Edgar Fonseca M., editor www.PuroPeriodismo.com
Benito Floro, experimentado entrenador español y extécnico del Real Madrid, ancla en la tierra del Pura Vida.
¿Cuál será su suerte, a partir de este lunes, cuando inicie la tarea de rescatar el rumbo de Liga Deportiva Alajuelense, uno de los históricos del fútbol regional, náufrago?
Nadie puede aventurar el destino que le aguarda a este veterano técnico asturiano, pero no deja de guardar particular coincidencia que, hace 26 años, de la mano de un guardameta tico, de fabuloso paso por el Mundial Italia 90, Floro despegó en el exigente mercado deportivo español.
Hoy, aquel guardapalos, Gabelo Conejo, entrenador de porteros de la selección mayor de Costa Rica, ha servido de contacto clave para que Floro, tras un tormentoso paso por Canadá, se decida a aceptar otra partida con la historia de su extensa, y no exenta de polémica trayectoria en cuatro continentes.
Floro no debió ser contratado solo por Alajuelense…
Un director técnico de su fuste debió ser traído, ha rato ya, por la dirigencia de la Federación Costarricense de Fútbol, si se tomaran en serio planes de renovación, de desarrollo y consolidación del fútbol tico en el mediano y largo plazo.
Planes en los que debería andar enfrascada una dirigencia visionaria que le apueste, en conjunto con el cuerpo técnico que dirige Oscar Ramírez, a una transformación profunda, estructural de nuestra paupérrima propuesta futbolística.
Floro, con sobrada razón, retrata a nuestro fútbol como de quinta categoría en el concierto mundial, según una esclarecedora entrevista, de fin de año, en Marca de España.
Y ya que inesperadamente, ancla acá, la Fedefútbol debería entrar de inmediato en algún acuerdo con la dirigencia manuda para que su presencia, su experiencia y su sapiencia, no pasen en vano.
No en vano llevó al mítico Real Madrid a acreditarse en su etapa como técnico merengue, 92-93, la Copa del Rey y la Supercopa de España.
No en vano hizo historia aquel domingo 9 de junio de 1991 en el estadio Carlos Belmonte, cuando elevó por primera vez al Albacete a la máxima categoría del fútbol español, con Gabelo haciendo historia de la buena.
No en vano ha hecho cartel, a lo largo de casi 40 años, como técnico en cuatro continentes, más recientemente en Canadá de donde los dirigentes lo echaron, porque no les cumplió con el resultado que buscaban de inmediato: entrar en la hexagonal premundialista rumbo a Rusia 2018.
¡Pecado mortal!, y “al carajo” un proceso del que hizo surgir, por primera vez en la historia del fútbol canadiense, a 77 nuevas figuras en tan solo tres años.
¡Qué no haría –pensamos– en las canteras ticas!
Nadie puede vaticinar que le espera a este quijote futbolero en esta tierras.
Pero su sola presencia sacude a este bendito país, futbolero hasta el tuétano.
De ahí el terremoto de fin y principio de año en medio de la tamaleada.
Su sola llegada zarandea la mediocridad de dirigentes y “expertos” atrincherados en los cuatro valles intermontanos. Zarandea, desde ya, su chota.
La Liga cruza el Atlántico en busca de un milagro.
“Tener y perder es la común vicisitud”, dice Borges.
Con Floro llega al país un profesional del fútbol serio, apasionado y perfeccionista en su oficio, dicen quienes le conocen.
“Benito Floro es perfeccionista y es honrado con su trabajo. Él se toma el fútbol en serio, se toma su tarea en serio y si ve que no puede hacer las cosas como le gustan, se va”, advierte el veterano cronista español, Alfredo Relaño, director del diario deportivo As de Madrid.
Ignoramos si en el plazo fatal del torneo que se avecina, de apenas un cuatrimestre de historia, sentirá el filo de la guillotina.
Pero su sola presencia debería hacer meditar a los dirigentes la conveniencia y relevancia de decisiones trascendentales para las nuevas generaciones futboleras.