Vladimir de la Cruz, analista
Ya se va aclarando la papeleta presidencial de las elecciones del 2018. Liberación Nacional, con Antonio Alvarez, la Unidad Social Cristiana, con Rodolfo Piza, el Republicano Social Cristiano, con Rodolfo Hernández y Nueva Generación, con Sergio Mena son los partidos que ya tienen su candidato presidencial debidamente aprobado en convenciones y asambleas nacionales. Con papeleta presidencia total, es decir, con sus dos vicepresidencias, el Partido Nueva Generación ya la tiene.
Este fin de semana el partido Acción Ciudadana define su candidato presidencial, por convención cerrada, lo mismo que el Movimiento Libertario, que está intensamente en su lucha, ambos partidos con dos precandidatos.
Nominados a encabezar la presidencia de la República, como candidatos, están Edgardo Araya, del Frente Amplio, Juan Diego Castro, de Integración Nacional, que están sujetos a las respectivas convocatorias de la Asambleas Nacionales, que pareciera las están dejando para agosto o setiembre.
Quedan por resolver, también por Asambleas Nacionales de sus partidos, los grupos cristianos no católicos, que tienen representación parlamentaria, y que aspiran a participar con candidatos propios, que suman prácticamente tres partidos más, el de Mario Redondo, Partido Alianza Demócrata Cristiana, el de Fabricio Alvarado, Restauración Nacional, y el partido Renovación Nacional con Abelino Esquivel.
De ganar en el partido Acción Ciudadana, la candidatura Welmer Ramos, formaría parte de este grupo de candidatos de cristianos no católicos. De haber persistido y de haber ganado en Liberación Nacional, el precandidato Clinton Cruickshank, este hubiera sido otro candidato cristiano no católico. Esta situación da la sensación de que estos grupos religiosos no se satisfacen con tener sus propias tiendas electorales sino que están en la cooptación de las grandes agrupaciones políticas, introduciendo allí candidatos con estas características.
Están sin definir definir aún sus candidatos los partidos Accesibilidad sin Exclusión, el Liberal Progresista, que no está claro aún si lanzará candidato presidencial, Patria Nueva, lo mismo que el Partido de los Trabajadores y la Unión Nacional.
De llenar los requisitos y cumplir con lo dispuesto por la legislación electoral tendremos 17 partidos políticos de manera amplia, pero no menos de 13, lo que significa que de estos últimos, cuatro puedan no participar definitivamente.
Si no gana la convención del Movimiento Libertario la diputada Natalia Díaz, no tendremos en esta campaña ninguna mujer aspirando a gobernar el país.
Sin coaliciones
Tampoco hay, ni habrá ya, coaliciones electorales ni fusiones electorales. Esto significa que todos los partidos van luchando por su propio triunfo, cada quien por lo suyo. La coalición que sonó en algún momento entre Acción Ciudadana y el Frente Amplio fracasó desde su propia gestación. A nivel municipal, en el 2016, solo en una municipalidad lograron esa coalición.
Nos falta en el país todavía mucha cultura política de coaliciones, aunque en 1958, en 1966 y en 1978 los tres gobiernos que surgieron, el de Mario Echandi, el de José Joaquín Trejos Fernéndez, y el de Rodrigo Carazo, debieron su triunfo, entre otros aspectos a que eran candidatos de coaliciones electorales. La izquierda ha hecho algunas, la más exitosa Pueblo Unido hasta que los partidos que la integraban desaparecieron o se dividieron.
A nivel de diputados, solo los partidos Republicano Social Cristiano y Nueva Generación, ya definieron sus candidatos provinciales, guardando la paridad vertical y horizontal que ahora se exige.
La lista de partidos se ampliará porque a nivel provincial participan en la práctica todos los partidos nacionales, más los que en cada provincia se inscriban para postular diputados regionales, lo que también varía el número de partidos por provincia, pudiendo haber en unas más que en otros.
Este nivel de nombramiento, el de diputados, tiene bajo presión a los partidos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana. A Liberación por el aparente triunfo de la tendencia de José María Figueres en las estructuras internas en la convención, y por los compromisos de Antonio Alvarez con algunos pequeños grupos que le apoyaron, pudiendo el grupo de Figueres, si lo quiere, imponer sus candidatos o decidir quien va y quien no.
En la Unidad Social Cristiana la fuerza misma del resultado de la convención pareciera haber definido quien encabeza las provincias y con ello se resolvió el resto parcialmente, pues queda ponerle nombres a esas candidaturas, al igual que en Liberación Nacional.
En general, también tiene bajo presión a todos los demás partidos por ver quien encabeza la lista provincial de cada partido, que es el puesto mas peleado. Definido éste los candidatos tienen que acomodarse a alternar hombre mujer o mujer hombre, les guste o no les guste.
Quien encabece las provincias por los partidos políticos podría ser clave también para el mejor desenlace de la próxima elección.
En las elecciones de febrero se elegirá al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo. No es una elección sin importancia. Es la posibilidad de que el Poder Ejecutivo, con el partido que gane, tenga músculo legislativo para poder llevar a cabo su obra de gobierno, y el cumplimiento de sus ofertas electorales. Así, el partido que pretenda ganar, deber pretender también tener el máximo número de diputados.
De los partidos que han gobernado, su esfuerzo será elevar el número de sus diputados actuales, Liberación Nacional más de 18, Acción Ciudadana más de 13 y la Unidad Social Cristiana más de 8. No es una tarea fácil pero no es imposible,
En todo esto jugará la organización y la estrategia de la campaña electoral de los partidos y, por supuesto, su imagen publicitaria.