Edgar Fonseca, editor/ Fotos El Nuevo Diario, Managua
El magistrado Rafael Solís Cerda, calificado como el mayor operador político-judicial de Daniel Ortega en las últimas dos décadas, y quien se refugió en Costa Rica tras denunciar un estado de terror y de dictadura en Nicaragua, teme por su vida, según dijo en una entrevista con la agencia AFP, divulgada por El Nuevo Diario de Managua.
¿Teme por su vida? le preguntó el periodista Marco Sibaja y el magistrado Solís respondió:
-Hay muchas cabezas calientes en Nicaragua que pueden querer venir a Costa Rica a hacer alguna acción contra mi vida.
Esto es motivo de preocupación más que todo por mi familia, tengo que seguir las recomendaciones que en Costa Rica me puedan dar para cuidarme, y esperar que en Nicaragua se dé el milagro de una solución pacífica y rápida”.
La condición de permanencia de Solís en Costa Rica fue declarada “confidencial y sensible” por la Dirección General de Migración que no revela detalles de cómo ingresó, en qué condiciones lo hizo y si Solís ha gestionado algún tipo migratorio de residencia.
El canciller Manuel Ventura condicionó un posible asilo a dicho magistrado a “una serie de factores”, según dijo en una entrevista este viernes en La Nación.
Solís, quien reconoce ahora como un error haber avalado sentencias que permitieron la reelección indefinida de Ortega, niega que haya negociado con EE.UU. su intempestiva rompimiento con el régimen para evitar eventuales sanciones.
Nicaragua no aguanta tres años más
-¿Cuál sería el desenlace ideal para esta crisis?
-La salida pasa por un adelanto de las elecciones, el país no aguanta tres años más en esta situación.
Después tendrá que haber una reforma electoral, que las libertades y los derechos ciudadanos vuelvan a ser respetados, que se supriman los grupos armados para garantizar elecciones pacíficas.
Tomará su tiempo hasta que ellos dos, él y ella (Daniel Ortega y Rosario Murillo) entiendan que no hay otra salida, porque la otra va a ser horrible para el país.
– ¿Teme por su vida?
– Hay muchas cabezas calientes en Nicaragua que pueden querer venir a Costa Rica a hacer alguna acción contra mi vida.
Esto es motivo de preocupación más que todo por mi familia, tengo que seguir las recomendaciones que en Costa Rica me puedan dar para cuidarme, y esperar que en Nicaragua se dé el milagro de una solución pacífica y rápida.
El error de la reelección
– ¿Qué le permite a Ortega continuar aferrado al poder con la presión internacional y el colapso económico?
-Si algo no hice correcto (como magistrado) fueron las sentencias que permiten la reelección en Nicaragua.
En la nueva Nicaragua que va a surgir de la crisis no puede haber reelección (…) Al haber reelecciones las personas se aferran cada vez más al poder y no quieren dejarlo.
– En su carta de renuncia menciona las actitudes dictatoriales del gobierno de Daniel Ortega a partir del estallido de las protestas, ¿no notó estas tendencias antes?
– Antes del 18 (de abril) Nicaragua vivía una situación bastante normal, además de que había crecimiento económico, había un poco más de independencia entre los poderes del Estado, ejercicio de derechos constitucionales.
-Hay versiones de que su oficina en el Poder Judicial fue allanada, que personal de su confianza fue despedido.
-Algo de eso sí se ha dado, tal parece que están buscando documentación. Yo eso lo esperaba. El Poder judicial era uno antes del 18 de abril, y después se fue estrechando su margen de decisión y su independencia frente al presidente y la vicepresidenta. Había una gran presión sobre el poder judicial.
La mayoría de los juicios (contra los detenidos por las protestas) no han llegado a la Corte Suprema, lo que hubiera sido una situación bastante difícil para mí y para los magistrados a la hora de emitir sentencia. Hubiéramos tenido presión para ratificar (las condenas).
Hay un estado de terror
-¿Los otros magistrados han percibido esta pérdida de independencia del Poder Judicial?
– Nadie lo comenta porque hay un estado terror en Nicaragua y de coacción de una serie de derechos, pero creo que muchos magistrados lo deben de sentir.
-¿Qué significa esto para quienes enfrentan cargos por terrorismo por participar en las protestas?
– Creo que los abogados defensores van a alegar que el hecho de que un exmagistrado de la Corte Suprema haya dicho que los juicios en muchos casos son por delitos inexistentes o acusaciones absurdas, permite que se declare nulo el juicio.
Hay muchos casos en que las acusaciones son sumamente débiles, sin fundamento. Son juicios políticos que se dan en medio de una situación de presión política.
-En su carta menciona que le presentó al presidente alternativas de salida a la crisis, ¿en qué consisten?
– Adelantar las elecciones, reformas a la Constitución, a la ley electoral, crear un nuevo Consejo Supremo Electoral y una nueva Corte Suprema de Justicia.
En el mensaje de fin de año (de Ortega y Murillo) yo sentí que ellos no tenían voluntad de reanudar un diálogo nacional ni de considerar las alternativas políticas para ponerle punto final a esta crisis.
El mensaje fue muy contundente en decir que ya todo está superado, que el país está normal y no hay por qué dialogar.
Creo que todavía queda un poquito de posibilidad de forzarlo (al diálogo), de lo contrario se puede llevar a situaciones de violencia, de descontento que desemboque en una situación de guerra.
-Su carta menciona el riesgo de una guerra civil, ¿es real esa posibilidad?
-Lo dije como una posibilidad porque lo que hubo fue una protesta bastante cívica. Sin embargo, en el futuro puede ser que, si todas las puertas políticas se cierran y la crisis económica se agudiza, hay una desesperación de parte de la población y puede surgir esa opción que nadie quiere, de la vía armada.
-¿Ve posible que otras personas con altos cargos sigan sus pasos y renuncien próximamente?
– Creo que sí, siento que mi renuncia fue una reflexión fuerte, una especie de campanazo a quienes hemos estado tantos años dentro del sandinismo y que tenemos conciencia de que el país tiene que cambiar, que tiene que haber un acuerdo político nacional con mediadores internacionales.
-¿Qué podría llevar al presidente Ortega a aceptar esta mediación?
– Tal vez más presión internacional y la descomposición económica del país son factores que lo pueden hacer pensar que tiene que dialogar y hacer concesiones.
Actualmente siento que está muy cerrado en la posición de no aceptar al diálogo, aunque no descarto que en un tiempo, ojalá no muy lejano, se pueda sentar a negociar, porque la presión internacional va a crecer sobre Nicaragua.