“En el gobierno del Partido Acción Ciudadana no ha habido, ni se ha producido, un cambio político institucional que lo distinga de los anteriores gobiernos, que lo destaque como un parteaguas electoral en la historia nacional a partir del 2014, más allá de haber llegado al gobierno, y formar parte desde entonces del tripartidismo gubernativo nacional, de los tres partidos que han gobernado Costa Rica desde 1982“, dice el veterano analista e ideólogo de izquierda, Vladimir de la Cruz, al otear posibles escenarios de desenlace en las próximas elecciones.
Vladimir de la Cruz, analista
¿Cuáles son los escenarios electorales que les toca enfrentar a los partidos políticos y a sus candidatos el próximo domingo 4 de febrero del 2018?
En primer lugar está el escenario de desplazar al Partido Acción Ciudadana del Poder Ejecutivo, de la Casa Presidencia del Zapote, de sacarlo de la conducción del Gobierno de la República.
En este objetivo político están todos los partidos políticos que tienen ya, y que nombrarán próximamente, candidatos presidenciales, es decir, todos los partidos que tienen carácter nacional con candidatos presidenciales.
Son los partidos que luchan por el llamado control del Poder Político nacional, que se expresa en el Poder Ejecutivo, en el control de la conducción de los ministerios y de las Juntas Directivas de las instituciones del Estado.
De los partidos nacionales que ya han definido su candidato presidencial están Liberación Nacional, con Antonio Alvarez, la Unidad Social Cristiana, con Rodolfo Piza, Nueva Generación, con Sergio Mena, el Republicano Social Cristiano, con Rodolfo Hernández, Integración Nacional, con Juan Diego Castro.
Están por definir en Convenciones cerradas, o aprobar en Asambleas Nacionales, sus candidatos presidenciales el Movimiento Libertario, Acción Ciudadana y el Frente Amplio.
Otros partidos, con carácter nacional, no hacen sonar aún sus posibles candidatos, y hay partidos que todavía no han terminado de completar sus procesos electorales con este propósito de inscripción.
Por la vía de la Convención electoral abierta, a padrón nacional, para escoger su candidato, solo Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, asumieron ese reto. Pusieron en tensión todas sus estructuras, organizaron todas su bases, postularon entre 16.000 y 22.000 personas, respectivamente, en sus diferentes aspiraciones internas, con lo cual amarraron desde ahora sus combatientes electorales de primera fila. Saben que tienen un piso de arranque de 420.000 y alrededor de 200.000 votantes, cada uno de estos partidos, que tienen que motivarlos para que se multipliquen para alcanzar los casi 900.000 votos que se necesitan para ganar el 40% de votos nacionales, el primer domingo de febrero, sin trauma emocional ni electoral.
Los procesos de Convención Electoral fueron, para ambos partidos, un ejercicio de práctica democrática muy importante, de fortalecimiento de ideales partidarios y de conciencia ciudadana y cultura cívica, como de ejercicio de su militancia básica y simpatizantes, de afinamiento de sus estructuras partidarias con miras a las elecciones, de valoración de sus debilidades actuales que tienen que superar para enfrentar el proceso electoral.
En segundo lugar, está el escenario del Partido Acción Ciudadana, que luchará por mantenerse en el Poder Político, en el gobierno nacional, en el control del Poder Ejecutivo, de tratar de no ser desplazado. Es el único partido que luchará por la reelección presidencial, por el continuismo político en el Gobierno. Pierde en este sentido su carácter anti partido gobernante que tuvo en las elecciones anteriores.
Con esto el Partido Acción Ciudadana dejó de ser un partido político contestatario, alternativo, antisistema, opositor político. Será en esta ocasión luchador por mantener el status quo gubernativo, continuador, para bien o para mal, de las políticas del actual Gobierno. Será, a lo sumo, un partido anti otros partidos en tanto se enfrentará a los otros partidos para evitar que lo desplacen del Poder Ejecutivo.
Por la antigüedad del Partido Acción Ciudadana, participando en procesos electorales desde el 2002, no es un partido nuevo. Con cinco procesos electorales bien podría ser señalado, por otros partidos que ven ese espejo, de ser un partido tradicional, además de gobernante, que no ha podido distinguirse cualitativamente de los gobiernos anteriores.
Es del tripartidismo
En el gobierno del Partido Acción Ciudadana no ha habido, ni se ha producido, un cambio político institucional que lo distinga de los anteriores gobiernos, que lo destaque como un parteaguas electoral en la Historia Nacional a partir del 2014, más allá de haber llegado al gobierno, y formar parte desde entonces del tripartidismo gubernativo nacional, de los tres partidos que han gobernado Costa Rica desde 1982.
