Gloria Navas, abogada *
Hace casi ya 13 años el 30 de mayo que mi hijo Rafita falleció producto de un accidente de tránsito. Iba solo y nos alistábamos también para un viaje a celebrar su conclusión de estudios de abogacía. No se detiene el hueco que siento en mi corazón a diario ni las lágrimas que brotan todo el tiempo por su ausencia. Lo extraño en toda ocasión, cumpleaños de mis hijas, de mis nietas, día de las madres, su onomástico, escenas cuando nació y se criaba como un lindo bebé de carita redonda, pelo clarito y colochitos graciosamente enroscados. Su futuro como artista que amaba el dibujo y la pintura y su profesión de abogado le esperaban ardientemente, y su mamá le amaba al igual que sus hermanas, tíos y toda la familia. Era un muchacho tranquilo, llevadero y suavecito de carácter. Mi alma aún grita porque no está. Y fue un accidente.
¿Qué nos pasa?
Pienso tanto en la madre de Sebastián arrollado por una masa de acero con un público que lo observaba y le vitoreaba en apariencia para instarlo a asumir un riesgo que no le competía porque su tiempo no lo era aún. Le faltaba mucho por recorrer con libertad y amor por este mundo. Le faltaba mucho por recibir y dar. Un joven sencillo, inocente . . .sin palabras y sin aliento nos quedamos. A muchos inocentes más se les ha robado el aliento de vida. Los sobrevivientes ahora en esa condiciones deben luchar con la ira además, por las circunstancias de esos hechos deleznables.
¿Qué nos pasa como sociedad y como familias? ¿Dónde está nuestra mirada? ¿Qué nos pasa que no reaccionamos Costa Rica? ¿Cuándo vamos a detener esta locura?
Los nuevos derroteros son una deuda que los adultos mayores, los padres de familia, los educadores y toda la ciudadanía en suma , tenemos en favor de esta juventud que se nos esfuma en medio de la violencia, la pérdida de valores y nuestra mirada en las riquezas que se diluyen, se queman y no queda rastro de ellas. Tenemos una deuda muy grande que asumir y el tiempo es ¡YA!!!
- Gloria Navas, Facebook/Foto: nacion.com