Edgar Fonseca, editor
¡Cuánto desparpajo!
Ahora resulta que el capo tenía “un embajador”…
Y, así, le “echan los muertos” solo a uno de los mimados presidenciales.
¿Y el resto?
“Ese muerto no lo cargo yo”…
Porque el personaje de este cuento hizo de las suyas con todos.
Lo recibieron con alfombra roja en sus despachos.
Lo atendieron de las mil maravillas.
Lo escucharon atentos.
Y, unos u otros, cedieron a sus presiones.
Y dicen que hubo alertas; que no terminaron en nada.
En ningún informe escrito.
No hay rastro de nada. Humm…
Fueron alertas que terminaron en “pura paja”, muy a la tica.
“Con Costa Rica no se juega…”.
Y ahora todos tratan de zafar el bulto, con tal de salvar el pellejo del big chief y el propio.
No se recuerda, en la reciente historia política, de tanto cinismo; de como tantos esquivaron tanta responsabilidad política en el naufragio de ese engendro con el que embaucaron al país hace cuatro años a punta del puritanismo en la gestión pública.
Todos ellos son protagonistas de uno de los más vergonzosos capítulos de alegado tráfico de influencias que se tenga cuenta en tiempos recientes.
Quedaron al descubierto, gracias a un saludable ejercicio de control político, a pesar de las tragicómicas intervenciones de algunos legisladores.
Todos andan en desbandada.
Los que se decían sus amigos.
Los que pernoctaron en su hacienda.
Los que disfrutaron de sus vacaciones todo incluido. Esos que fanfarroneaban con la pomposa “economía solidaria” de tufo chavista.
Los que viajaron en sus naves.
Los que lo movieron a sus anchas por los pasillos presidenciales, ministeriales, legislativos, judiciales, aduanales o bancarios.
Pero ninguno se va. Ni renuncia. Ninguno da un paso al costado.
¿Cómo se llama la obra?
¿Dignidad que te has hecho?
Hora crucial para el país, sin duda.
De veras, después de todo esto, y de lo que falta, este próximo cuatro de febrero, el país no elige un gobierno cualquiera.
Se necesitará elegir uno de salvamento nacional.
Tamaño desafío en las urnas, en las aturdidas mentes de nuestros votantes.
Punto final-De las comparecencias legislativas del “cementazo”, deberían salir las mayores lecciones éticas, tratados completos para que los partidos, todos, exijan a sus miembros cumplir, so pena de lincharlos en el Parque Central a la menor infracción.