Edgar Fonseca, editor
Infartado por el inoportuno fallo de las uniones gay de la Corte IDH, el país votó contaminado y los resultados de vértigo la noche del 4 de febrero lo evidenciaron.
El país se juega el próximo primero de abril un tiro en la “ruleta rusa” cuando deba dirimir para presidente entre el líder evangélico Fabricio Alvarado, chapado en su fanatismo religioso, y el oficialista Carlos Alvarado, chapado en este continuismo de incertidumbre e indefinición, en este “nadadito de perro” en que nos han tenido en los últimos cuatro años, y que nos tiene al borde del abismo.
- Pecó grave este gobierno al presionar la resolución de la alta corte internacional, –que tarde o temprano el país deberá aplicar–, pero que, ¡oh coincidencia!, trascendió y fue celebrada con jolgorio en Zapote a quince días de los comicios.
- A partir de ahí, la campaña, volátil, de por sí, se descarriló y levantó repentinamente un voto inflamado por el furibundo rechazo público al fallo, 67 %, según los estudios de la UCR. “Shock religioso”, dijeron los expertos sociales. “Shock político”, gritó la calle. ¿Continuará el oficialismo, durante estos dos meses cruciales que vienen, venteando el fallo que tiene a las puertas de Zapote al predicador?
- El PAC, si logra exorcizarse del pastor el próximo 1 de abril, deberá gobernar en más minoría legislativa que la presente, con una fracción reducida a 10 legisladores de los 13 anteriores. Una legislatura de laberinto, dominada, como premio de consolación, por el PLN, y el insólito botín de 14 diputados del tinglado evangélico. ¡Dios santo, qué futuro nos aguarda!
- Pecado mortal del PLN, que le deja en picada por segundos comicios consecutivos –y el mayor batacazo en su historia– al no barruntar la amenaza que representaba, a su endeble respaldo, en el sprint final, la efervescencia fanática de las últimas horas.
- Fulminadas las extremas. El Frente Amplio pagó caro su maridaje con este gobierno, con Managua y con los bolivarianos, y quedó reducido a escombros con una pírrica curul. Y quedaron enterrados los libertarios. La tozudez de un dirigente sempiterno los llevó a la tumba.
- Fulminada, también, la campaña de odio y veneno que salpicó buena parte de la contienda. Esa campaña del insulto, del ataque soez indiscriminado desde magistrados a periodistas quedó sepultada.
- Siguen, y más oscuros, los nublados del día. Tras un esplendoroso domingo veraniego, en que la más vieja democracia continental rechinó con su ejercicio cívico, un voto ni tan oculto ni tan silencioso partió más los ánimos y deja las opciones reducidas y riesgosas en cualquier rumbo. Si esto no es un salto al vacío, sino es jugar con fuego, ¿díganme qué es? Por todo ello y más, ¡perdónanos Señor!