- Todo listo para supershow de Luis Miguel ante 33 mil espectadores en el Estadio Nacional
Edgar Fonseca, editor/Google Images
Catapultado, de nuevo, tras la dramática historia de su vida en Netflix, Luis Miguel, El Sol de México, vuelve a presentarse esta noche en Costa Rica tras siete años de ausencia. La última vez que vino fue, precisamente, en marzo de 2012.
Convertido en uno de los más grandes artistas latinos de todos los tiempos, envuelta su trayectoria en no menos polémica, el astro mexicano tendrá su megashow ante unos 33 mil espectadores previstos para llenar al tope el Estadio Nacional de La Sabana. El evento arrancará a las 7 p.m.
Lo hará como parte de su gira “México por siempre” que le ha llevado por distintas capitales latinoamericanas, entre ellas Santiago, Buenos Aires y Bogotá.
En Panamá se presentó la noche del martes pero fue abucheado y hasta se peleó con un sonidista.
Se espera que bajo un clima fresco, frío y ventoso, sus miles de fans ticos le den una calurosa bienvenida al célebre cantante con 33 álbumes y más de 100 millones de discos vendidos. Con un récord de 228 presentaciones en el Auditorio Nacional de Ciudad México, ninguno otro lo ha superado, y consagrado en el top 200 de Spotify con 30 de sus mejores éxitos.
Prepárense para un show de su esplendor y madurez artística, a juicio de la crítica de sus recientes conciertos en Bogotá, el sábado pasado, y en Buenos Aires, a inicios de mes.
En Buenos Aires, aseguran, brilló ante más de 40 mil fans en el Campo Argentino de Polo.
Y en Bogotá, el fin de semana anterior, dicen que desató histeria entre sus fans.
En Ciudad Panamá no se sintió tan a gusto.
Desilusionados y burlados. Así dijeron sentirse varios asistentes al concierto del artista Luis Miguel, en suelo panameño, informa el diario La Prensa de Ciudad Panamá.
A lo largo de la velada –agrega el diario– no faltaron los abucheos del público ante el “disgusto” que mostró el intérprete, de 48 años de edad, durante el show.
Vamos a ver ticos
En San José se espera que el show sea puntual y complazca con unas 35 de sus famosas interpretaciones.
Los asistentes deben evitar llevar selfie sticks, cámaras profesionales, drogas, alimentos, sombrillas, objetos punzocortantes y armas de fuego.
Al igual que lo ha hecho en las otras capitales, “Luismi” no se contiene en sus exigencias o “extravagancias” para su presentación en San José.
Aquí pidió 12 docenas de rosas blancas que luego lanza a sus fans, agua Fiji, de la más fina del mundo, té de jengibre y velas con aroma de vainilla.
En Buenos Aires, informa el sitio Caras, exigió frutas importadas, frutos secos, quesos y bebidas colas sin azúcar. También solicitó agua mineral isotónica y una bebida destilada.
Climax en Buenos Aires
En el lugar ideal, con un clima perfecto, El Sol vuelve a brillar por una noche más bajo el cielo estrellado de Buenos Aires. Porque Luis Miguel acaba de aparecer sobre el escenario del Campo Argentino de Polo pasadas las 21:30 para irradiar toda su luz ante más de 40.000 mil espectadores eufóricos y ansiosos por disfrutar cada instante de la tercera y última función de su gira “¡México por siempre!”. No saben cuándo podrán volver a verlo por estas latitudes, luego de que se haya retirado este sábado, relata el diario La Nación de Buenos Aires.
El artista mexicano, que supo convertir su pasado trágico y exitoso en la popular biopic Luis Miguel, la serie que le concedió una nueva oportunidad en la vida para triunfar,refleja con una amplia sonrisa -que contrasta con su tez naranja brillante- la felicidad que vive frente a la masiva bienvenida de su público argentino. Antes de comenzar a cantar, se toma unos instantes para hacerse ver y apreciar la magnitud del clímax que se acaba de generar al grito “Luismi”.
Con una noche despejada y brillante, sin frío, como aliada, el cantante mexicano Luis Miguel dio su esperado concierto este sábado 16 de marzo, en el Estadio Nemesio Camacho El Campín, de Bogotá.
