• El poderoso hacendado estadounidense John Hull, quien fue una figura clave desde Costa Rica en la guerra de la administración Reagan  contra el régimen sandinista durante los años ochenta, acaba de fallecer a los 96 años, confirmó un sitio digital de Evansville, Indiana, su estado natal.
  • Se había establecido en una remota hacienda a tres horas de Cancún, Yucatán, México, junto a su esposa la costarricense Emie Leon Hull.
  • Para unos fue un héroe, para otros un villano, un “señor de la guerra”. No hay tonos grises en la historia de Hull y su convulsa presencia en Costa Rica. Una única entrevista que concedió en 20 años describe aquel polémico andar suyo. 

Edgar Fonseca, editor PuroPeriodismo.com

El controversial hacendado estadounidense John F. Hull, de 96 años, quien fue una figura clave desde Costa Rica en la guerra de la administración Reagan contra el régimen sandinista en Nicaragua durante los años ochenta, murió el pasado 19 de julio, confirmó en Facebook el sitio evansvilleliving.com de Evansville, Indiana, su estado natal.

Se trata de la primera versión de un medio estadounidense sobre la muerte de Hull.

El sitio no menciona el lugar de su fallecimiento, ni el sitio ni la fecha de su funeral.

Hull, quien llegó a Costa Rica en 1969 y emprendió desde San Carlos, todo tipo de desarrollos agropecuarios en la zona limítrofe con el río San Juan, residía desde hace 15 años en una hacienda de 485.6 hectáreas en el remoto municipio maya de Tizimin, Yucatán, México, distante 160 kilómetros, tres horas en auto, del enclave turístico de Cancún.

Sufría de Parkinson y de afecciones cardiacas y era acompañado por su esposa, la costarricense Emilia Emie León Hull, de 50 años, con quien se casó hace 28 años y quien era su mano derecha.

En el 2009 concedió una amplia entrevista a la revista Evansville Living, en la que detalló las actividades de “bajo perfil” a que estaba dedicado tras abandonar Centroamérica en medio de la convulsión de la guerra de los años ochenta en que se vio involucrado.

A Costa Rica llegó, con su papá,  en 1969 y con el tiempo llegó a desarrollar actividades en unas 4.856 hectáreas a lo largo de poblados limítrofes, según dijo en la entrevista. Residió en Muelle de San Carlos.

Fue vinculado con la denominada estrategia Iran-Contras que impulsó la administración del desaparecido presidente Ronald Reagan durante los años ochenta para derrocar al régimen sandinista. Hull fue relacionado con  la figura del teniente-coronel Oliver L. North, asesor estrella de seguridad de aquella administración en la guerra “Contra”.

La Fiscalía General de Costa Rica investigó a Hull por el “presunto delito de actos hostiles, por aparentemente, facilitar las pistas de aterrizaje en una finca donde residía en Muelle de San Carlos, para que aterrizaran avionetas con aparente droga y, a cambio, recibir armas para la “Contra” de Nicaragua”, confirmó este jueves el Fiscal Jorge Chavarría a consultas del periodista Edgar Fonseca.

Chavarría está enterado de la reciente muerte de Hull. “El jerarca sí conocía de la muerte del señor John Hull”, dijo Tatiana Vargas, portavoz de la Fiscalía.

“Hull se fue de Costa Rica y el caso penal ya prescribió”, añadió Vargas.

Según un informe del sitio Consortiumnews.com publicado en diciembre 2012, Hull escapó de Costa Rica en julio de 1989 en un avión guiado, supuestamente, por un piloto que trabajó para la DEA. Voló primero a Haití y luego a EE.UU.

La versión de dicho sitio se basó en un reporte de 1998 del entonces Inspector General del Departamento de Justicia, Michael Bromwich, sostuvo el periodista Robert Parry, editor, en la nota titulada: John Hull´s great escape. El periodista Parry cubrió el escándalo Irán-Contras.

“John Hull no es cualquier finquero de Indiana. Él solía tener una extensión abajo en Costa Rica y, durante la guerra civil nicaragüense, utilizó su hacienda como bodega de suministros para los rebeldes contra. Cuando Costa Rica lo arrestó por tráfico de drogas, Hull salió bajo fianza y regresó a casa. Ahora lo quieren por asesinato en Costa Rica”, destacó un informe del legendario periodista investigador Jack Anderson  en el diario Washington Post el 8 de agosto de 1990. 

