El sueño no se recupera. Las horas que no dormimos no las compensamos con un fin de semana de siestas, advierte un informe del diario El Tiempo de Bogotá.
No estamos hablando del insomnio –del no poder conciliar el sueño, que es otra clase de problema– sino de las horas que les robamos a las noches para quedarnos trabajando, enganchados con una serie, pegados a las redes sociales, atrapados con un libro o reunidos con amigos. Las horas que podríamos dormir, pero decidimos no dormirlas, dice el diario.
A menos sueño, engordamos más
Hay estudios –agrega dicho medio– que aseguran que dormir poco tiene consecuencias directas en el aumento del peso. En parte, esto se debe a que quienes duermen menos de seis horas tienden a comer más porque pasan más tiempo despiertos y, por otro lado, a que los desajustes del sueño afectan el metabolismo de la glucosa. Así lo explica Pérez Chada: “La restricción de las horas de sueño produce alteraciones metabólicas que generan un aumento del apetito y alteran los niveles de las hormonas que lo regulan. Cuando se prolonga el día y las comidas se ingieren más tarde se produce una desincronización entre el reloj circadiano, ubicado en el sistema nervioso central, y los mecanismos que regulan el apetito”.
Ver informe especial, diario El Tiempo, Bogotá