Vladimir de la Cruz, analista *
La imagen de gobierno de unidad nacional que se ha venido tejiendo con las adherencias a estos dos candidatos y sus partidos es mera ficción.
Seguimos sin cultura de coaliciones políticas electorales, y sin cultura de coaliciones políticas de gobiernos. La adherencia de estas personalidades no conduce a coaliciones de partidos políticos en el próximo gobierno, de allí también su debilidad formal.
A los efectos reales, gobernará Fabricio Alvarado con su partido Restauración Nacional y sus adherentes, sin un programa político propio de esa aparente unidad, dándole espacio también, y representación a todos los grupos evangélicos que se pueden representar en él, o lo que la Alianza Evangélica Nacional le trace. Al frente, gobernará Carlos Alvarado y su partido Acción Ciudadana, con sus distintas corrientes internas, y en conflicto, ya purificado de quienes se han ido con Fabricio Alvarado, más los adhesivos que le han llegado sin mayores exigencias, aparte de lo que podría ser más sólido programáticamente, que son los documentos de apoyo de Rodolfo Piza y de los candidatos a diputados de Nueva Generación que se sumaron con documento conceptual.
¿Cuánto durarán esas “alianzas”, de esas adherencias personales? Tan solo llegarán al 1 de abril y unos días más, es lo más seguro.
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