Edgar Fonseca, editor/Foto diario La Prensa, Managua
- Extraños asaltos, un crimen y la versión de infiltración de paramilitares en Costa Rica han disparado la alarma
- Quienes huyeron de la represión en Nicaragua, se sienten ahora perseguidos en el país que se exiliaron, denuncia un informe del diario La Prensa de Managua
-El día que el nicaragüense Michael Geovany Fonseca cruzó la frontera entre su país y Costa Rica creyó que se encontraba a salvo. Atrás habían quedado las noches oscuras en casas de seguridad y los días de incertidumbre esperando que lo llegaran a matar. Estaba convencido de que había escapado de los paramilitares que disparaban sin piedad a los manifestantes en su país, el brazo represivo del régimen de Daniel Ortega junto a la Policía. Hoy es parte de quienes se sienten perseguidos en un país ajeno. La sensación de seguridad de Fonseca duró poco hasta que en una calle de San José, a 321 kilómetros al sur de su natal Rivas, se topó cara a cara con dos hombres con el rostro cubierto que le apuntaron con un arma en un supuesto intento de robo que él asocia con lo que ocurrió en Nicaragua, detalla el informe de la periodista Ivette Munguía Argeñal.
Michael –agrega el informe– no es el único exiliado en Costa Rica que ha sido víctima de persecución y amenazas. Ni tampoco es la primera denuncia de la posible infiltración de paramilitares ligados al régimen de Ortega en ese país.
El viceministro de Gobernación, Víctor Barrantes, confirmó al diario nicaragüense las sospechas pero dice que no hay certeza.
Según Barrantes, además de ser perseguidos, las personas que solicitan refugio en Costa Rica sufren traumas físicos y psicológicos como consecuencia de la violencia que vivieron en Nicaragua, temores que son una de las principales razones por las que abandonaron su nación.
“Para el refugio hay que cumplir una cantidad de requisitos, una de ellas es tener temor fundado de que su vida corre peligro, la posibilidad de demostrarlo”, dijo Barrantes al diario.