Edgar Fonseca, editor/Foto debate TSE
No vamos a votar este insólito 1.º de abril con el sistema electoral bajo sospecha como temeraria y recurrentemente algunos lo ponen en tela de duda.
El sistema rechina de limpio, de transparente.
La votación de primera ronda se dilucidó sin el menor chistar contra el sistema por parte de los contendores.
Los finalistas se congratularon de pasar, y los demás, a casa.
Ni vamos a votar este 1.º de abril, con el ambiente envenenado, como lo hicimos en el referéndum de aquel 7 de noviembre del 2007, cuando faltó poco para que algunas cabezas calientes nos llevaran “a las armas”, mientras decidíamos si dábamos un paso al frente de la integración comercial multilateral o nos quedábamos rezagados de la región.
Visionario, este pueblo, aunque partido, optó por adherir al país al TLC con EE.UU., Centroamérica y República Dominicana.
Diez años después aquella apuesta genera más de 100 mil empleos permanentes, un vigoroso impulso a la inversión externa, y un sinfín de oportunidades de crecimiento y competitividad para las nuevas generaciones.
Vamos a votar, eso sí, este Domingo de Resurrección, con la decisión bajo sospecha, según sea la inclinación final de los electores.
En cuestionamiento: la extracción, la filiación y la representación de uno de los finalistas. La conveniencia o pertenencia de respaldarlo por el riesgo de sus propuestas o ideas, por su zigzageante discurso, por los exabruptos de sus colaboradores.
La elección se anegó en una “guerra santa”.
Predicciones apocalípticas van y vienen.
Que el domingo puede darse el eclipse más largo del siglo en esta bendita tierra del “pura vida”, se soltó, circunspecto, un curtido político.
Que estamos a las puertas de un Tercer Reich en miniatura, barruntó otro.
“Esta es una competencia política, no una lucha fratricida entre costarricenses”, aplacó el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Luis Antonio Sobrado.
Pero no pestañeó en señalar el detonante de este enrarecido horizonte: la “inofensiva” opinión consultiva de la Corte IDH sobre las uniones gay, patrocinada por esta administración, que cayó como una bomba en el sprint final de la primera ronda.
Queda claro el origen –y no otro– de este ambiente inflamado en que vamos a votar este 1.º de abril. Un voto, “cargado”, sin duda.
El elector decide.