Pero Hull -según Anderson– tenía poco de qué preocuparse. “La última vez que funcionarios costarricenses intentaron darle un tiempo difícil, 19 miembros del Congreso escribieron una carta a Oscar Arias, entonces presidente de Costa Rica, insinuando que cualquier persona que se metiera con John Hull podría poner en peligro las relaciones amistosas entre los dos países”, agregó el diario.

El expediente demuestra que Hull ha llevado una vida encantada: según un informe del subcomité del Senado de 1988 y de las autoridades costarricenses, Hull permitió que su hacienda fuera utilizada para  intercambio de armas por drogas. Entre 1983 y 1985, el panel encontró que Hull dejó a los pilotos “contra” volar con municiones y salir con cocaína con destino a los Estados Unidos, añadió el Washington Post.

Tras dejar Costa Rica–según la revista Evansville Living— Hull eventualmente volvió a  zonas de guerra en Nicaragua y luego escapó, ante amenazas contra su vida, a pie por una montaña junto a su esposa Emie a Honduras.

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Ver: informe especial, Don John: The Man, the Myth, the Legend,  evansvilleliving.com

——————————————————————————————————————–Vivía en Yucatán

Hull finalmente se estableció en la península de Yucatán, desde donde se dedicaba, junto a su esposa Emie, quien aprendió inglés y se hizo piloto a su lado, a la crianza de 800 cabezas de ganado, entre otras actividades y a dar asistencia social y médica a los pobladores mayas en la hacienda “IndyMex”, así bautizada por ella. Hasta 2007 carecían de electricidad y teléfono y no recibían correo.

“Estamos tristes al informar que John Hull, un agricultor local que dividió su tiempo entre el condado de Gibson y el estado mexicano de Yucatán, ha fallecido hoy”, anunció en Facebook el sitio evansvilleliving.com el pasado 19 de julio, coincidente con la fecha del 38 aniversario de la revolución sandinista.

“En la edición de marzo / abril de 2009 de Evansville Living presentamos a Hull, conocido como “Don John” en Centroamérica. En dicha entrevista, Hull, habló con la editora Kristen K. Tucker acerca de crecer en el sur de Indiana, siendo una figura central en el asunto Irán-Contra y una vida dedicada a ayudar a los nativos de su pueblo. Las imágenes de Hull  fueron del fotógrafo Sonny Brown, que murió en 2015. Hull habría cumplido 97 años el 27 de octubre. Enviamos nuestras más profundas condolencias a su esposa, Emie, así como a su familia y a muchos amigos”, dijo el sitio en Facebook.

El reportaje a Hull fue publicado  bajo el título: Don John: The Man, the Myth, the Legend, (Don John, el hombre, el mito y la leyenda).

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Ver: crónica, Con Ortega en el búnker de Somoza, PuroPeriodismo.com 

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Su lucha contra el régimen sandinista

Hull no dudó en relatar a Evansville Living su relación con la guerra contra el régimen sandinista. Los guerreros en Nicaragua fueron los sandinistas y los contras. Los sandinistas habían tomado el control de un régimen represivo en 1979, y en pocos meses habían dado a conocer sus lazos con Cuba y la Unión Soviética y habían prometido propagar el comunismo en toda América Central. Los Contras fueron formados por docenas de grupos de combate anti-sandinistas que atacaron al nuevo gobierno nicaragüense desde enclaves en la selva oriental de Nicaragua y de Honduras y Costa Rica, la zona de las haciendas de Hull, consignó la revista.

“El guardia costarricense era tan anticomunista como cualquiera; También lo fueron los salvadoreños y los hondureños “, dijo Hull. “Por suerte, hubo una gran cantidad de ayuda de todas partes, sobre todo en nuestra zona – los campesinos son anticomunistas. La agitación comunista provenía de las personas de las grandes ciudades. Allá en el norte, donde yo estaba, y en el valle rural, la gente me donaba arroz y comida que yo podía dar a los “Contras”. La policía se ofreció a cerrar los caminos que quería, donde iban a caer suministros desde el aire de  noche. Cuando todos cooperaron, sentimos que estábamos deteniendo el movimiento comunista “, afirmó Hull.

