Se ha llevado todos los elogios desde que comenzó la cacería contra los implicados en el caso Lava Jato, allá por el 2014. Sergio Moro, por aquel entonces juez de primera instancia de Curitiba, ordenó abrir una investigación contra Alberto Youssef y 97 personas implicadas en el proceso denominado Banestado. La trama de corrupción al interior de la estatal Petrobras lo fogueó en el oficio y desde entonces no se ha detenido ni siquiera ante al expresidente Lula da Silva, acusado de recibir millonarias coimas de Odebrecht, destaca un informe especial de la revista Caretas de Lima, Perú.
Este mismo personaje, a quien en las calles de Brasil llaman “El Salvador”, fue la estrella del seminario internacional “Corrupción y Estado de Derecho”, que se desarrolla en Lima hasta el 24 de febrero. Invitado por la Unión Internacional de Magistrados (UIM) y la Federación Latinoamericana de Magistrados (FLAM), Moro disertó ayer sobre un tema que conoce de sobra: “Democracia y Corrupción Sistémica”. Sus más de 100 condenas en 24 fases del caso Lava Jato lo convierten en un experto deshojando las pieles de la corrupción, añade el informe del periodista César Prado de Caretas.
“No existe una salvación nacional, no existe un hecho o una persona que vaya a salvar al país. Por su escala, un caso como Lava Jato sí puede ayudar a mejorar la calidad de la democracia”, había dicho Moro al diario O Estado de Sao Paulo semanas antes de la trágica muerte de su colega, el juez supremo Teori Zavascki, ocurrida el 20 de enero último, cita la revista peruana.
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