Edgar Fonseca, editor
Los megaoperativos de seguridad lanzados con bombos y platillos por las nuevas autoridades son una respuesta de contingencia, debida y necesaria, ante la alarmante ola delictiva y de homicidios que estremece al país.
Pero deben plantearse en su justa dimensión ante la opinión pública:
- El país no puede pasar en megaoperativos permanentes. No existen los recursos para andar en acciones de estas cada 24 horas. Tampoco, necesariamente, amainarían la sensación de inseguridad que hoy se palpa en nuestras calles.
- Estos megaoperativos no son la solución estructural al gravísimo fenómeno delincuencial de estos tiempos, a la brutal carnicería por los “ajustes de cuentas” entre bandas criminales. Hay causas y razones más profundas que las nuevas autoridades deben tener en cuenta.
- Los megaoperativos pueden generar una expectativa mayúscula en la ciudadanía que si, al cabo de algún tiempo, nota que la inseguridad no merma puede agravar la desconfianza en los cuerpos de seguridad. Téngase en cuenta la reciente encuesta nacional de la Contraloría General de la República que identifica los servicios judiciales y de seguridad como los peor calificados por los ciudadanos.
- Los megaoperativos no deben prestarse para show mediáticos. La seguridad es una función clave del Estado y, quienes tienen delegadas tareas, deben ejecutarlas bajo las premisas del mayor sentido común sin que trasluzcan ulteriores afanes propagandísticos.
La nueva administración tiene en la seguridad un flanco crítico de acción.
Tras un gobierno que vio como se le iba al despeñadero el combate al fenómeno delictivo, la ciudadanía espera de las nuevas autoridades una respuesta pronta y eficiente.
Los megaoperativos lanzados en el fin de semana son un respiro; evidencian un claro propósito por restablecer orden y ley.
Obligan, además, a una precisa coordinación interinstitucional de la cual no debe quedar marginada la Fiscalía, tal la magnitud del desafío.
¿Corresponden a una estrategia lógica de respuesta a la epidemia que nos azota?
La respuesta la dará su vigencia y sus resultados.
Punto final-La espontánea ayuda que ofrece en seguridad Colombia, toda una escuela del combate a las mafias narco-criminales debe recibirse a ma nos abiertas y agradecidas. Y debe acudirse a la asistencia de naciones como Chile, España o EE.UU., prestas a lo largo del camino a apoyar nuestras urgencias en este sensible ámbito.