Allí, 31.000 espectadores (muchos de estos alcanzaron a conseguir boletas en el último momento en las taquillas del mismo estadio) fueron testigos de que Luis Miguel, a sus 48 años, es una estrella que sigue en forma. Su voz subió y bajó y demostró su potencia a lo largo de poco más de dos horas, acallando toda crítica sobre el estado de su voz que haya trascendido desde sus conciertos previos.
En otros conciertos de la gira ‘México por siempre’ el artista se hizo esperar hasta una hora. En Bogotá, la espera no fue tanta: Luis Miguel estaba en la tarima del Campín, a las 8:50 p. m., en un concierto con sillas numeradas, en el que la organización, Ocesa, advirtió que por primera vez se permitía ofrecer cerveza y otras bebidas alcohólicas (además de una oferta mejorada de comidas, a cargo de reconocidos restaurantes, dentro del Estadio), cita la crónica del diario El Tiempo de Bogotá.
El preámbulo a la aparición del cantante, con las primeras imágenes proyectadas en las pantallas, generó el esperado grito de histeria, que no deja de sorprender. El sentimiento de los seguidores se sentía desde antes, en la forma como iban manifestando su admiración eterna -a veces desde la infancia- en redes sociales, donde subían fotografías de su presencia en el concierto.
La lista de canciones fue la esperada. El espectáculo siguió, en su mayoría, el repertorio establecido en los conciertos de Chile, Argentina, Paraguay y Perú: ‘Amor, amor’, ‘Devuélveme el amor’ y ‘Suave’ estuvieron entre las primeras interpretaciones.
El ‘Sol de México’ apareció en escena con un traje impecable, camisa blanca y corbata, que hacen parte de su inconfundible imagen, esa que está -con todo y forma de bailar- en la memoria del público que lo sigue desde que era una estrella adolescente.
Sentado, el cantante interpretó ‘Por debajo de la mesa’, ‘No sé tú’ y ‘Oro de Ley’. Canciones como ‘Culpable o no’ (Miénteme como siempre) o ‘Fría como el viento’ suscitaban gritos de emoción.
Como se sabía, varios de sus éxitos fueron interpretados a manera de popurrí y tal como hizo en otros conciertos, dejó que el coro de ‘La Incondicional’ y algunas otras canciones -en su versión corta- fuera interpretado por el público, lo que no necesariamente confirma las críticas del concierto de Perú, que lo acusaban de haber convertido el show en un karaoke.
Si bien habría sido grato oír su voz en estos coros (que no fueron muchos), Luis Miguel dejó cantar al público en momentos muy puntuales, dejando claro que era parte del espectáculo y no cosa de un olvido de las letras.
El show, de más de dos horas, tuvo varios momentos de silencio que, vistos en conjunto, aumentaban la expectativa sobre las canciones que seguían o le permitían a Luis Miguel hacer algún cambio en su aspecto. Uno de estos lapsos, comenzó con un solo de saxo y continuó con algunas de sus melodías más famosas al piano. Acto seguido, ‘El Sol de México’ apareció ya en camisa y chaleco.
Fue cuando interpretó su tanda de boleros: ‘La barca’, ‘Contigo en la distancia’, ‘La historia de un amor’, entre ellos.
Después legó la tanda de ‘Será que no me amas’, ‘Decídete’ y ‘Cuando calienta el sol’.
Luis Miguel no es un artista de darles muchos discursos a los asistentes a sus conciertos, apenas hizo alusión a Bogotá al comienzo y al final dijo breves frases de agradecimiento: “De corazón, gracias, gracias. Los quiero”, dijo poco antes de despedirse, pero tuvo el gesto de pasarse varios minutos repartiendo entre el público rosas blancas que le entregaba un asistente.
En una carrera musical tan extensa como la suya siempre habrá canciones que extrañar. ‘La bikina’ fue una de ellas. A la salida, otra de las preguntas que se hacía la gente al salir y comentar el espectáculo visto era si acaso un show titulado “México por siempre” no iba a incluir algún mariachi. Sin embargo, la percepción general fue la de haber disfrutado de un concierto de calidad y de muchas emociones, concluye El Tiempo.