- 93% de los ciudadanos censura la suspensión de servicios médicos
- 82% ataca el bloqueo del servicio de combustibles
- 78% denuncia el paro en las escuelas y colegios estatales
- y 72% condena los bloqueos en las vías
Edgar Fonseca, editor
Si los dirigentes del paro que se anegó en la CCSS y el Magisterio no se dan cuenta de la repulsa nacional a su movimiento, las crudas cifras de la encuesta de la UCR-CIEP, les deberían hacer recapacitar.
Se trata de una censura pública generalizada a su insensata decisión que acabó en el mayor fracaso de convocatoria sindical de tiempos recientes.
No solo les ha dado la espalda, desde el primer día, el 90% de empleados del resto de instituciones públicas, sino que todo el sector productivo-privado ha continuado en sus tareas y actividades pese a la anormalidad y a la arbitrariedad que tratan de imponer.
Y les costaron muy caros los bloqueos en vías clave y el sabotaje y el entorpecimiento del suministro de combustibles, como lo ratifica la encuesta de la UCR.
Ese tercer crucero con dos mil turistas abordo que recibieron ansiosos los limonenses en el fin de semana –pese al bloqueo de los muelles– en el despegue de una auspiciosa temporada de cruceros, de la que esperan unas 110 embarcaciones y hasta 224 mil visitantes, es la mejor muestra del deseo de ciudadanos, de pequeños y medianos empresarios, a lo largo y ancho del país por impedir que la zozobra, la incertidumbre y el caos que siembran estos dirigentes se prolongue o se propague.
En su naufragio, los 14 dirigentes intentan salvar la cara, enredan al gobierno en un laberinto de “negociaciones”; un particular afán, de mantener una espiral ficticia de inestabilidad y cruzar los dedos por nuevos apoyos como el de los jueces.
El gobierno no debe caer en esa trampa. Ni dar mas largas a este plan de desgaste que se le puede convertir en un bumerán.
No debe ceder a sus insólitas pretensiones, mientras el resto del país respeta el ordenamiento de un trámite legislativo a una impopular aunque urgente reforma fiscal.
No debe, en fin, dejarse chantajear por dirigentes a los que la opinión pública repudia abiertamente.
La opinión pública sigue atenta la conducción del presidente y de sus más cercanos ante lo que es una prueba de fuego critica de la administración.
No está en juego solo la credibilidad, la estabilidad y la agenda de este gobierno, sino, en buena medida, salvar al aparato institucional de las rabietas extremistas de dirigentes quienes, con una lectura irresponsable de los acontecimientos se lanzan a un movimiento rechazado por una mayoría de ciudadanos.
El pésimo ejemplo de los jueces-La dirigencia sindical de los jueces tampoco parece leer con una pizca de sensatez la repulsa nacional a este movimiento. Por eso, este lunes, quienes deberían dar el ejemplo, dan el peor ejemplo y se suman a esta estrategia desestabilizadora. Olvidan que hace un año fracasaron y fueron censurados cuando defendían los odiosos privilegios de su régimen de pensiones.