En la lista de odio de los sandinistas…

Según Hull, el comandante disidente sandinista Edén Pastora llegó a buscarlo a su hacienda a pedirle ayuda para su lucha contra el régimen de los Ortega y él aceptó gustoso.

Aquellas actividades le atrajeron la atención nacional e internacional a mediados de la década de 1980, lo llevaron a una prisión costarricense en 1989, y a ser blanco de un pleito de alto perfil e investigado por el senador estadounidense John Kerry D-Mass.) por supuesta participación en lo que se conoció como el escándalo Irán-Contra, sostuvo la revista.

Aunque Hull había ayudado a volar suministros médicos durante varios años, su participación en la guerra civil de los nicaragüenses se intensificó cuando los sandinistas llegaron a él. “Ellos querían usar mis haciendas como su base contra Nicaragua”, dijo Hull. “Les dije que se fueran al infierno. Había oído su historia y su propaganda izquierdista, y no les permitía que vinieran a ninguna de mis haciendas, lo que me puso en su lista de odio. Y comenzaron a quemar mis propiedades y a matar a mi ganado”.

Poco tiempo después, los “Contras” se acercaron a Hull para pedirle ayuda. “Cuando este tipo (Edén) Pastora vino junto con dos o tres de sus lugartenientes y dijo que se estaban preparando para abrir el frente norte contra los comunistas”, “era bastante natural que estuviera feliz y acepté ayudar”, dijo Hull.

Como los “Contras” fueron respaldados por los Estados Unidos, Hull cree que la solicitud para ayudar a los Contras llegó a través de la CIA, y así comenzó su reputación como agente de la CIA.

Esta reputación fue reforzada por el testimonio del asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Teniente Coronel Oliver L. North, -ampliamente difundido en la prensa- de que Hull había recibido $10.000 al mes a través de grupos de “Contra” apoyados por Estados Unidos para financiar sus actividades.

Hull admitió en la entrevista que le pagaban $10.000 al mes, pero que los pagos duraron sólo unos meses y que gastó más que eso en combustible, comida, empleados médicos y salarios por la ayuda.  “De todo tenía los recibos”, reconoció Hull en 2009.

Hull dijo que volvió a reunirse con el teniente-coronel North en un encuentro “Contra” en Washington D.C. en 2008 pero, dijo, “no hablaron del pasado”.

La CIA no podría haber elegido a un tipo mejor, dijo en la entrevista Andrew Smith, un empresario de Evansville que conoció a Hull. “Es un vaquero, un romántico, un patriota, un aventurero. Él estaba en la línea de frente contra el comunismo – tan cerca como hemos visto alguna vez a una pelea sobre el bien contra el mal. Los tono grises no estaban allí, por lo que era un telón de fondo perfecto para estos tipos – Hull, Whittington, mi papá. Y todos lo hicieron de todo corazón sin arrepentimiento”, sostuvo Smith.

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Ver informe especial: Costa Rica Struggles With Enigma: Is Local Hero Also a U.S. Warlord?, The New York Times

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Con el plan de paz de Arias, todo cambió…

El entorno empezó a cambiar para Hull cuando surgieron esfuerzos de pacificación regional. El punto de inflexión, donde el esfuerzo empezó a ser amargo para Hull, explicó la revista, fue cuando surgió  un plan de paz regional que también requería conversaciones de paz con los sandinistas y los Contras respaldados por Estados Unidos.

El plan de paz lo impulsó el expresidente Oscar Arias (86-90) que  chocó con  la administración Reagan por su estrategia de guerra en Centroamérica. Fueron evidentes sus roces con  Elliot Abrams, entonces Asistente de Estado para Asuntos Latinoamericanos. Por ese plan, Arias fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1987.

“Los Estados Unidos cortaron nuestros suministros”, lamentó Hull. “Y cuando hicieron eso, habían heridos allí, y no teníamos dinero para combustible, ni dinero para nada. Yo estaba volando helicópteros escasos de combustible diesel que tenía allí para las haciendas”.

“La parte triste que realmente me afectó fue cuando tuve que entrar y decidir quién iba a vivir y quién iba a morir. Y sacamos a los que podían vivir para luchar otro día y dejamos a los otros tipos para morir, diciéndoles que probablemente estaríamos regresando, cuando sabíamos muy bien que no lo haríamos. Fue realmente una cosa desgarradora”, según Hull.

