- Trump y el Senado estadounidense ofrecieron a Daniel Ortega la posibilidad de un “aterrizaje suave” para superar la crisis política, pero gobernante nica “no supo aprovechar una gran oportunidad”. Ahora, tras las recientes sanciones a su mujer Rosario Murillo y a un operador político clave, Nestor Moncada, se vaticinan más represalias desde Washington, advierte Francisco Aguirre Sacasa, excanciller de Nicaragua en amplia entrevista con El Nuevo Diario de Managua.
Managua-En la Orden Ejecutiva del presidente Donald Trump, declarando al Gobierno de Nicaragua como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, también habrían incidido consideraciones políticas como su interés en reelegirse en 2020 y reveses que sufrió el Partido Republicano en la Cámara de Representantes, en las recientes elecciones de medio mandato, dice Francisco Aguirre Sacasa, quien también fue embajador en Washington.
-¿Cómo valora las acciones tomadas el martes por la Casa Blanca y el Senado estadounidense, en contra del Gobierno de Nicaragua?
-Fue un día histórico en las relaciones entre los Gobiernos de Nicaragua y Estados Unidos. Esas acciones demuestran que Washington va en serio en cuanto al restablecimiento de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos en nuestro país, y en contra de la corrupción.
-¿Qué significan en cuanto al estado de las relaciones entre los dos Gobiernos?
-Constituyen golpes contundentes contra el Gobierno nicaragüense. Implican que las relaciones entre Washington y Managua han retrocedido a su peor nivel desde finales de los años ochenta del siglo pasado, cuando ambos países cortaron relaciones a nivel de embajador. Mi lectura es que la fuerte reacción norteamericana refleja una cierta frustración por la manera en que el comandante Ortega y su cónyuge se cerraron a los intentos que, tanto la administración Trump y el Senado, le brindaron para facilitar un “aterrizaje suave” para Nicaragua y la familia Ortega-Murillo y sus allegados.
Me refiero a las reuniones infructuosas que tuvieron hace algunos meses Caleb McCarry, asesor principal del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y Carlos Trujillo, representante permanente de Estados Unidos en la OEA, con el propio comandante Ortega y miembros de su familia. Allí, Daniel no supo aprovechar una gran oportunidad, y Nicaragua se ha visto perjudicada por esta equivocación.
Más sancionables en la lista
-¿Podrán ser sancionadas otras personas por la Magnitsky Nica?
-Por supuesto que sí. Nicaragua ya lleva cuatro ciudadanos que han sido sancionados bajo la Global Magnitsky, y cuando se termine el proceso de aprobación del Magnitsky Nica en la Cámara Baja del Congreso, podemos anticipar que otros serán añadidos a la lista. ¡Muchos otros! Y no solo nicaragüenses, sino personas e instituciones, incluso extranjeras, que faciliten o sean cómplices de la corrupción, la violación de derechos humanos, el terrorismo y el desmantelamiento de la democracia. La red bajo la Magnitsky Nica será amplísima.
¿Qué significa que hayan sancionado a la vicepresidenta y a un hombre de confianza del presidente?
-Envía una poderosa señal. Mirá, desde el génesis de la Nica Act, uno de los temas más discutidos en Washington es a quién incluir entre los sancionados y en qué orden. En este sentido, la estrategia más apoyada era ir subiéndole la parada gradualmente al comandante Ortega y su círculo familiar para inducir el famoso aterrizaje suave.
-¿Le tomaron por sorpresa estas acciones?
-Sabía que había una alta probabilidad de acción en el Congreso antes del fin de año, porque de no ser aprobada la Magnitsky Nica antes del 14 de diciembre, fecha en la cual se cierra el Congreso, caducaría el proyecto de ley.
O sea, que, había una mecha corta en el Parlamento. Es cierto que una polarización política caracteriza a Washington en estos tiempos, y esta ha dificultado el trabajo entre demócratas y republicanos.
Sin embargo, esto no afectó el Magnitsky Nica porque hay un consenso total en cuanto a la situación de Nicaragua, de los líderes de ambos partidos. Desde hace tiempo, Daniel Ortega no tiene amigos en Washington.
Y esto quedó ampliamente corroborado con la aprobación unánime del Magnitsky Nica por los senadores el martes. En cuanto a la Orden Ejecutiva del presidente Trump, eso sí me tomó por sorpresa; aunque recuerdo que a comienzos de este mes John Bolton, el Asesor Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, había anunciado en Miami que el gobierno de Daniel Ortega era parte de la “troika de tiranías” en Latinoamérica y que Estados Unidos procedería contra él. Debo de confesar que pensaba que él se estaba refiriendo a las sanciones Magnitsky Nica.
Nunca imaginé que se trataba de una orden ejecutiva firmada por el propio presidente y sancionando a la vicepresidenta Rosario Murillo y a Néstor Moncada Lau, el operador principal presidencial. De hecho, la Casa Blanca se le adelantó al Parlamento en este caso.