el caso de Oscar Ramírez, que fue ovacionado por las hinchadas de los dos gigantes de Costa Rica: Saprissa y Alajuelense. Con esos clubes jugó 14 de sus 17 años como profesional”.
Así resume la carta de presentación de Ramírez en la Copa América Centenario celebrada este 2016 en EE.UU., mítico torneo que le dejó un agridulce sabor al flamante técnico tico, en particular al ser vapuleado 0-4 por EE.UU. y quedar fuera en la primera ronda.
“Ramírez –añade el sitio de la Copa– también fue miembro de la selección nacional con la que jugó 75 partidos entre 1985 y 1997, siendo parte de la escuadra que participó en el Mundial de 1990, el primero en la historia de Costa Rica. Como entrenador fue asistente de Hernán Medford en Saprissa y luego en la selección en 2006. Después tomaría las riendas del Alajuelense, con el que ganaría seis títulos en dos diferentes etapas. Su éxito lo llevó a ser el director técnico de la selección en 2015”.
Su carrera, como mediocampista, se remonta al 13 de noviembre de 1983 cuando, a punto de cumplir 19 años, debutó en la primera división con Liga Deportiva Alajuelense en un partido frente a Ramonense. Una semana después anotó su primer gol ante el desaparecido Municipal San José.
En 1993 reventó las pasiones al firmar con Saprissa. Jugó con Belén. Retornó a la S y se retiró en el 2000 con Guanacasteca en segunda división.
Dirigió a Belén, fue asistente técnico en Saprissa y en la Selección Nacional. Dirigió a Alajuelense y en 2015 asumió el reto de su vida, la dirección técnica de la Selección Nacional de Fútbol con un único objetivo, el Mundial Rusia 2018.
“En el 2014, los Ticos impresionaron y pusieron en alerta al mundo entero cuando llegaron a los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA en Brasil. Dos años después, Costa Rica sigue siendo un peligro para muchos de los países más grandes del fútbol”, destaca el sitio de la Copa América Centenario.
Oscar Ramírez sabe lo qué se juega.
Otras fuentes consultadas:
FIFA.com
Copa América Centenario 2016
Wikipedia
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