Asediado por las crecientes denuncias de la farsa electoral del seis de noviembre, una revuelta campesina aplastada a sangre y fuego y reiterados choques con grupos irregulares en el norte del país, el recién reelecto presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, busca legitimidad internacional en el secretario general de la OEA y, más recientemente, con guiños que lanzó al Presidente Luis Guillermo Solís.
Así lo planteó esta semana al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador tico en Managua, Eduardo Trejos Lalli, cuando anunció que busca normalizar relaciones con San José. En el mismo acto presentaron credenciales emisarios de la Federación Rusa y de la Unión Europea.
Hasta ahora no ha habido respuesta del Presidente Solís.
En Managua crece la protesta pública contra el régimen.
“La represión generalizada desatada por el régimen Ortega-Murillo para impedir una movilización campesina hacia Managua, representa la segunda gran derrota política de la dictadura familiar este año, después de la jornada nacional de protesta que se plasmó en la abstención masiva en las elecciones del seis de noviembre”, denunció el influyente editor opositor Carlos Fernando Chamorro, director del sitio Confidencial.
El Obispo Juan Abelardo Mata, de la Diócesis de Estelí, documentó ante el secretario de la OEA, Luis Almagro, la corrupción institucional, electoral sobre la que se basa el régimen de Ortega.
“Le hago ver al señor Almagro, la última elección del 2016, que presenta todos los vicios y resultados de las anteriores elecciones, incluyendo la candidatura de Rosario Murillo, esposa del ilegal candidato y presidente (Daniel) Ortega”, dijo el prelado, según el diario La Prensa.
Quiere venir a San José
En su recepción con nuevos diplomáticos, Ortega pasó por alto el creciente cuestionamiento a su nuevo mandato. Más bien aprovechó para decir que está dispuesto a normalizar relaciones con Costa Rica y el presidente Solís.
“Quiero visitarlo, me gustaría saludarlo, visitarlo, manifestarle todo esto que les estoy diciendo, invitarlo también a Nicaragua, cuando él quiera venir que venga, es decir, que podamos, digamos, normalizar nuestras relaciones, porque hay que admitirlo, no hemos logrado normalizar nuestras relaciones”, manifestó Ortega sobre el presidente Solís durante la atención a los nuevos diplomáticos, según el sitio gobiernista el19digital.com.
El gobernante nicaragüense dijo –según dicho sitio– que en cambio sí se mantienen normales los lazos comerciales, los temas de seguridad, la lucha contra el narcotráfico, el intercambio interparlamentario y la seguridad fronteriza. En este punto, subrayó que recientemente cuando el huracán Otto azotó a Nicaragua y a Costa Rica, ambos países efectuaron coordinaciones para enfrentar el fenómeno.
“Yo no veo razón alguna como para que no demos el paso de poder conversar, abordar, lo que son todos aquellos temas que nos unen, porque son mucho más los temas que nos unen que los temas que nos distancian a Costa Rica y a Nicaragua”, agregó.
Aviones de Cuba con armas
Ortega no dejó pasar la ocasión para ratificar que durante la revolución que derrocó en 1979 al dictador Somoza, aviones de Cuba cargados de armamento usaron el espacio aéreo de Costa Rica, autorizados por la administración Carazo y a pesar de la presión de EE.UU.
“Fue fundamental el apoyo de Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, y por supuesto, del Comandante Fidel Castro, de Cuba, quienes enviaban armas a través de Panamá. Recordó que en ese momento llegó la presión de Estados Unidos, pero que aun así, el presidente Carazo, permitió el paso de los aviones desde Cuba hasta Costa Rica,de tal forma que desde Costa Rica empezó a llegar armamento para los frentes guerrilleros”, dijo Ortega.
Señaló que Nicaragua en su lucha revolucionaria le debe mucho a José Figueres, Presidente de Costa Rica, ya que éste le entregó armas al Frente Sandinista, siendo el primer armamento de gran calibre con que hasta ese momento contaba la guerrilla.
Según Ortega, en la última etapa de la lucha fue determinante el apoyo de Figueres, como también del presidente Rodrigo Carazo Odio.