Ortega siembra de terror a Nicaragua/ ¿Se acerca el fin?

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Edgar Fonseca, editor

Acosado por las sanciones de EE.UU. aprobadas abrumadoramente por el Congreso y el Senado, y solo pendientes del ejecútese presidencial.

Acosado por la declaración del Departamento del Tesoro que mete a su mujer en la lista negra de jerarcas extranjeros vinculados por graves hechos de corrupción y de violaciones a los derechos humanos.

Acosado por una rebelión cívica que no se detiene desde el 18 de abril cuando desató una de las mayores masacres en la reciente historia de ese país.

Acosado por la revuelta de los universitarios a quienes aplastó a sangre y fuego.

Acosado por la insurrección  de los campesinos a cuyos dirigentes, como a los demás líderes opositores, tilda de terroristas.

Acosado por la lacerante voz de la iglesia, encabezada por Monseñor Silvio Báez a quien tiene en la mira.

Acosado por los empresarios, que hasta hace poco lo inciensaban en sus tropelías, y que hoy ven con espanto como se les desploman sus negocios y como huye la inversión internacional y el turismo.

Acosado por las cárceles atestadas de presos políticos en el peor recuerdo del somocismo.

Acosado, en fin, por una dantesca represión que ha teñido de sangre y muerte desde Estelí y Matagalpa hasta la legendaria y heroica Monimbó.

Y que lo tiene aislado, como escoria, en el concierto internacional.

Solo palanqueado por el nuevo títere de los Castro desde La Habana, y por el monigote de Maduro en Caracas, el dictador Ortega se lanza, desesperado, a perpetrar una brutal ola de terror contra los últimos rescoldos de organizaciones cívicas vigilantes y contra los medios implacables en su contra.

Solo en ese contexto se pueden entender las arbitrarias acciones de allanamientos ejecutadas por sus tropas en las últimas horas –muy propias de la siniestra inteligencia cubana–, contra oficinas de esos entes y contra medios de prensa independientes, como ocurre con el sitio Confidencial que dirige el crítico editor Carlos F. Chamorro, quien, como pocos, conoce desde sus entrañas el germen del desvarío autoritario de Ortega.

Solo así se entiende esta infausta Navidad que vive Nicaragua.

Una Navidad que pareciera, sin embargo, presagiar que Ortega y sus secuaces tienen los días contados.

Pero, ¿a qué costo?

Punto final– En sus aletazos, Ortega  amenaza con violar las sentencias de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que ratificaron la total soberanía de Costa Rica en el Caribe norte. Ante esto, el gobierno del presidente Alvarado debe reaccionar con contundencia, no con paños tibios.