De veras, ¿hay viraje?

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Edgar Fonseca, editor PuroPeriodismo.com

Satanizaron la concesión de obra pública como alternativa clave para el desarrollo del país.

La atacaron.

La cuestionaron.

La zarandearon.

La pisotearon.

Y la lincharon ante la opinión pública. La colgaron de puentes, en parques y plazas públicas.

Así la sentenciaron como el enemigo público número uno de nuestro desarrollo.

Y, ¡ay de quien osara defenderla o promoverla!

¡Corrupto!, le espetaban, sin decir agua va.

Fue uno de los caballos de batalla del PAC, y de los extremistas con quienes han andado en concubinato escandaloso en este cuatrienio.

Y así dejaron a San Ramón, a Palmares, a Naranjo y al resto de comunidades del occidente y al noroeste del país sin una nueva carretera.

Los engañaron.

Y los tienen cuenteados con un fideicomiso para la eternidad.

Y, si por ellos fueran, se traían abajo la concesión del aeropuerto Santamaría.

Y, no pudieron torpedear la concesión de la megaterminal portuaria de Moín porque ya era un trato legalmente consolidado.

Por eso cuando anuncian, con un tono faraónico, el “primer paso” de la superterminal aérea de Orotina, salta la duda: ¿de verdad, hay conversión de la alta dirigencia del PAC y del gobierno?

¿Creen ahora en la concesión de obra pública como un instrumento ineludible para el desarrollo?

“El nuevo Aeropuerto Internacional Metropolitano de Costa Rica es viable desde el punto de vista financiero mediante una asociación público–privada que involucre el 100% del financiamiento con  base en recursos que no provengan del Estado costarricense“, admitió la Presidencia en un párrafo perdido en la fastuosidad del anuncio.

Reconoció la absoluta imposibilidad para el Estado de asumir una obra de estas proporciones en un país que  tardó ocho años en reparar un hueco en un puente.

De veras, ¿hay una sincera conversión política, ideológica, de quienes hasta hace apenas 10 años adversaban, lanzados a las calles, casi llevándonos al borde de una lucha fratricida, la apertura del país, pero que ahora la ven necesaria por los centenares de miles de empleos que generan decenas de multinacionales asentadas acá?

¿Será cierta esa conversión o será tan solo un “movimiento de cintura o de cadera” por la campaña en que andan enfrascados?

De ser cierto el viraje, pareciera que, tras experimentar la cruda realidad de la gestión de gobierno; tras ver los desafíos y oportunidades de estos tiempos, y, ¿por qué no?, tras olfatear algún botín electoral, surge, al fin, un atisbo de pragmatismo y de sentido común de su parte.

De ser cierto ese viraje, bien por el país que no merece perder un minuto más en ese anegamiento en que nos han tenido todos ellos por ya 15 largos años mientras Panamá, para no ir muy lejos, nos dejó botados, miserablemente.

Punto final– Keylor Navas toca la gloria y honra al país. Todo un desafío de crecimiento personal y profesional para las presentes y futuras generaciones. Toda una lección globalizante para nuestros mediocres politiquillos.