Edgar Fonseca, editor
El país debe repudiar el soez ataque a que está siendo sometido el Tribunal Supremo de Elecciones y su máximo jerarca.
No se trata de una bufonada, de una bravuconada más, al calor de una campaña.
Se trata de una grosera arremetida contra una institución clave, su imagen y su credibilidad y su cabeza. Con un perverso afán de deshonrar, de desprestigiar, y de deslegitimar a la entidad y a sus personeros en vísperas de una nueva jornada electoral.
La atacan conscientes que esta sociedad le ha depositado su plena confianza a lo largo de su más reciente periodo republicano, sin el menor atisbo de duda, sobre su desempeño, en 18 votaciones presidenciales desde 1953. Y en vastedad de comicios legislativos y municipales. Un sistema modelo regional de transparencia y eficiencia.
¿Por qué el ataque?
¿Por qué en estos momentos?
A las puertas de unos comicios que pintan reñidos y atípicos, cruciales para reordenar el camino, hay quienes, en sus afanes, apuestan a arrasar con cuanto se les atraviese en sus propósitos.
Y se lanzan, irresponsablemente, contra instituciones en las que la ciudadanía mantiene envidiables cuotas de confianza.
En el más reciente de sus arrebatos, disparan a aniquilar la bien ganada credibilidad del ente electoral.
El país ha sido testigo a lo largo de los últimos meses y semanas de ese mensaje de odio sin precedentes, que, lastimosamente, arrastra a no pocos incautos, en medio de la decepción y del descrédito con la clase política tradicional.
No debería caer la opinión pública en la trampa
Esta sociedad no debe su devenir histórico a falsos profetas.
La fragua de nuestro desarrollo institucional ha sido la suma de voluntades, de gestión y de decisión pública y privada, imperfecta sí, pero respetuosa del aparato institucional forjado. Alejada de autoritarismos, de mesianismos o de nefastos populismos.
No debería el país tragar tan fácil ese anzuelo demagógico, oportunista, “vende humo”, que se le tiende en el fragor de una efímera campaña.
Debería, sí, tener muy a mano las más dramáticas experiencias del acontecer regional.
Guatemala, un estado fallido, se arrepintió, muy tarde, de haber elegido … a un payaso de presidente.
“Si usted elige a un payaso, espere un circo”, advierte la prestigiosa revista The Economist sobre la debacle institucional en esa hermana nación.
O la tragedia de Honduras, donde pandilleros y extremistas la tienen sumergida en el caos.
La opinión pública debe estar muy atenta a estos acontecimientos. Y censurar a estos nuevos heraldos del Apocalipsis.
Punto final–
- Al candidato gobiernista, fulminado en las encuestas por el “cementazo”, también se le extravió la brújula… y aislará al país.
- La última torpeza del MOPT: autorizar repavimentar circunvalación metropolitana en fin de año. La Contraloría y la Fiscalía deberían investigar por qué en la agonía de una administración se atropellan estos –u otros– contratos de recarpeteo. Resultado: al menos seis meses más de presas infernales de frontera a frontera y de costa a costa. Esto, tampoco, debería quedar impune.
[…] Ver también: Elecciones, transparencia, ataque…PuroPeriodismo.com […]
Si Carlos Alvarado aparece fulminado en las encuestas y encima de eso, se le extravió la brújula, eso significa que es improbable que gane las elecciones presidenciales y por lo tanto, no entiendo cómo podría aislar al país. Pero tal vez Don Edgar me pueda ilustrar las razones por las que escribió eso en su punto final.