Edgar Fonseca, editor
¿Para qué debates televisivos en donde los participantes se acicalan como si fuese la final de Miss Universo?
Y que, por lo visto, a nadie convencen.
¿Para qué gigantografías o vallas en las calles, carreteras, en los buses, o spots, que –a la hora de la hora– a nadie llevan a las urnas?
Solo Liberación disparó más de ¢2.571 millones –¢637 millones de ellos en propaganda– en una campaña que remató en un monumental fracaso.
¿Para qué tanto gasto superfluo durante cuatro meses, en los que la sustancia de la discusión y las propuestas ante los retos y desafíos nacionales queda relegada a segundo plano?
Estas y otras interrogantes rondan tras el repentino resultado de los comicios nacionales en primera vuelta que, ante los ojos del mundo, desnudan a un país intolerante –que no lo debería ser– en el afianzamiento de derechos cívicos, ciudadanos, humanos.
Voto emotivo. Voto emocional. Voto de indignación y de castigo este del pasado 4 de febrero, y que puso contra las cuerdas, aún más, a las vías tradicionales de hacer campañas políticas.
Queda claro. No vale gastar un cinco más en los tales debates. Mucho menos en millonarias pautas televisivas. Y los impresos son prescindibles en la correntada electorera.
Las redes dominan ese torbellino y muchos no terminan de entender ese irascible juego.
¡La liebre salta en cualquier momento!
Qué lo digan los estrategas de la más atípica campaña de las últimas décadas.
Como hechiceros al acecho, algunos aguardaron hasta el último suspiro, y se ataron a un golpe de suerte, como lo halló el candidato evangélico, para apoderarse, en la recta final, del favoritismo de un voto hinchado de resentimiento. Un voto alterado. Contaminado. Un voto de referéndum…
Aprovecharon que un gobierno, como el que se apaga, les puso en bandeja un tema envenenado, y concentraron todas sus energías en levantar el oleaje a su favor en las zonas más miserables y más abstencionistas. ¿Y en la otra acera?, “ni la vieron venir”, confesó candorosamente el candidato la noche del naufragio.
Coletazos electorales
No gasten más en campañas. No despilfarren más recursos públicos.
- La suerte parece echada para la segunda vuelta, a menos que el candidato gobiernista –con el pesado fardo de estos cuatro años que dejan al país al borde del abismo– encuentre su golpe mágico.
- Liberación, con respiración artificial, patina, en medio de la bronca de su debacle, en ir, con sus 17 diputados, la mayor de las minorías, a un urgente consenso, a un gran acuerdo nacional, que ayude a desentrabar al país. Extraño en una organización cuyo supremo líder evangeliza con tender puentes y no levantar muros. No parece que estén leyendo las agudas lecciones de la más poderosa dirigente europea de nuestro tiempo, la pragmática Merkel.
- El extremismo y el gremialismo defensores a ultranza de los odiosos privilegios, de los pluses y de las convenciones pagaron cara su obcecación: una pírrica curul.
- Y fracasó el asalto al poder de la campaña de la infamia. No parece tan fácil de engatusar este pueblo.O ¿me equivoco?.