Jorge Luis Chaves Cambronero, periodista *
Mario McGregor Blake, el mejor narrador de fútbol de Costa Rica, falleció este viernes 13 de enero del 2017, de problemas cardíacos y un paro cardiorrespiratorio.
Tenía 59 años, nació el 24 de marzo de 1957, y al parecer en las últimas tenía frecuentes problemas de respiración. Su fallecimiento se produjo a tempranas horas de la tarde, 1: 30 p.m.
La radio deportiva y especialmente la seguidora del fútbol, ha quedado impactada ante la noticia, pues McGregor se encontraba en la cumbre de su exitosa trayectoria de la narración. Apasionado de la selección y seguidor del equipo limonense, Mario nació en Limón pero creció en Paraíso, poblado del cantón de Talamanca, en la ruta de tren hacia Sixaola.
Jugó fútbol pero muy niño se inclinó por narrar las mejengas de su pueblo natal, hasta convertirse al día de hoy en una leyenda de la narración.
Casado dos veces, hace poco enfrentó con dolor y estoicismo, la trágica muerte de su hija en un accidente automovilístico, pero fiel a su espíritu de lucha siguió con su quehacer diario. Pero su salud, afectada desde enero de 1.993 cuando debió ser atendido y hospitalizado por una semana en el Hospital San Vicente de Paúl de Heredia, después de una transmisión de fútbol, se deterioró en los últimos días.
Laureado internacionalmente con cada mundial de fútbol al cual asistía, Mario tuvo la virtud de expresar de frente sus opiniones, incluso con palabras rudas y causantes de reacciones entre los ticos.
Eso le generó admiradores, pero también detractores. Pese a ello, Mario McGregor se mostraba cálido y hasta agradecido con la gente que lo tenía como su preferido en la narración. Es curioso, siempre ponderó extrañar al “Capo” Javier Rojas González como comentarista en sus narraciones, y en infinidad de ocasiones nos dijo que no habrá otra yunta radial como la que formaron ambos, especialmente en la eliminatoria mundialista y posterior mundial de fútbol Italia 90, al cual Costa Rica asistió por primera vez en su historia.
Extrañaremos a Mario, porque a pesar de sus ramalazos y risas estrambóticas, pocos ticos y limonenses como él, siempre firme y directo en sus convicciones.
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