Edgar Fonseca, editor
Un extraño y poderoso personaje penetró a su antojo las cumbres del poder.
Fueron los más altos personeros de este gobierno quienes le abrieron el surco a dicho individuo en la Casa Presidencial.
Fueron los más connotados “operadores políticos”, ministros, asesores y consejeros de este gobierno quienes le facilitaron, en sus gestiones, hasta siete encuentros en las oficinas presidenciales y demás dependencias, incluido uno con el propio mandatario.
Y en ese ir y venir de relaciones, de conexiones, de ese acecho suyo al poder, de ese alegado tráfico de influencias, que hoy se investiga en instancias legislativas, alcanzó todos sus objetivos empresariales y comerciales.
Todo a la sombra de un gobierno que había llegado, finalmente, a tomar las riendas del país tras 12 años de pregonar la “pureza” de la gestión pública como el norte inequívoco de su mandato.
Por eso la incredulidad y la suspicacia pública ante las reiteradas explicaciones de la cúpula oficialista de su eventual implicación y responsabilidad en este penoso capítulo de nuestra reciente historia política.
Y, gracias al ejercicio del debido control político legislativo, las comparecencias de la comisión investigadora del escándalo, con tonos circenses, no pocas veces, han servido para destapar la amplitud de las relaciones de esa figura clave en otros sectores, con otros líderes, allende las fronteras gobiernistas.
Así pasa apuros mayores el Poder Judicial al trascender el presunto y polémico nexo con un magistrado. O los cuestionamientos al Fiscal General.
Y así trasciende que ciertos dirigentes y políticos, convirtieron la clase ejecutiva del avión del empresario en su servicio preferido.
Y trascienden las fastuosas estadías de algunos de ellos en su hacienda.
“Somos amigos…”, alega, sin rubor, uno de los aludidos.
O los paquetes vacacionales a sus familias, todo incluido, a quien se lo pidiera.
Y llueven las justificaciones.
O los distanciamientos calculados.
O el desparpajo de algunos en las pretendidas aclaraciones.
Lecciones olvidadas
No parece que las lecciones de los escándalos presidenciales de corrupción que estremecieron al país hace apenas 13 años, fuesen aprendidas, digeridas y aplicadas por buena parte de nuestros líderes y dirigentes.
Tal es la impresión que queda en la opinión publica tras las inesperadas y sorprendentes relaciones y andanzas que trascienden, un día y otro, de algunos, no todos, para ser justos, de nuestros politicos con este insólito personaje.
…Hace 13 años el país enfrentó y superó aquel convulso capítulo gracias a su fortaleza institucional y a una decisiva intervención del aparato de la justicia.
Pero las graves lecciones de aquel traumático episodio parece que quedaron muy pronto en el olvido.
Nadie se sorprenda si mañana un payaso llega a Zapote, como en Guatemala.
Ya sabremos a quienes castiga, así, sin chistar, la opinión pública.
Ese riesgo está en el aire amenazante.
Ciertamente, este próximo cuatro de febrero el país se juega una carta de sobrevivencia democrática crucial.
Dios lo guarde!
Punto final-El rastro del expresidente Correa, ese infame represor de las libertades públicas en Ecuador, se enturbia cada vez más. Tenía montada una red de espionaje y persecución a políticos, empresarios y periodistas críticos de su autoritarismo.
• Mucho ojo con la pretendida transformación de la DIS en un aparato calcado al de Correa.