Sin luz, sin agua, si comida, Joseph Heithaus, estadounidense residente en Monteverde, Puntarenas, narra en un informe especial de The New York Times el devastador golpe de la tormenta Nate en aquella rica región ecológica del país.
“Esa noche la lluvia palpitaba en nuestro techo de hojalata en oleadas. Mientras continuaba al día siguiente, nuestras chicas y un amigo se salpicaron de charcos en el patio empapado, todos nosotros sin saber qué tan peligrosa era la situación. Para el jueves por la noche habíamos perdido la electricidad y el viernes por la mañana, agua. Mi esposa dijo que creía haber escuchado el rumor de un deslizamiento de tierra durante la noche. Recibimos noticias de que la comunidad se estaba reuniendo a continuación y caminó hacia abajo. En el camino, las líneas eléctricas habían caído, sus postes torcidos porque la tierra que los había mantenido se había ido”, Heithaus, profesor de Inglés en DePauw University.
“Llegamos para ver y escuchar a personas trabajando juntas. Los costarricenses locales proporcionaban instrucciones e información, que se traducía simultáneamente al inglés. Aquí, la barrera del idioma es permeable. Al igual que en las reuniones de los cuáqueros, si alguien habla en inglés o español, otro siempre traduce”, dice Heithaus.
“Nos enteramos de que Monteverde había sido cortado de las ciudades a su alrededor. Nadie tenía agua ni energía. Después de la reunión, las garras de nosotros se quedaron planeando nuestros próximos movimientos. Como no teníamos forma de cocinar, nuestra estufa es eléctrica, aceptamos traer la comida que pudiéramos a la casa de otra familia estadounidense, que tiene una estufa de gas. Hemos estado viviendo con ellos desde entonces”, narra.
Ver informe especial: In Costa Rica, loss in the Clouds, Joseph Heithaus, The New York Times