Edgar Fonseca, editor/Foto nacion.com
Todos los proyectos clave de infraestructura vial del país “están enfermos”, sentenció el ministro de Obras Públicas, Rodolfo Méndez.
Solo alguien con su autoridad y trayectoria en la función pública y privada, puede hablar así, tan solo de entrada.
“La nueva ruta a Limón es casi un contrasentido, se ha manejado con los pies desde el origen”, censuró en una esclarecedora entrevista con La Nación, de previo a asumir su cargo.
Nadie le respondió.
Nadie osó refutarlo.
Nadie se sintió capaz de desmentirlo.
Ni siquiera el presidente saliente se atrevió a demeritar sus graves denuncias. Más bien, pasó por alto el enojoso episodio que hizo reverberar la inacción que carcomió el quehacer de su administración, particularmente en infraestructura.
…Una administración –valga la ocasión– que acaba con mucho más pena que gloria.
Un atascadero
La arremetida del nuevo ministro puede catalogarse, también, como una cura en salud ante lo que se encontrará.
Salir del atascadero en que quedan rutas clave como la 27, la 32, San Carlos, San Ramón, Abangares, viaductos, puentes y otros pasos vitales, no será fácil en tan solo cuatro años, sobretodo desde un ministerio en cuyos aleros hay cuatro mil gentes que el futuro ministro no tiene la menor idea a qué se dedican. Tamaño enigma por descifrar…
Las denuncias de don Rodolfo resaltan, a la vez, la conveniencia que desde un gabinete se le hable a la opinión pública con sinceridad.
Que no se le engañe. Que no se le mienta, como pasó, en tiempos recientes, con la tristemente célebre ampliación de la ruta a San Ramón.
Porque fue un movimiento extremista y chantajista, aupado por los principales dirigentes del hoy partido gobiernista, el que hizo colapsar aquel proyecto en perjuicio del país, de comunidades y de miles de ciudadanos en el Occidente. Hoy todos los responsables andan en estampida.
Punto final-El nuevo ministro lo sabe: algunos contratistas llevan años haciendo clavos de oro con recarpeteos eternos. Si tan solo apuntara allí con fuerza el bisturí, sería suficiente. Es hora que alguien frene ese despilfarro de recursos públicos en arreglos de tercero y cuarto mundo.