El recién electo candidato presidencial del PAC, Carlos Alvarado Quesada, no es un improvisado “en la política partidista ni electoral. Tiene escuela y espuela”, dice el analista Vladimir de la Cruz.
Vladimir de la Cruz, analista
La recién elección de Carlos Alvarado como candidato de Acción Ciudadana estableció un elemento estratégico importante de su campaña, y que tendrá que hacer pensar a los estrategas de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, y a los de todos los partidos. Carlos Alvarado no es un improvisado en la política partidista ni electoral. Tiene escuela y espuela, desde asesor legislativo, a una presidencia institucional y dos ministerios, a la candidatura presidencial.
En su discurso al finalizar la convención, que lo nominó, al señalar Carlos Alvarado que “no se debe mirar al pasado”, claramente señaló, sin mencionarlos directamente, a Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana como partidos en posibilidad de ganar, enfatizando que no deben volver a gobernar, que no deben reelegirse, dejando a la memoria y a las sensaciones políticas el por qué no deben volver a gobernar ni a reelegirse.
Y, al indicar “que se debe ver al futuro” se ubicó como el abanderado de ese futuro, manifestando “que el cambio debe continuar”, en referencia a la idea de que Acción Ciudadana, ha sido, según él, el que produjo el cambio en el país desde su irrupción en la política electoral, por lo que lo llamó “el partido del Siglo XXI”, con lo cual de nuevo trató de enterrar a Liberación Nacional y a la Unidad Social Cristiana en el pasado costarricense.
Hábilmente, trazó una dialéctica de enfoque entre pasado y futuro, entre lo viejo y lo nuevo, según él. Finamente hizo ver que las cuatro campañas anteriores del partido Acción Ciudadana no son parte de la historia pasada, sino que han sido el inicio de la historia futura. Solo le faltó decir que el triunfo del Partido Acción Ciudadana en el 2014 fue el parteaguas de la política nacional a partir de lo cual no solo se reescribe la historia político electoral del país, sino la nueva historia del siglo XXI.
Y en consonancia con ese futuro, se ubicó exaltando a la juventud, él como el candidato más joven de los que están postulados hasta hoy, con 37 años, que lo podría desplazar de este pedestal Natalia Díaz, si gana la Convención en el Movimiento Libertario, y siguiéndole en la lista Sergio Mena con 40 años, con quienes disputará los casi millón y medio de votantes entre 18 y 40 años, o los casi 1.400.000 votantes entre 18 y 35 años.
Por otro lado, Carlos Alvarado desafió a todos los candidatos con algunas de sus propuestas, como estar totalmente de acuerdo en el matrimonio igualitario para los gays, que impulsaría desde su posible gobierno, enviando un mensaje directo a esta comunidad que representa un alto grado de votación en el país, que se estima en casi 400.000 personas que forman parte del mundo LGBT, en toda su variedad.
Edgardo Araya, como eventual candidato del Frente Amplio, que se pronuncia, en igual sentido, como actual diputado de esa agrupación no ha promovido, ni este partido, ningún proyecto de ley en esta dirección, ni siquiera han defendido con vehemencia esta tesis, del matrimonio igualitario, en las discusiones que ha habido en el Congreso respecto a los proyectos que se han venido discutiendo relacionados con las uniones de parejas homosexuales.
Ese millón cuatrocientos mil votantes es la tercera parte del padrón electoral. No es una cifra despreciable para ser disputada con mensajes y consignas que lleguen a los oídos de los jóvenes, desapegados a los conceptos tradicionales y convencionales, como los que ya está enviando Carlos Alvarado.
Es valiente al defender al gobierno
Valiente Carlos Alvarado al montarse, para su campaña, en los hombros del Presidente Luis Guillermo Solís y de su Vicepresidenta Ana Helena Chacón, en su obra de gobierno, por pequeña que sea, pero que la propaganda la puede hacer ver grande. Es montarse en la defensa del Gobierno. Solo así puede darle “continuidad al cambio”. Valiente porque enfrentará una enorme crítica por parte de todos los partidos al actual gobierno y al Partido Acción Ciudadana como partido gobernante, y porque en general todos los partidos tratará de minimizar la obra de gobierno que pueda exhibir Luis Guillermo Solís. Sin ninguna vanidad personal y sin sentirse más grande que su partido, error de muchos candidatos, ni de su Presidente Solís, con fuerza levanta sus banderas con la visión de futuro que se ha propuesto esbozar.
