La capital viva…

201

Edgar Fonseca, editor

Es loable la iniciativa de sembrar de arte la capital.

Es un acierto hacerlo de la mano del escultor Jorge Jiménez Deredia y de sus monumentales obras.

Ojalá sirva la magna exposición, por inaugurarse el 20 de febrero, para afianzar un compromiso-ciudad interinstitucional, no solo restringido al municipio, con el fomento de este tipo de propuestas.

La exposición es una apuesta ambiciosa y atrevida de promover cultura “a cielo abierto” en una ciudad que debe renovarse, refrescarse y convertirse en un destino más amigable para propios y extraños.

A San José se le critica por ser una capital poco atractiva, desordenada, insegura y sucia.

 

No dejan de tener razón, sobre todo los visitantes, de sorprenderse al toparse con un casco capitalino congestionado que no invita a explorarlo ni a disfrutarlo.

Pero, una serie de iniciativas desde el ayuntamiento josefino buscan, “contra viento y marea”, salvar la capital.

La apuesta por “repoblar” los espacios vacíos, la visionaria apuesta del “enclave tecnológico”, la apuesta por una mayor seguridad, por mayor limpieza, la repavimentación total, tras 40 años de abandono, la ciclovía a lo largo y ancho de sus calles y avenidas, son importantes esfuerzos en la dirección correcta. Por poner a San José a tono con el palpitar de cascos urbanos modernos.

Son esfuerzos que deben multiplicarse y consolidarse para alcanzar una necesaria transformación a mediano y largo plazo.

Queda mucho por hacer en seguridad y limpieza que tanto calan en quienes transitan por sus calles y avenidas.

Queda mucho por hacer en los objetivos de asentar esa “ciudad inteligente” que propague las facilidades tecnológicas a los usuarios en sus servicios básicos.

Queda mucho por hacer en cuanto a crear esa cultura de recepción, acercamiento y protección hacia el turismo.

La lista la debe repasar a diario el alcalde.

Pero esfuerzos como el de la exposición “La fuerza y la universalidad de la esfera”, se enmarcan, sin duda, en esa preocupación suya por creer que San José “vive”.