El atentado de La Penca y Emie a su lado 

Emie, su esposa, -la segunda más joven de 13 hermanos- creció en una hacienda lechera que limitaba con una de las haciendas de Hull y comparte el mismo conjunto de recuerdos con su esposo, según la revista.

Hull la recordó como una “jovencita flaca que pescaba a lo largo del río todos los días”. Como dos veces por semana durante más de tres años, sus aviones despegaban y aterrizaban con comida, suministros médicos, armas y municiones. “Emie solía ver los aviones despegando, viendo cuántos quedaban y cuántos regresaban cuando era sólo una niña”, recordó Hull. Se casaron en Morristown, Tennessee, sin precisar fecha.

En 1989, tras lo que  llamó “falsas” acusaciones que lo vinculaban al atentado de La Penca,  Hull fue capturado y llevado a prisión. Durante su estancia de tres meses en prisión,  Emie le llevó comida, esencialmente salvando su vida, contó.

Tras ser rescatado por vecinos costarricenses Hull huyó de Costa Rica a Estados Unidos, junto a Emie, llegando finalmente al condado de Gibson, Indiana.

No contentos de tomar un asiento trasero en la guerra que aún se libraba en Nicaragua, Hull y Emie volvieron a las zonas de guerra nicaragüense, detalló la revista.

En 1991,  Hull exploró algunas inversiones para ayudar a los “Contras”. Debido a que enfrentó un plan de asesinato, le pidió a un amigo y exguardaespaldas que cuidara de Emie mientras atendía sus negocios.

Cuando Hull se enteró que su presencia en Nicaragua había sido descubierta, envió por Emie y juntos dejaron el país hacia Honduras a pie. Escaparon de noche por una montaña de 1.200 metros de altura, narró.

El gobierno de Costa Rica solicitó su extradición en 1991, acusándolo de fugitivo. Estados Unidos se negó a cumplir con la petición, calificando los cargos contra él de “una invención”.  El Washington Post publicó el 26 de mayo de 1991 un artículo del periodista investigador Jack Anderson, ganador del Premio Pulitzer, titulado, “El Hombre que Washington no quiere extraditar”.

Guido Fernández, exembajador de Costa Rica en Washington,  dijo en aquel momento al diario norteamericano que la evidencia contra Hull era fuerte.  “Puede haber algunas implicaciones políticas para los Estados Unidos, pero no tengo ninguna duda que cumplirán con la extradición”. Fernández agregó que cualquier esfuerzo para proteger a Hull “no funcionaría a favor de los Estados Unidos, y Costa Rica estaría muy disgustada si eso sucediera”.

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Ver informe especial: The man Washington doesn’t want to extradite, The Washington Post

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El hombre mas poderoso de Costa Rica…

John Hull llegó a convertirse en el hombre “más poderoso de Costa Rica”, según dijo su esposa Emie a Evansville Living.

“Yo había leído las noticias de periódicos de principios de los 80 sugiriendo que Hull era el hombre más poderoso de Costa Rica. “¿Lo era?” le pregunté a Emie, contó la periodista Kristen K. Tucker, y Emie Hull le respondió: “Lo fue”. “Él era un activo fantástico para América del Norte “, dijo Emie.

“John primero se hizo muy conocido por volar suministros médicos”.  Así como su padre tenía una pista de aterrizaje en su propiedad del condado de Gibson (los residentes de Evansville pueden recordar la señal, “Aeropuerto de Hull”, a lo largo de la Highway 41 de EE. UU.), Hull estableció pistas de césped en muchas de sus haciendas costarricenses. Cuando estalló la guerra civil en la vecina Nicaragua en 1978, Hull empezó a ayudar a oficiales de Costa Rica volando con suministros médicos y transportando  a los heridos, recordó a la periodista.

En la entrevista, Hull, expiloto de guerra del ejército norteamericano, relató como llegó a Costa Rica y se convirtió,  con el paso del tiempo, en una figura poderosa, “la más poderosa” de Costa Rica, según dijo su esposa a la revista.

Durante la década de 1950, Hull y su padre volaron a Centroamérica en su propio avión con kits de pruebas de suelo para probar en toda América Central y en América del Sur. Buscaban un lugar con suelo fértil y mineralizado; una cultura amistosa y proamericana  y un gobierno estable. Lo encontraron en Costa Rica, destacó la revista.

