Edgar Fonseca, editor

Con un país, en shock, cuando menos, tras las revelaciones de supuestos casos de acoso atribuidos al expresidente Arias, el escándalo vuelve a poner a prueba toda la cimiente institucional, la judicial en particular.

Se viene el juicio del siglo.

¿Será cierto todo lo que trasciende?

¿Por qué hasta ahora se conoce de esas versiones?

¿Por qué la demandante número uno esperó hasta este momento para lanzar su bomba?

¿Se mueve alguna fuerza, algún interés oculto, oscuro, detrás de todo esto, como insinúan algunos?

La lista de interrogantes crece en los corrillos públicos y hogareños.

No hay rincón de este país donde no se toque el tema.

Unos se guardan entredientes su veredicto.

Aquellos no salen de su asombro.

Muchos andan estupefactos.

Se retuercen entre creer o dudar de los trepidantes testimonios que saltan con el paso de las horas.

Otros –porque odio no falta– no tienen empacho en lanzar a la hoguera al personaje central de la historia.

Ese que recorrió palacios y claustros.

Que departió con reyes y papas.

Que condenó a dictadores.

Que hizo historia al labrar la paz en la región más convulsa del mundo.

Que le catapultó al reconocimiento global.

Que con su visión y determinación se convirtió en el político más influyente de este país en las últimas cuatro décadas.

Y que hoy atraviesa horas cruciales a las puertas de una causa que hará cimbrar al sistema.

No solo por el imputado sentado en el banquillo.

No solo por las demandantes que se atrevieron a dar el paso.

No solo porque en la balanza está un tema de altísima sensibilidad en estos tiempos.

Sino porque cada decisión que se tome desde el ámbito jurisdiccional será pasada por el implacable rastrillo público.

Preparémonos para un tenso capítulo, con pasiones y afanes desbordados.

Preparémonos para una de las mayores pruebas a las que se verá sometido el sistema institucional, el judicial en particular, con el destape de este affair.

Preparémonos para la respuesta que dará esta sociedad en cada episodio de este inesperado eslabón de nuestra historia.