Edgar Fonseca, editor/Fotos Facebook Miguel Angel Escribano
“Arancha es nuestro Angel. Sincera, humilde, generosa, cariñosa, respetuosa, amante de las causas pérdidas”, dice Miguel Angel Escribano Ortega, compañero sentimental de la española Arantaxa Gutiérrez López, muerta el sábado al ser asaltada mientras hacia ejercicio cerca del hotel en que se hospedaban en Barra del Tortuguero, Limón.
Las autoridades liberaron, por falta de pruebas, al único sospechoso, un nicaragüense de apellido Díaz, quien está en condición migratoria irregular en el país. Este miércoles, autoridades de Migración lo detuvieron para analizar su condición migratoria y esperar resultados de exámenes forenses.
Una mujer llena de vida
Miguel y Arantxa formaban parte de un grupo de 12 turistas españoles que llegaron el primero de agosto a Barra del Tortuguero para unas vacaciones de 10 días.
El sábado por la mañana, Arantxa salió a trotar y como no regresaba al hotel, su esposo dio la voz de alerta. Fue encontrada sin vida en un sendero cercano. Las autoridades presumen que fue víctima de un ataque sexual.
“Arancha es nuestro Angel. Sincera, humilde, generosa, cariñosa, respetuosa, amante de las causas pérdidas, sencilla, familiar, defensora de los animales, de la naturaleza, del medioambiente”, recuerda Escribano de su mujer en un post en su cuenta Facebook que tituló “El manifiesto de un ángel. El post lo ilustra con una imagen de ella, sonriente, en una lancha por los canales de Tortuguero.
Y agrega: “obsesionada con la salud, con el deporte, con la vida sana, activista de Greenpeace, voluntaria en protectora de animales, con vocación en su profesión que no podía ser otra que el cuidado de las personas con problemas neurológicos, enfermedades poco conocidas, personas mayores, empollona como nadie era fisioterapeuta con cientos de cursos y especialidades, guia td1 en montaña y escalada, camino de ser osteopata, entrenadora personal, profesora de pilates”.
Miguel Escribano y Arantxa Gutiérrez. Foto Facebook.
“Lo más importante –dice– es que era la mejor amiga que podías tener porque nunca te iba a pedir nada a cambio de toda su bondad y toda su dedicación”.
“Ahora es misión de todos los que la amamos difundir su legado que a sus 31 años era tan extenso que poco a poco irás conociendo porque ni te lo imaginas”, agrega.
Escribano describe como un infierno lo que ha vivido en las últimas horas.
“Me resulta imposible daros a todos las gracias uno a uno pero sabed que sois mi único consuelo en este infierno que me ha tocado vivir y que estoy preparando algo grande para que todos los que nos amais y amais nuestra forma de vida podáis acompañarnos en este gran momento”.