En 1969, Hull fue el primer hacendado americano en residir en el norte de Costa Rica. En el punto culminante de sus operaciones agrícolas allí amasó un total de cerca de 12.000 acres –4856.2 hectáreas–  bajo su gerencia, casi todas las haciendas que bordeaban el río de San Juan a lo largo de la frontera nicaragüense, añadió el medio.

A lo largo de los años, Hull persuadió a  otros estadounidenses a seguirlo hasta Costa Rica (como el rico Henderson, hacendado de Kentucky, exoficial del ejército, el difunto George P. Whittington); en  la frontera salvaje de Costa Rica, con ganado, madera y cítricos. Hull se convirtió en ciudadano costarricense (hoy tiene doble nacionalidad con los Estados Unidos) y obtuvo los títulos de respeto: “Don John” o “El Patrón” entre los lugareños.  En Yucatán, a Hull todavía se le llama “Don John”. En una fiesta reciente, Emie recibió en el rancho a los escolares de la pequeña aldea vecina de San Pilar. Una niña preguntó si podía besar a “Don John”.  “No he pedido a una mujer que me besara en 50 años”, bromeó Hull, según la revista.

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“Procuraremos que no te secuestren”

“Procuraremos que no te secuestren”, le dijo John Hull a la periodista Kristen K. Tucker cuando esta lo contactó a inicios de 2009 para realizar el reportaje en su hacienda en el poblado maya Tzimin, Cancún, Yucatán.

El reportaje fue publicado  bajo el título: Don John: The Man, the Myth, the Legend, (Don John, el hombre, el mito y la leyenda).

Dice el informe de la periodista Tucker: “Don John” está a la altura de sus viejos trucos. También podría decirse, y sería verdad, que nunca dejó de hacer lo que hace. Nosotros  editores de esta revista y la mayoría de la gente en Evansville – simplemente no lo sabíamos. Durante casi 20 años, el nombre John Hull no se ha oído mucho alrededor de Evansville. Pero para la década de los ochenta y los noventa, “Don John”, como se llamaba el agricultor del condado de Gibson, en toda América Central, dominó la información local y capturó el interés de las organizaciones noticiosas nacionales, los políticos, los presidentes, los nativos de Costa Rica y Nicaragua, el FBI y la CIA.

El hombre que durante una década deleitó a los periodistas y a cualquiera que quisiera escuchar acerca de sus aventuras durante la guerra mantuvo un perfil bajo.

Pam Martin, ejecutiva de Growth Alliance for Greater Evansville, quien en 1989 entrevistó e informó sobre Hull para Sunday Courier & Press, incluso especuló recientemente mientras conducía por la autopista 41 de los Estados Unidos más allá de la salida Patoka (donde la hacienda de la familia Hull se encuentra a menos de un cuarto de milla de la carretera) si Hull todavía estaba vivo.

John Floyd Hull Jr., de 88 años, está realmente vivo y hablando en su rancho de 1.200 acres (485 hectáreas) en una zona remota del estado mexicano de Yucatán, en el municipio de Tizimin, donde él y su esposa de 20 años, Emelia, de 42 años, crían 800 cabezas de ganado Brahman y han demostrado un compromiso para mejorar las vidas de la gente maya nativa que habitan esa región.

Dos residentes de Evansville, John Whinrey, abogado de Frick Powell LLP, y Ron Huffman, un ingeniero de Whirlpool retirado, ambos miembros del Rotary Club de Evansville, viajaron recientemente a Yucatán a visitar a Hull y a Emelia.

“Poco después de su visita, recibí una llamada telefónica en mi oficina un viernes por la tarde. La voz fuerte, clara y agradable en el teléfono dijo: “Sra. Tucker, este es John Hull, quiero invitarte a mi rancho en México”, relató  la periodista Tucker, editora de la revista.

“Tomé seriamente la invitación de Hull a visitar su hacienda y a principios de enero extendí un viaje de negocios a San Antonio, Texas, para volar a Cancún, México, donde Hull dijo que él y Emie me recogerían. Debido a que los Hull estaban en El Salvador cuando telefonearon, no había podido localizarlos hasta que estuve en el aeropuerto”, contó la periodista.

“Estamos muy contentos de que vengas”, le dijo Hull. “Procuraremos que no te secuestren”, agregó.

“Unos días más tarde me recibió Emie Hull en Cancún”, narró la editora Tucker.

 

 

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