- Decir por decir que hay que “prepararse para enfrentar el mayor fraude electoral planeado”, es actuar de manera muy irresponsable. Hay que concretar los cargos sobre quienes están planeando este fraude electoral.
Vladimir de la Cruz, analista
Aunque parezca extraño, contradictorio, paradójico y sorprendente, los procesos electorales que hoy vivimos intensamente, de la historia política y la construcción democrática nacional que hoy tenemos, fueron, especialmente antes de 1948, resultado de fraudes, verdaderos fraudes electorales, que de distinta manera, y no pocos, se realizaban en cada proceso electoral, que están bien estudiados, generalmente hechos desde el Poder Ejecutivo, que era el que organizaba los procesos electorales. Nos guste o no, lo aceptemos o no, la democracia que tenemos fue construida a base de esos fraudes electorales y de los gobiernos, y gobernantes, que hicieron surgir.
La década de 1940-1950 fue en cierta manera el parteaguas de esta situación. No se evitaron los fraudes en las campañas electorales de 1944 y de 1948, pero hicieron explosionar la sociedad existente, es decir, hicieron estallar la aparente tranquilidad democrática de esos años, para agitarla, más que contemplarla para transformarla radicalmente yendo a la raíz de los eventos que provocaban esas situaciones vinculadas al fraude electoral. La hicieron explotar, de donde se extrajo la riqueza más importante del proceso histórico costarricense, cual fue la de “purificar” ese proceso electoral, garantizarlo, separarlo de la influencia directa del Poder Ejecutivo, y de asegurarlo con una institución sólida, independiente, gestora en todas sus fases y declaradora de los resultados, sin apelación posible, creando para ello el Tribunal Supremo de Elecciones en 1949.
Ver artículo completo adjunto: ¿Se puede hacer fraude en las próximas elecciones?