Ningún candidato anterior, de un partido gobernante, se ha montado en los hombros del presidente en ejercicio o del partido gobernante. En general, los partidos políticos que ejercen gobierno en las campañas electorales, con su candidato, toman distancia de su gobierno y de su presidente, y hasta sus críticos se vuelven muchas veces. En Acción Ciudadana el precandidato Welmer Ramos así se comportó.
Johnny Araya en la campaña del 2014 se distanció de los dos gobiernos liberacionistas, del de Oscar Arias y del de la entonces mandataria Laura Chinchilla, y si quería un tercer gobierno de Liberación Nacional, debió haberse montado en esos dos gobiernos para justificar por qué la necesidad de un tercero consecutivo, toda vez que nunca en la historia nacional se había repetido un gobierno tres veces consecutivas. Si esto hubiera ocurrido creo que le hubiera ido mejor.
El Gobierno por su parte le ayudará a Carlos Alvarado en los próximos meses con el gasto ordinario aprobado para obras durante todo este año y hasta la campaña electoral, aunque el gobierno no haga propaganda alguna, y por los inmensos presupuestos de gastos aprobados a principios de año para las instituciones, sus gastos de propaganda.
Carlos Alvarado fue el candidato designado desde del año pasado por el propio Luis Guillermo Solís, cuando cambió al ministro Víctor Morales, que tenía aspiraciones presidenciales, para que le sustituyera Carlos Alvarado, y lo proclamó a finales del año pasado cuando advirtió que si algún miembro de su Gabinete quería aspirar a la presidencia, señalando en esa ocasión a Carlos Alvarado y al Canciller Manuel González, debían renunciar a su cargo en enero.
Por su parte la Vicepresidenta Ana Elena Chacón también le apoyó en su aspiración, y su hija, la Presidenta de la Juventud del Partido Acción Ciudadana igualmente fue una de sus abanderadas, y posiblemente será, con todo derecho, porque se lo ha ganado en su lucha interna, una posible candidata a diputada.
Pero no es suficiente ser candidato joven
¿Es la campaña electoral próxima una campaña caracterizada únicamente por la presencia de una masa juvenil muy importante?
Si los jóvenes del padrón electoral, menores de 40 años, suman casi millón y medio de votantes, los mayores de 40 y menores de 75 suman alrededor de millón setecientos mil votantes, lo cual tampoco es una cifra despreciable, como no lo es tampoco nada despreciable el grupo de personas que siendo mayores de 75 y hasta la más longeva votante de 117 años, que suman casi dos cientos mil costarricenses.
Todo el grupo de mayores de 40 años suma casi los dos millones de votantes. Y, ¿cuál es el mensaje para esta población electoral? ¿O, cuál es el mensaje para la población adulta de Costa Rica, para el casi un millón de votantes mayor de 55 años?
Así, no es suficiente ser candidato joven, para el grupo de votantes menor de 40 años, cuando los otros grupos a partir de los 40 suman dos tercios de los electores.
La Costa Rica del futuro es también la de los adultos mayores de 40 años y más, y debe ser la Costa Rica donde esta población pueda vivir con decencia, con decoro, con dignidad, con felicidad, asegurando sus mejores posibilidades de trabajo, de vivienda, de disfrute del tiempo libre y el ocio y de la vida misma.
Esto es parte del reto que enfrentan todos estos partidos y todos sus candidatos, que buscan los votos de los costarricenses.
El dilema del Partido Acción Ciudadana, como partido gobernante, es su reelección como partido en el gobierno. Esto solo lo han logrado desde 1953, en 17 procesos electorales, el Partido Liberación Nacional en tres ocasiones, 1970 y 1974, en 1982 y 1986 y en el 2006 y 2010, y la Unidad Social Cristiana en 1998 y 2002.
Entre otras razones, estos procesos reeleccionistas fueron posibles, en parte, porque en esas elecciones participaron muchos partidos políticos. En 1974 participaron 8 partidos contra 5 en 1970, en 1986 participaron 6 partidos contra 6 partidos en 1982, en el 2002 participaron 13 partidos contra 12 en 1998 y en el 2010 participaron 9 partidos contra 14 en el 2006. La diferencia de esta última campaña fue el exitoso gobierno de Oscar Arias tal como fue percibido y la candidatura de una mujer con posibilidad de triunfo.
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Mañana: el panorama rumbo a febrero