Voto fulminante, pragmatismo a prueba…

274

Edgar Fonseca, editor/Foto Semanario Universidad

El fulminante voto que catapultó a Carlos Alvarado Quesada a la Presidencia de la República, lo desafía desde ya al mayor ejercicio de pragmatismo político, si quiere empezar a mover al país del atolladero en que lo deja esta administración.

De ese despeñadero fiscal que el propio gobernante electo reconoció, en la euforia del triunfo, como un reto impostergable de decisión.

Del atolladero en infraestructura.

Nos comparan cada vez más con Haití y menos con naciones del primer mundo.

Del atolladero del desempleo.

Que amenaza cada vez más a buena parte de la generación joven que, sin duda, apostó por su elección.

Del atolladero de la inseguridad.

Marginada de su discurso, la “carnicería” que estremece al país se vuelve una grave reto a la institucionalidad y a la convivencia.

Del dicho al hecho…

El nuevo presidente debe pasar del coqueteo electoral a los hechos.

Hacer realidad la sustancia y las propuestas de las alianzas –no tan impuras– a las que se atrevió, cuando dejó de condenar como corrupto al PUSC, y abrazó a su excandidato, y acogió a otrora enemigos del también satanizado PLN.

Debe darse a creer.

En concesión de obra pública –urgente de reactivar– tiene a su lado ahora a un maestro, si de pragmatismos se trata.

Y fortalecer la alianza con el influyente sector productivo tras estos cuatro tensos años.

Y, en minoría, tiene en el consenso legislativo, quizá el mayor de sus desafíos. La administración que acaba nunca lo entendió.

Otros apuntes

* El voto contundente de esta segunda ronda fue un voto racional, de madurez ciudadana, de hondo compromiso con instituciones y valores.

No se debe malinterpretar como un nuevo plebiscito, como un cheque en blanco, que agudice la división del país.

Fue un voto cargado de nutrientes urbanos, jóvenes, multisectoriales que consolidan al PAC.

El bipartidismo, cargado de curules, o pasa por un exorcismo o va camino de desaparecer. Va para ocho largos años de ser prescindible para los electores.

* El voto emocional, el de las catacumbas, se vio contenido por el abanderamiento del respeto a las instituciones y a los derechos humanos, por los que se conoce a este país. ¿Vayan ustedes a saber si hubo un decisivo voto silencioso de profunda raigambre católica?

Piza, el otro gran ganador- El excandidato PUSC participó de una jugada política mayúscula, digna de las mejores partidas de ajedrez.

No solo empujó a Alvarado a un triunfo inobjetable sino que fortaleció sus propias cartas con miras a 2022. Claro, mucho depende del “cogobierno” en que se vea envuelto a partir del 8 de mayo.

* ¿Y de las encuestas…? No hablemos.