PLN, ¿apertura o “califato”?

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Edgar Fonseca, editor PuroPeriodismo.com

El PLN, dicen los entendidos, se juega uno de sus últimos cartuchos de sobrevivencia en estas elecciones.

O se abre, se refresca, se renueva, se oxigena con nuevos aires o, según le caliente el sol en febrero, podría estar al borde de un naufragio.

Antonio Álvarez, que también se juega el cartucho decisivo de su carrera política, propone que el partido se abra a nuevas figuras, atraiga aquellas que se han retirado, sancionadas o “purgadas”, y hasta permita la postulación a cargos de elección, sin obligar a una militancia mínima de dos años como consignan los estatutos.

Álvarez parece leer de manera correcta los signos de los tiempos.

Los partidos se volvieron prescindibles. Son los vagones finales, cascarones dicen sarcásticos algunos, del perenne movimiento de voluntades y propósitos políticos-sociales en los que las figuras, las personalidades, su decantamiento público, su ejemplaridad o rechazo, su trascendencia, su palmarés, son lo que, finalmente, vuelcan una decisión electoral.

Liberación, ciertamente, necesita abrirse.

Se estancó en su, nada despreciable pero histórico 25%-30% de fidelidad, y con eso no le basta para llegar al codiciado 40% que demandan nuestras leyes electorales para retomar la presidencia.

Liberación está forzado a explorar en otras tierras.

Debe sumar de otras fuentes electorales tributarias. De todas las que pueda.

Debe lanzar anzuelo a los millennials. Esa importantísima cuota de votantes de recientes generaciones, tan resfriada con el orden, tan quisquillosa del establishment. Ya hicieron saber su voluntad en la anterior elección y lo volverán a hacer. No creen en nada. No les convence nada. Y resisten, hasta el último instante, cualquier envite. Al final hacen valer su decisión, su peso, en oro.

¿Los tiene plenamente identificados el comando de campaña Alvarista? ¿Les afinan el mensaje apropiado, que los interese, que los arrime, que los provoque y que les haga merecedores de su decisión?

Pero no solo los millennials son parte de esta nueva geografía multicolor, multisectorial de votantes.

Los reductos religiosos, que tanto escozor causan en muchos, son una realidad social de innegable influencia. Álvarez, por cálculo o convicción, entró en alianza con los evangélicos. Su apuesta no deja de ser arriesgada.

Los movimientos trans, los ambientalistas, los ecologistas, aunque minoritarios, cada vez más consolidan sus derechos, dicen presente y reclaman reconocimiento.

Un partido, un movimiento, una organización política que se resista a ese “nuevo amanecer” del país, como lo proclamó uno de los históricos del PLN en su momento, condena sus aspiraciones de crecimiento y, peor aún, de supervivencia en el agitado y volátil escenario electoral de estos tiempos.

Esos nuevos actores sociales deben ser visibles y representados en las listas por escoger. La dirigencia del PLN debe entenderlo.

Atrincherarse en históricas lealtades a apellidos, a las cuotas de siempre, intocables, momificadas, agudizará esa percepción de partido anquilosado, prescindible, irrelevante, insensible a las nuevas corrientes sociales; esa percepción de “califato”,  que, tras seis décadas de vigencia, le acecha y nubla su futuro.

De esos caudillismos, de esos cacicazgos, está sembrado el camino de los más sonados fracasos partidistas de tiempos recientes en el país y allende nuestras fronteras.

¿De qué apertura habla Álvarez hoy ?

Punto final– Desconocidos, amparados en la oscuridad, colocaron una placa en el parque central de San Pedro de Montes de Oca. Hicieron saltar los fantasmas de uno de los más convulsos capítulos de nuestra reciente historia: la ola terrorista que enlutó al país en 1981. ¿Quiénes están detrás de esta acción? ¿Son los mismos de ayer? ¿Alguien anda envenenando mentes incautas, de nuevo, como lo hicieron de manera perversa en aquel entonces? ¿Qué saben de ellos las autoridades?