Aquí el escenario de la lucha por el Poder Ejecutivo es todos contra Acción Ciudadana y Acción Ciudadana contra todos.
En tercer lugar, a nivel presidencial, está el escenario en que entra un nuevo elemento a considerar, que es Juan Diego Castro, como candidato del Partido Integración Nacional.
De los candidatos actuales es el único que alardea de un discurso que podría verse en la categoría de antisistema, por atacar a los gobernantes y políticos en general, por atacar los vicios de la acción política, de la corrupción especialmente, de manera generalizada, por cuestionar principalmente al candidato del Partido Liberación Nacional.
El “antisistema”
En este sentido Juan Diego Castro desplaza a cualquier otro partido que quiera usar un lenguaje de esta naturaleza. Le da más agudeza, más sentido, más propiedad y más fuerza que cualquier otro candidato de los conocidos. Puede llenar expectativas de una parte del electorado inconforme, abstencionista. Le quita las banderas antisistema a partidos que tradicionalmente se les ha percibido como antisistema.
Juan Diego Castro no es un político nuevo. Ha estado en política desde que fue regidor en la Municipalidad de Paraíso, de Cartago, y desde que fue Ministro de gobierno de José María Figueres. Es un político más viejo en la política que algunos de los que aspiran como él a ser Presidente de Costa Rica. Tan solo ha estado alejado momentáneamente de la militancia activa política clásica y tradicional desde 1997 hasta ahora que ha vuelto al redil político. Juan Diego Castro va con el Partido Integración Nacional que es la sexta vez que participa en elecciones.
Inteligente y nada tonto sabe fabricar noticias. Su objetivo principal enfrentar a Liberación Nacional, particular y personalmente a su candidato presidencial, más que a cualquier otro partido, y en ese encontronazo asegurar un crecimiento que le permita disputar el primer lugar, como si solo esos dos partidos y candidatos existieran.
No hay candidato ni partido político, ni siquiera el Frente Amplio, que como Juan Diego Castro tenga la posibilidad de agitar esas banderas antisistema, con cierto aire populista, como bien lo ha venido haciendo, y no está en capacidad, el Frente Amplio, tampoco, de disputarle a Juan Diego la izada de estas banderas más alto.
El Frente Amplio, quien asiste a su cuarta campaña electoral, ha sido un aliado gubernativo del Partido Acción Ciudadana y está amarrado a él en su gestión, en su posibilidad de reelección, y aunque lleve candidato presidencial, será más de forma, en tanto su objetivo fundamental será asegurar al menos una curul legislativa.
En cuarto lugar, está el escenario de todos los partidos que han participado en procesos electorales anteriores que dejan de ser nuevos. Con más participación en elecciones anteriores serán más viejos, o más tradicionales en su existencia.
Todos los partidos generalmente postulan candidatos nuevos en cada campaña electoral, excepto algunos que repiten candidatos. De los que repiten, por ahora, solo Antonio Alvarez Desanti, de Liberación Nacional, que participó en el 2006 con otro partido, Unión para el Cambio, Rodolfo Piza, de la Unidad Social Cristiana y Sergio Mena de Nueva Generación, ambos participaron en el 2014. En cierta manera intenta repetir candidatura Rodolfo Hernández. No sabemos si la dejará tirada como ya hizo en la Unidad Social Cristiana en el 2014.
Pueden aparecer candidatos nuevos, porque por primera vez participan como candidatos presidenciales, en partidos viejos o tradicionales, lo que no hace que esos partidos por tener un candidato “nuevo” dejen de ser tradicionales o “viejos” como estructura partidaria, ni hace que un partido político por tener un candidato “nuevo”, el partido se vuelva “nuevo”, como sacado de un sombrero de mago.
En las elecciones del 2018, en cierta forma, todos los partidos políticos que juegan a nivel presidencial, de lo que está a la vista, ya debidamente inscritos son viejos en este sentido.
En quinto lugar, está el escenario de los partidos que postulan candidatos a diputados. En este nivel todos los partidos se enfrentan entre sí de igual manera, van todos contra todos, por ver cual obtiene más diputados.
Aquí encontramos tres niveles. El nivel de los partidos nacionales que llevan diputados en todas las provincias, que son los que llevan mas ventajas, por los efectos propagandísticos que les rodean. Está el nivel de los partidos provinciales que participan en varias provincias. También el nivel de los partidos que participan en una única provincia, y el nivel de los partidos de garaje o clubes políticos eclesiásticos que tienen su propio nicho cautivo de almas electorales.
