Edgar Fonseca, editor PuroPeriodismo.com
Son solo 40 segundos. La mundialmente afamada coreógrafa argentina Mora Godoy toma la mano del presidente y lo saca a bailar tango. Con su cola de caballo rubia cayendo a su espalda. Con su deslumbrante vestido oscuro de lentejuelas. Con sus medias caladas y sus zapatillas negras. Con sus 44 años, celebrándolos esa misma noche en San José, la bailarina revolea al presidente de aquí para allá. Lo tensa, como solo ella sabe hacerlo. Él fija su mirada en ella. Atilinta sus músculos, sus facciones. No le pierde paso. Se contonea y exhala cuando acaba aquel fugaz remezón bonaerense en pleno corazón tico.
“Diay, me sacaron a bailar tango”, dice apenas baja del escenario.
Es tiempo para que el presidente enjuague las penas de su gestión…
A esas mismas horas, en cualquier barrio josefino, la llamada “explosión criminal” se contonea, también, amenazante. A esas mismas horas cuatro individuos son ejecutados en lo que en el discurso policial es ahora moneda de curso común: “ajuste de cuentas”.
Las autoridades, todas, parecen impotentes. Las instituciones se ven rebasadas. Y –según advierte el principal jerarca del Organismo de Investigación Judicial– el país cerrará este año con un funesto récord de unos 600 homicidios, que lo ubicaría en una tasa superior a la categoría de epidemia, de 12 muertes violentas por 100 mil habitantes. Dejamos atrás a varias naciones hemisféricas y nos acercamos a paso veloz hacia las cifras trágicas de República Dominicana o México. Al 2021, en pleno bicentenario, la tasa escalaría a 13,7 y al 2026, alcanzaría 15,8, informó el diario La Nación el primero de julio.
La inseguridad parece ser el eslabón perdido de esta administración.
Y así, bajo el bálsamo del bandoneón porteño o del maremagnum que, de pronto, produce un apagón total por la interdependencia eléctrica regional, nuestra otrora “suiza” centroamericana se desangra un día y otro en las dantescas acciones de carteles y minicarteles de las drogas.
Por lo dicho por las autoridades, esas cifras, esos escenarios, parecen inesquivables.
Se palpa un tono derrotista en la prevención y la represión del crimen.
Abrumados por la ola homicida, los jerarcas solo atinan a achacar a la “guerra del narcomenudeo” esta vorágine que tarde o temprano le puede pasar una grave factura a la institucionalidad.
La inseguridad es una emergencia nacional.
¿Por qué no aprender de ciudades epicentros de violencia, como Medellín, ahora que es estrecha la interacción con las autoridades colombianas, de cómo lograron reducir los gravísimos índices criminales?
¿Por qué no empaparse con quienes fueron los artífices de las batallas que en el lapso de 20 años sacaron a ciudades como esa de aquella cresta mortal?
¿Cuáles fueron los pasos, las medidas, las decisiones correctas, oportunas que dieron sus distintas instituciones para salir de aquel infierno?
O, ¿cuál es el secreto de metrópolis como Nueva York o Los Angeles para haber contenido a tiempo las escaladas de violencia que las azotaban?
¿Qué dicen los candidatos?
La inseguridad parece ser, también, un eslabón perdido en la agenda de la presente campaña.
¿Qué piensan los principales candidatos de este preocupante rumbo?
En sus constantes apariciones, en sus frecuentes tuits o posts en redes, ninguno parece tener con prioridad el tema que ,junto al creciente desempleo, son las mayores inquietudes públicas.
¿Cuáles son las propuestas urgentes, de mediano o largo plazo, que tienen para frenar esta “carnicería” diaria en la que se ve envuelta una sociedad, que fuera modelo regional por su ambiente pacífico?
¿Cómo justificar al mundo este estado de violencia endémica que amenaza en cada esquina, en cada cuadra, en cada barrio o localidad?
¿Cómo explicar el disparo que se dio en las muertes violentas en tan solo un quinquenio, del 2012 a la fecha, al casi duplicarse la tasa de homicidios?
Punto final-Acaba el tango. El presidente, sudoroso, emocionado, saluda a la concurrencia y se retira. Afuera le aguarda nuestra lacerante realidad. Esa que nos tiene al filo cotidiano del abismo de la violencia sin que se vislumbre un alivio de aquí a los próximos 10 meses, al menos por parte de esta administración.
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Morocha ,sensual y veloz: Mora Godoy, la bailarina de las piernas más rápidas en el mundo: ver diario Clarín, Buenos Aires
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