Edgar Fonseca, editor/Foto Facebook
“La huelga golpea al pueblo, a los que mes a mes pagamos el seguro social, quienes aportamos para que la Caja tenga dinero para pagar salarios, financiar hospitales y hacer realidad el presupuesto de salud de un país”, dice el periodista Eliseo Quesada, editor de Deportes de La Nación quién recién vivió, como paciente, la experiencia de la huelga de empleados en el hospital Calderón Guardia.
“Completé dos semanas de internamiento en el Calderón Guardia, afectado por una seria enfermedad, durante la huelga”, narró Quesada en una columna divulgada el martes 9 de octubre en La Nación.
Se trata del segundo testimonio de periodistas que, como pacientes, han enfrentado distintas peripecias en sus tratamientos con motivo del movimiento laboral decretado hace un mes por dirigentes sindicales, particularmente, en el sector educación y salud.
Semanas atrás, la periodista y presentadora de televisión, Maricruz Leiva, víctima de una mala praxis con una cirugía estética, denunció penosos momentos sufridos durante su atención en el hospital San Juan de Dios, producto del conflicto.
La huelga me impactó
“No pude evitar –dice Quesada– verme impactado por el efecto de la huelga. Lo veo desde el punto de vista de un asegurado de la CCSS, sin conocer mucho de negocios o de reivindicaciones sindicales, ni de beneficios salariales para quienes laboran en la Caja. Tampoco tengo claro sus planes de retiro, sus anualidades y quién sabe qué otros beneficios por los cuales luchan”.
“Soy periodista hace 30 años, concentrado en deportes, no en los negocios. Me gusta más pensar en la gente que en el dinero”, menciona.
“Ahora –agrega– no puedo dejar de pensar en mí tía Carmen, quien hace más de un mes espera una cita en Medicina Nuclear del Hospital México para que le digan por qué sufre dolores tan fuertes en los huesos. No sé si es por la huelga, pero ahí sigue, en Atenas, pegada al teléfono, a la espera de una llamada. También viene a mi mente mi cuñada Lizbeth, quien necesita que la operen de un mioma uterino y aún no tienen claro cuál será su desenlace”.
Ni camisa, ni pantalones, ni ropa
“Traigo a la memoria las veces que nos dijeron a quienes estuvimos en Cirugía 1 de Hombres del Calderón que no había camisas, pantalones o ropa de cama porque la lavandería estaba en huelga”, recuerda Quesada.
“Quiero aclarar –afirma– que en el Calderón y en la clínica de Coronado nos trataron muy bien, en especial a mí”.
“Espero que mi hija Sara, una bendición para mí y quien estudia Medicina en la Universidad de Costa Rica, se inspire en ellos”, cita.
“Pero no dejo de pensar cómo la huelga golpea primero al pueblo, a los que mes a mes pagamos el seguro social, quienes aportamos para que la Caja tenga dinero para pagar salarios, financiar hospitales y hacer realidad el presupuesto de salud de un país. El pueblo es el que más necesita de la CCSS. Si usted es rico o de clase media alta, puede pagar una clínica privada o buscar un médico privado que atienda sus dolencias. No será tan bueno como un hospital de la CCSS, pero le atenderán sin demora. Y, claro, la medicina privada se verá beneficiada de alguna manera porque es parte del juego”, concluye.