Del mismo modo, están los partidos nacionales y provinciales que hoy tienen diputados y que quieren reelegir, al menos, el mismo número de diputados que tienen. Pero, como objetivo político está para estos partidos aumentar sus diputados. Más lo tienen que hacer aquellos que tienen reales opciones de ganar las presidenciales. Así, el Partido Liberación Nacional tratará de tener más de 18 diputados, Acción Ciudadana más de 13 diputados y la Unidad Social Cristiana más de 8 diputados. Lo ideal para todos los partidos sería tener o elegir al menos 29 diputados, lo que pocas veces se ha logrado.
El resto de los partidos tratarán de ver que eligen. Y, sin lugar a dudas, el Partido Integración Nacional, con Juan Diego Castro como candidato presidencial, tendrá su bancada, que disputará con el resto de los partidos, no con Liberación Nacional, Acción Ciudadana o la Unidad Social Cristiana, que probablemente harán crecer su número de diputados.
Los candidatos, no los partidos
El sexto escenario es el de que la campaña electoral gira alrededor de los candidatos presidenciales, como ya se está viendo. Se destacarán las bondades, virtudes, fortalezas, formación, experiencia pública y privada, vida de familia, estabilidad emocional, y la inteligencia emocional política de cada candidato, entre otros aspectos. Los candidatos en general se sobreponen a los partidos en las campañas en su publicidad. Algunos candidatos pueden ser más grandes en imagen que sus partidos, lo que se evidencia en encuestas, lo que salva mucho a sus partidos. Lo ideal que candidato y partidos se perciban fuertes y grandes.
En esta campaña, al menos tres partidos tienen que hacer yunta de candidato y partido. Si Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana quieren volver al Poder Ejecutivo tienen que basar parte de su campaña no solo en los atributos de sus candidatos sino también en la historia institucional de sus partidos, que han gobernado el país, en lo que positivamente han aportado el desarrollo nacional y a la democracia institucional, al bienestar de los ciudadanos, para poder justificar por qué deben volver a gobernar. El Partido Acción Ciudadana, del mismo modo, tiene que montarse en lo que pueda atribuirse de positivo de la actual gestión de Gobierno para poder justificar su continuidad en el cambio prometido, aunque todo siga igual. El eventual candidato de Acción Ciudadana tiene que montarse en los hombros de Luis Guillermo Solís, en su gestión.
El sétimo escenario es el del equipo de gobierno, el de la necesidad de que al Presidente ganador le den en votos la mayor cantidad de diputados posibles, para lograr la mayor gobernabilidad posible en las relaciones Poder Ejecutivo Poder Legislativo, para poder asegurar obra de gobierno de conformidad a las promesas electorales y planes de gobierno que se agitarán en los próximos meses.
Para esto se requiere que se haga campaña electoral de candidato presidencial y candidatos a diputados, en conjunto. Por ello también los partidos están en la obligación de postular buenos, o muy buenos, candidatos a diputados, que sean atractivos a los votantes por su calidad política, profesional o humana, y por sus virtudes ciudadanas.
La temida segunda vuelta
El octavo escenario que enfrentarán todos los partidos es tratar de ganar el 40% de votos válidamente emitidos el primer domingo de febrero del 2018, esto es lograr entre 800.000 y 1.200.000 votantes según sufraguen el 70% o el 100% del padrón electoral. La primera cifra no es descabellada, no es imposible, se puede lograr, ya lo hizo Laura Chinchilla.
Ningún partido puede estar pensando en que va perder y que a lo más que aspirará es a quedar en un segundo lugar, si no en el primero, en caso de que no se lograra llegar a ese porcentaje.
Los partidos y candidatos que planeen su estrategia con miras a calcular la segunda ronda están ya derrotados y perdidos.
La segunda ronda se definirá el primer domingo de febrero. Hay que esperar a ese día. Como probabilidad existe, pero hay que esperar al resultado de febrero. Se dio en el 2002 y en el 2014. No necesariamente se debe dar en el 2018. Si se hubiera producido la segunda ronda en el 2002, 2006, 2010 y 2014, de modo continuo, o en los últimos dos procesos electorales por lo menos, de manera casi inevitable se podría pensar que daría en el 2018.
Por ahora todos a ganar el 4 de febrero, esa es la meta. La competencia electoral está en marcha. Ya hay corredores que han iniciado su carrera. ¿Los alcanzarán los que aún no han anunciado su participación como candidatos presidenciales, los que están aún a nivel de precandidatos?
El noveno escenario es el de transparencia, el de exponer a escrutinio público la vida de los candidatos a presidentes y a diputados, que se discuta ampliamente sobre ellos, sobre sus calidades políticas, sobre su paso en la vida pública y privada en lo que corresponda, y su paso por la vida institucional y política, sobre su honestidad, honradez y probidad.